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domingo, 22 de septiembre de 2013

22 de septiembre

El núcleo de Viella presenta su escudo
                     
 Homilía en la Toma de Posesión como Párroco  de Viella  
 D. Joaquín Manuel Serrano Vila 
    Domingo XXV del Tiempo Ordinario                                                            

Sr. Arcipreste de de Siero D. José Julio Velasco, querido hermano D. José Luis, religiosas y acólitos, (…), catequistas y colaboradores de la Parroquia; Asociación de Vecinos de “La Nozana”, miembros de entidades culturales y Agrupación Coral…

            Un saludo muy cariñoso también para mi familia y para todos aquellos amigos y allegados que hoy habéis querido acompañarnos a D. José Luis y a mí en su despedida y en mi presentación; muy particularmente saludo a la buena gente de Lugones que sé que hoy  muchos “piraron” allí la misa para estar en ésta…

            Pero saludo muy especialmente a todos vosotros, queridos feligreses y “paxarros”;  hijos todos de ésta, que ya también desde este instante es mi Parroquia de Santa María de La Asunción de Viella;  a los vecinos de Naón, de La Fresneda vieja (la de toda la vida -que insistentemente alguien ya me dejó claro en el contestador del teléfono de Lugones-), de La Belga, El Cogollo, La Nozana y de Viella capital.
            
           También un saludo cordial y sincero a los no creyentes, a los escépticos e indiferentes y a todos los curiosos que os asomáis hoy para echar un vistazo a la traza del nuevo cura. Sabed que os respeto y comprendo, pues muchas veces los que estamos en la Iglesia no siempre somos espejos claros del Evangelio. Para vosotros, de corazón, una coletilla que los de Lugones ya me han escuchado decir en más de una ocasión: Las puertas de la Iglesia están siempre abiertas para entrar, salir, incluso dando un portazo, y volver a entrar... Ni de un lado ni de otro de la puerta soy amigo de los portazos, pues éstos desencajan el marco y luego todo ajusta peor. En mi casa suelo dejar siempre entreabiertas las puertas, de forma que desde cualquiera de los dos lados se pueda pasar sin más.

Parece ser éste un día de muchas celebraciones, pero en realidad sólo celebramos una: “El Día del Señor”; y lo hacemos en y como Comunidad, sabiendo de nuestras virtudes e imperfecciones y, desde la constatación de que nuestros defectos son más que nuestras virtudes, debemos reconocernos “pequeños” ante Dios y necesitados de Él para poder caminar juntos.

Y en este camino que hoy yo inicio con vosotros, quiero proyectar ya algunas prioridades: Cuando llegué a Lugones hace escasamente cinco años, observé que apenas había niños y jóvenes en las celebraciones -ya sé que es un problema muy general en los tiempos que corren- pero enseguida dije: ¡necesito monaguillos!.. Hoy en Lugones las misas de niños son una fiesta; tenemos un buen grupito de los que ya no son tan niños y hasta tenemos monaguillos para ayudar hoy en Viella… ¡pero yo los quiero y necesito de aquí!

También me dijo un buen amigo que la homilía de hoy podía comenzarla con un “Carísimos hermanos”, no por lo espléndidos y caritativos que son los feligreses y vecinos de Viella, que no lo dudo -habrá ocasión de demostrarlo- sino porque posiblemente seáis de los fieles “per cápita”  más caros de Diócesis, a tenor de lo que, según me consta, debemos.

Frivolidades aparte, no podía ser al respecto más apropiado para esta celebración el Evangelio de hoy. También el Párroco es administrador; no sólo de los sacramentos, sino de los bienes o de las necesidades materiales de la Parroquia. Decía D. José Luis hace poco en la prensa que yo era más joven y “mejor” que él. Lo primero lo marca sólo el DNI, pero a lo segundo, le contesto hoy aquí con algo que, aunque ya va en camino, me falta en la plenitud de la que tú ya gozas y que recoge el Libro de la Sabiduría: “Las canas del hombre son la prudencia”.

Evidentemente, yo no soy D. José Luis, y, lógicamente, tengo mis propios criterios, pero también todos debemos tratar de ser buenos administradores de nuestra propia vida y de nuestros compromisos como cristianos,  y quizá, cabría también, al hilo de éste Evangelio, tener un poco de dolor de los pecados y el propósito de enmienda -que diría el Padre Astete- en la administración de nuestra vida cristiana con alguna pregunta, pongamos, como ésta: ¿ayudo yo en lo que puedo y de corazón a mi Parroquia y a mis hermanos en sus necesidades, o siempre exijo todos los derechos sin ninguna obligación?...

Quiero agradecerte por tanto, querido D. José Luis, tus esfuerzos y desvelos de veintidós años como administrador fiel de esta Parroquia, pues lo hecho, hecho está; y aquí se queda. Y que tu nueva encomienda en la de La Barreda, junto con la de Bobes y La Fresneda (“La Peña el gatu” -que también me dejaron insistentemente claro en el contestador) te siga dando muchas satisfacciones y éxitos pastorales. Y junto contigo, extender el agradecimiento a aquellos que han tenido algo que ver con Viella en su encomienda pastoral: el Padre Pedro, Dominico, que con cierta regularidad te ayudaba en momentos de necesidad, o el neopresbítero ya, D. Celestino, que fue seminarista entre vosotros, colaborando en la catequesis; lo mismo que el seminarista David, que hizo lo propio durante el curso pasado.

Pero si hay alguien a quien me consta que la gente de Viella lleva en el corazón con un entrañable recuerdo que yo quiero actualizar hoy también por su muchos años de servicio a esta Parroquia, es el D. Basilio, al cual conocí ya en sus últimos años en Lugones, limitado y deteriorado en su silla de ruedas y al que cada domingo me tocaba ponerle la estola para la concelebración; y al que finalmente tuve la satisfacción de administrar la Santa Unción y acompañar en sus últimos momentos, celebrando posteriormente su funeral y dándole sepultura en este Cementerio Parroquial.                 Que en Paz Descanse.

Con esta acrisolada herencia de mis antecesores hermanos, comienzo hoy mi andadura entre vosotros atreviéndome a pediros para mí oración, paciencia y caridad con mis defectos y limitaciones; sabiendo que los curas de hoy nos vemos en la obligación de hacer malabares para atender cada vez más encomiendas (aprovecho para deciros que las misas de los sábados serán a las 6 de la tarde y las de los domingos a la 13´15h) pero también os prometo que haré todo lo que esté en mi mano para que esta Parroquia no sea ningún segundo plato, sino que trataré de dedicarle el mismo esfuerzo y tesón que a mi queridísima de San Félix de Lugones; y, si San Félix es muy querido, no lo será menos la Santísima Virgen María en Viella.

Al igual que de esta Parroquia saliera también D. Ramón, sacerdote fallecido hace pocos años, ojalá el “Dueño de la Mies” pudiera premiarnos con alguna nueva vocación para repartir la preciosa carga de anunciar el Evangelio; y para que a ninguna parroquia, en ningún lugar, le falte un sacerdote que les haga presente a Cristo.

Que la Madre del Divino Pastor, la Santísima Virgen de La Nozana nos ayude e interceda por nosotros para que desde hoy mismo sepamos caminar juntos con un corazón de carne, y por Ella, mediadora eficaz en la unión de las personas que relata la fiesta de las bodas de Canaá, no dejemos de escuchar en el oído el susurro: “Haced lo que Él os diga”.

Que así sea.