El Corpus Christi es la fiesta considerada barroca por excelencia. En
1264, ocupando la cátedra de San Pedro
Urbano IV, quedaría instituida para la Iglesia Universal la fiesta del Corpus
Christi por medio de la bula Transiturus de
hoc Mundo. Hasta esta fecha la fiesta solo había tenido carácter local, en
Lieja. En fechas posteriores la fiesta encontraría algunas resistencias, siendo
en una de estas ocasiones, cuando con motivo de su confirmación durante el Papado de Juan XXII
en 1317, quedaría instituido el elemento más identificatívo de esta
celebración: la ceremonia procesional donde la Sagrada Forma sería paseada
triunfalmente.
La Contrarreforma llevada a cabo tras la celebración del Concilio de
Trento dentro de la Iglesia haría que la fiesta del Corpus cobrara nuevas
definiciones, a la vez que se mantiene inquebrantable la manifestación más tangible de Dios a los
hombres, a través del cuerpo de Cristo en la Sagrada Forma. También adquiere el
carácter de manifestación del Triunfo de la Verdad sobre la herejía,
sentimiento totalmente contrarreformista que le aporta a la fiesta del Corpus
un valor añadido de gran
trascendencia una vez concluido el Concilio
de Trento.
El Concilio de Trento habría de reaccionar contra una serie de herejías
en las que se negaba la verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía. De esa
manera en una de las sesiones de este Concilio, concretamente en la sesión XIII
en el año 1562, se aprueba el decreto de la Eucaristía y se fijan los aspectos
de la presencia real del cuerpo y sangre de Cristo en cada una de las partes y
especies.
Surgiría entonces la necesidad de
nuevos vasos, patenas y cálices y sobre todo custodias que sirvan de
receptáculo para el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Con el paso del tiempo
aparecerían las custodias para la exposición del Santísimo. Por la solemnidad y
el fasto con que se llegó a celebrar y se celebra esta fiesta, podemos considerarlo determinante en la confección de dichas
custodias como medio para poder mostrar con toda solemnidad la Sagrada Forma.
Las custodias como elemento portador del Cuerpo de Cristo en las
procesiones del Corpus, son objeto de una gran evolución. En las primeras
manifestaciones de las procesiones del S. XIII, un copón era el portador de la
Sagrada Forma, más adelante ya en los siglos XVII y XVIII, las portadoras
pasarían a ser las fastuosas custodias procesionales.
La importancia de la fiesta del Corques Christi es
motivo de continuos estudios y análisis que se debaten en seminarios[1] y
cursos[2]. Es
un tema interdisciplinario donde tienen
cabida y se aúnan, historia del derecho, historia de la Iglesia, historia
social, historia de la música, historia del arte, historia del teatro, así como
también la historia que contiene la cultura popular. Sus resultados de gran interés podemos comprobarlos a través de la
bibliografía que generan[3]. La
visión que tenemos del grandioso
ceremonial que algunas fiestas del
Corpus mantienen hoy día, se corresponde con la
imagen autentica de cualquiera de
los ceremoniales propios de época barroca.
El Corpus es una
celebración de la que algunos autores
destacan la falta de Relaciones que
describan el desarrollo de sus procesiones. De las noticias que sobre ella existen abundan las
de carácter administrativo, sin embargo por ser una fiesta anual, no parecía
sentirse la necesidad de dejar constancia de ella en la memoria como sucedía
con otros acontecimientos con carácter extraordinario. La procesión del Corpus
era un espectáculo lleno de colorido para el que se engalanaban las calles de la ciudad. Por ellas desfilarían grotescas y extrañas figuras como
la tarasca, gigantes y cabezudos, moros o demonio que simbolizaban los enemigos
de Dios y de la Iglesia, atacadas y vencidos constantemente por la Virtud. Esta
fiesta tenía una marcada participación popular por lo que quien no participaba
como actor, lo haría de igual manera como espectador.
En los archivos municipales podemos consultar los Libros
de la Razón o de Cuentas, estos nos
darán a conocer todo lo que tenga que ver en el campo económico, así como las
diferentes condiciones para la ejecución de danzas, autos, atajos de calles,
tarasca, y demás actividades a desarrollar para este festejo. El Archivo
Capitular contiene las Actas Capitulares en las cuales se contemplan
importantes decisiones sobre las fiestas. También existe una extensa bibliografía sobre este
tema. Esta bibliografía es el
resultado de los numerosos trabajos que se están llevando a cabo, por
tanto, su consulta nos dará un conocimiento muy pormenorizado desde los
aspectos teológicos, litúrgicos y jurídicos,
hasta el significado social de la fiesta.
El desarrollo y
la evolución dentro del campo de la orfebrería y las custodias procesionales,
es algo que se ha podido conocer a través del conocimiento cada vez más
profundo de la celebración del Corpus. Las custodias asimismo ocupan un lugar
destacado dentro de importantes trabajos
científicos; es preciso mencionar al respecto el llevado a cabo por Kawamura,
que formó parte de la investigación llevada a cabo para la elaboración de su
tesis doctoral. Asimismo también debemos mencionar otros trabajos de esta misma
autora donde se reflejan las influencias y el desarrollo en las custodias que
se conservan en el Museo de la Iglesia de Oviedo[4]. Los cambios
político-ideológicos que afectan al periodo barroco han tenido especial
incidencia en los programas icnográficos. La música y el afianzamiento del
teatro, así como la relación de la fiesta de los toros asociada al desarrollo
de un rito sacrificial y vinculada a la
fiesta del Cuerpo de Cristo, queda de igual manera reflejado en los trabajos y
conclusiones de un gran número de investigadores como hemos podido constatar en
los trabajos de algunos autores[5].
Lugones, Mayo 2016
[1] Seminario de Identidad, Cultura y Religiosidad popular, creado
en 1998, por un grupo de profesores de la Facultad de Humanidades de Toledo.
[2]Curso de Verano, la fiesta del Corpus Christi, dirigido
por J. Carlos Vizuere Mendoza en Junio del 2002, Toledo.
[3] LLompart, G.,
“La fiesta del Corpus Christi y representaciones religiosas en Barcelona y
Mallorca (siglos XIV-XVIII)”, Analecta
Sacra Tarraconensia, XXXIX (1966), pp. 25-45; Aranda Doncel, J.,
“Las danzas de las Fiestas del Corpus en Córdoba durante los siglos XVI y XVII.
Aspectos folklóricos, económicos y sociales”, en Boletín de la Real Academia de Córdoba, 1978, p.173-194. Caro Baroja, J., El estío
festivo, Madrid 1984. Sayes, J. A., El Misterio Eucarístico, Madrid, BAC. 1986. González Alcantuz, J. A., “Para una interpretación etnológica de la tarasca,
gigantes y cabezudos”, estudio preliminar en Garrido
Atienza, M., Antiguallas
granadinas. Las Fiestas del Corpus, Granada 1990. Lleö Cañal V.., Fiesta Grande El Corpus Christi en la Historia de Sevilla. Sevilla,
1992. Portús Pérez,
J., La Antigua Procesión
del Corpus Christi en Madrid, Comunidad de Madrid, Consejería de Educación
y Cultura, Madrid, 1993. Kawamura
Kawamura, Y., Festividad del
Corpus Christi en Oviedo, Ediciones
Nobel, Oviedo, 2001. A.A.V.V.
La fiesta del Corpus Christi,
Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca 2002.
[4] Kawamura Kawamura, Y., Arte de la platería, los plateros ovetenses y las obras en Asturias
durante el Periodo Barroco, Tesis doctoral Universidad de
Oviedo, 1990. [Inédito]. Idem., Arte de
la platería en Asturias, Periodo barroco, Real Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 1994.
AA. VV. Museo de la Iglesia de Oviedo, Catálogo de sus colecciones, Oviedo,
2009.
[5] Romero de Solís, P., “El Corpus y los toros. Dos fiestas bajo el signo de
la muerte sacrificial”, en Fernández
Juárez,. G., Gil Martínez, F., La
Fiesta Op. Cit , pp.253-261.
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