2. En el Ilírico, san Ursicino, mártir (s. IV).
3. En Apamea, en Siria, san Marcelo, obispo y mártir, que, por haber destruido un templo de Júpiter, murió a manos de los enfurecidos gentiles (c. 390).
4. En Roma, san Eusebio, fundador de la iglesia que lleva su nombre en el monte Esquilino (s. IV/V).
5*. En Ross, en Hibernia , san Facanano, obispo y abad, que estableció allí un monasterio, célebre por su escuela, en donde se enseñaban ciencias divinas y humanas (s. VI).
6. En Aldemburgo, en Flandes, muerte de san Arnulfo, obispo de Soissons. Monje después de haber sido soldado, fue elevado al episcopado, desde donde se esforzó en buscar la paz y la concordia, y, finalmente, murió en el monasterio que él mismo había fundado (1087).
7*. Cerca de Montebaroccio, en el Piceno, en Italia, beato Sante de Urbino Brancoisini, hermano converso de la Orden de los Hermanos Menores (1390).
8*. En Otranto, en la Apulia, beatos mártires, ochocientos casi en número. Llegada una incursión de soldados otomanos, se les conminó a renegar de 457 su fe, pero exhortados por el beato Antonio Primaldo, un anciano tejedor, a perseverar en la fe de Cristo, recibieron la corona del martirio al ser decapitados (1480).
9. En Nagasaki, de Japón, santos mártires Domingo Ibáñez de Erquicia, presbítero de la Orden de Predicadores, y Francisco Shoyemon, novicio en la misma Orden y catequista, que, en tiempo del Emperador Tokugawa Yemitsu, recibieron la muerte por odio al nombre cristiano (1633).
10*. En Coriano, de la Emilia, en Italia, beata Isabel Renzi, virgen, que, fundadora de las Pías Maestras de la Virgen Dolorosa, puso todo su empeño para que las niñas pobres recibieran en la escuela una formación humana y catequética (1859).
11*. En la aldea de Picassent, en el territorio de Valencia, de España, beato Vicente Rubiols Castelló, presbítero y mártir, que, durante la persecución, dio testimonio de su fe en Cristo a través del martirio (1936).
12*. En la localidad llamada El Saler, cerca de Valencia, en España, beato Félix Yuste Cava, presbítero y mártir, al que Dios concedió el premio eterno por su intrépida fidelidad (1936).
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