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viernes, 16 de mayo de 2025

Normalidad. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Es una palabra que utilizo mucho en el confesionario y en la dirección espiritual. Creo que se trata de vivir con normalidad la vida que nos ha tocado y punto.

Nos ha sorprendido que el papa León XIV haya comenzado su pontificado con unas acciones de lo más previsible. Como diría un amigo, todo lo que está haciendo hasta ahora es “de primero de papa": misa con los cardenales, cercanía con los agustinos, visitar a la Virgen del Buen Sueso, rezar en la tumba de Francisco, ornamentos de siempre…

Ahora nos toca a todos el regreso a la cotidianeidad, que en la vida cristiana es algo muy simple: rezar un poco, esforzarse por cumplir los mandamientos, ir a misa, confesar, comulgar, echar una mano en la parroquia, ayudar al prójimo. Cosas de siempre.

Lo mismo en las parroquias. Lo de cada día: celebrar las misas, confesar, atender el despacho, la catequesis, visitar los enfermos, hacer cuentas, mantener Cáritas. Esas cosas de siempre. Igual digo de los sacerdotes: lo habitual.

Deben ser cosas mías, ya me conocen, pero las originalidades siempre me han puesto sobre aviso. Prefiero una misa rezada con el misal romano que esas eucaristías con sorpresa y personalidad del celebrante. Creo más en la adoración al Santísimo en el silencio de una capilla de adoración perpetua que apoyada en en un derroche de emociones, y me apaño mejor con el rosario y la liturgia de las horas que con experiencias orantes creativas. Demasiadas veces la necesidad de hacer algo diferente lo único que refleja es el enorme ego de sus promotores.

Después de los días de expectación y acogida al papa León XIV toca el regreso a lo de siempre, porque, como diría mi buena Rafaela, la vida sigue. Los niños se acercan a recibir a Jesús en la eucaristía, en Nigeria y en tantos lugares los cristianos mueren por su fe, los alemanes seguirán tocando las narices y unas buenas religiosas rezan y dan la vida por los pobres.

Normalidad. En la vida de cada uno, en la Iglesia, en el mundo. Ni pido ni deseo otra cosa. Simplemente, normalidad. Y no crean que es poco.

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