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sábado, 9 de noviembre de 2024

El sacerdote ordenado en Oviedo que escribió sobre una catástrofe idéntica a la de Valencia en 1775

El intelectual valenciano Antonio José Cavanilles describió la orografía de un barranco que desagua en la Albufera de Valencia y que «cuando lleva agua causa muchísimas desgracias en Chiva»

(El Comercio) La historia arroja a veces capítulos que cobran nuevas dimensiones cuando se contemplan con ojos contemporáneos. Estos días se habla sin cesar de la DANA que asoló Valencia y se recuerdan antecedentes de inundaciones catastróficas en la zona para analizar cuáles han podido ser las causas de esta desgracia de dimensiones tan inabarcables. Si se bucea en el pasado aparecen inundaciones con numerosas muertes, pero llama la atención por la semejanza a lo ocurrido el pasado 29 de octubre un texto del siglo XVIII redactado por el intelectual valenciano Antonio José Cavanilles (Valencia,1745-Madrid, 1804), quien pasó al olimpo de los ilustrados por su prolífica creación de artículos y estudios sobre botánica, teología, filosofía y otras muchas disciplinas en las que brilló por su brillantez. Ordenado sacerdote en Oviedo en 1772, donde se entregó durante años a la docencia, dejó escrito en el tratado 'Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyo de Valencia' un texto que parece describir lo sucedido en Paiporta y le resto de localidades afectadas por el temporal. En él se lee:

«Siguiendo hacia el Sur es de Alaquás como a un quarto de legua se atraviesa el barranco, que empieza en las montañas de Buñol con dirección a Chiva, entra en esa villa y continúa por el término de Cheste, donde recibe otro considerable: engrosado con este aumento y con las vertientes de aquellos montes, cruza el llano de Quart junto a la venta de Poyo, para después por las cercanías de Torrent que dexa a su derecha, como igualmente Catarroja, y desagua en la Albufera de Valencia. Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas quando recibe tantas aguas y corre tan furiosamente, que destruye quanto encuentra. En 1775 causó muchísimas desgracias en Chiva, sorprendiendo a media noche sus vecinos y asoló un númerto considerable de edificios esparciendo por más de dos leguas los tristes despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte».

El texto publicado en Madrid veinte años después de esa tragedia, en 1795, llama poderosamente la atención por la similitud con los hechos recientes y lleva a reflexionar sobre las circunstancias que rodean estos sucesos recurrentes. El intelectual valenciano pasa a la historia como el precursor de lo que hoy entendemos como el desarrollo sostenible, pero ni él con su altura de miras ni los expertos actuales parecen poder prevenir los fatídicos resultados en pérdidas de vidas humanas que estos temporales causan allí, en Valencia.

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