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miércoles, 12 de agosto de 2015

Agua bendita. Por Joan Antoni Mateo Garcia



Recibía hace poco una curiosa pregunta para la sección de mi Consultorio en el semanario Cataluña Cristiana. Me preguntaban por qué los fieles ya no hallan habitualmente agua bendita en los templos y sobre la posibilidad de que el sacerdote bendijera augua para que los fieles pudiesen llevársela a casa incluso para beberla. Considero que es una pregunta oportuna y actual. Más aún, en las circunstancias que nos toca vivir conviene, entre otras cosas, usar mucha agua bendita… Esta fue mi respuesta a la pregunta:

“Como a usted, a mi también me gusta, cuando entro en un templo, encontrar las pilas de agua bendita, bien limpia y dispuesta para el uso de los fieles. Es hermoso y significativo hacer con ella el señal de la Cruz, rememorando nuestro bautismo y recibiendo de Dios, por esta humilde creatura que es el agua, tantos beneficios. Cuando hago el señal de la Cruz con el agua bendita me gusta decir: Que esta agua bendita, me sea salud y vida.

Santa Teresa de Jesús decía que de nada huye tanto el demonio como del agua bendita. Podría parecer una expresión exagerada, pero si leemos con atención el ritual de la bendición del agua, entenderemos perfectamente la expresión y el aprecio que tenía la Santa por el agua bendita. El agua evoca limpieza, pureza, claridad, vida. Es la materia del gran sacramento del Bautismo.

No dude en pedir a su párroco que la tenga siempre a disposición de los fieles en la iglesia y, si fuera necesario, ayuden a su digno mantenimiento limpiando periódicamente las pilas y renovando el agua. No olvidemos que usada con fe y devoción sirve para obtener el perdón de los pecados veniales. En mi parroquia, por semana santa, hacemos una solemne bendición del agua y los fieles la llevan a casa para bendecirla y para su uso devocional. Sin duda que usted puede solicitar a su párroco o a cualquier sacerdote que le bendiga agua para tenerla en casa. Puede usarla para bendecir las estancias, para sus oraciones y también para beberla, implorando a Dios la salud del alma y del cuerpo.

Hace unos días pude realizar un viaje por tierras de Rusia y constaté el gran aprecio que tienen los fieles ortodoxos por el agua bendita. Me llamó la atención ver en las iglesias, al entrar, unos enormes depósitos de más de quinientos litros con agua bendita. Los fieles venían con garrafas, las llenaban y se las llevaban a casa. Un monje me explicó que el uso del agua bendita es muy popular y que los fieles la utilizaban mucho y, por supuesto, la bebían. También que dedicaban solemnes ceremonias para la bendición, especialmente por Epifanía. Me pareció una forma muy original de llevar la bendición de Dios a cada familia y santificar tantos ámbitos de la vida ordinaria. No iría mal que, en este punto, los católicos aprendiéramos un poco de nuestros hermanos ortodoxos".

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