Este domingo se celebrará la Jornada Mundial de las Misiones, conocida popularmente como Domund. Este año el lema es una operación matemática muy lógica, y que define el sentido de la Misión, compuesta por la fe y la caridad, porque “una fe sin obras es una fe muerta”.
Para presentar esta campaña en la diócesis, junto con el Delegado de Misiones, Pedro Tardón, le acompañan durante toda esta semana dos misioneros, el padre Benedicto, perteneciente a la congregación de los “espiritanos”, que ha vivido durante veinte años en Angola, y la religiosa del Santo Ángel, Carmen Cagigal, que narra su experiencia en el Malí, durante treinta y seis años. La presentación a los medios de comunicación tuvo lugar el pasado martes, pero los misioneros recorrerán la diócesis, parroquias, colegios y asociaciones durante toda la semana.
Para presentar esta campaña en la diócesis, junto con el Delegado de Misiones, Pedro Tardón, le acompañan durante toda esta semana dos misioneros, el padre Benedicto, perteneciente a la congregación de los “espiritanos”, que ha vivido durante veinte años en Angola, y la religiosa del Santo Ángel, Carmen Cagigal, que narra su experiencia en el Malí, durante treinta y seis años. La presentación a los medios de comunicación tuvo lugar el pasado martes, pero los misioneros recorrerán la diócesis, parroquias, colegios y asociaciones durante toda la semana.
Fe + Caridad. No es legítimo separar, y menos, oponer, fe y caridad, dos virtudes teologales íntimamente unidas. “La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de este, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios” (Benedicto XVI). Contemplación y acción están llamadas a coexistir e integrarse. La acogida salvífica de Dios, su gracia, su perdón por la fe orienta y promueve las obras de la caridad.
= Misión. La mayor obra de caridad, que nace de la fe, es la evangelización. “Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio [...]: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana” (íd.). El anuncio del Evangelio se convierte en una intervención de ayuda al prójimo, justicia para los más pobres, posibilidad de instrucción y asistencia médica, entre otras implicaciones sociales.
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