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domingo, 20 de octubre de 2024

''Id e invitad a todos al banquete''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

En este fin de semana celebramos como Iglesia el DOMUND, una jornada especial para orar y colaborar con las misiones. No es la única jornada del año dedicada a esta realidad, también está la Infancia Misionera, la Jornada de Oración por las Vocaciones Nativas, la Campaña de la Misión Diocesana... pero esta es la que se vive de algún modo con más intensidad al ser la que tiene lugar en octubre, mes misionero por excelencia. El lema de este año que ha elegido el Papa Francisco es un recordatorio hermoso para todos los bautizados: ''Id e invitad a todos al banquete'' (Mt 22,9). Siempre os digo que la misión está aquí, en nuestra casa, en nuestro barrio, en nuestro trabajo... ¿Cuántas personas de nuestra familia, de nuestro pueblo, de nuestras amistades no vienen a misa? Ahí está el campo de evangelización que tenemos para hacerles descubrir que es en verdad Jesús quien les invita y espera en torno al altar. 

Hoy España ya es más tierra de misión que cuna de misioneros, aún así, vivimos con la esperanza de que el Señor habrá de tocar los corazones endurecidos y que vendrán el día de mañana tiempos mejores para la fe en nuestra Patria. Por los datos que nos facilitan las Obras Misionales Pontificias sabemos que hay 1.126 territorios de misión, que representan un tercio de las diócesis del mundo. En ellos, se encuentran el 44% de las escuelas de la Iglesia Católica y el 30% de sus instituciones sociales (hospitales, orfanatos, residencias…). Con los donativos del Domund, Obras Misionales Pontificias ayuda cada año a todos y cada uno de los Territorios de Misión en nombre del Papa. Desde la Delegación Diocesana de Misiones la información que nos facilitan es que Asturias cuenta con 112 misioneros repartidos por el mundo, mayormente mujeres, con una edad elevada. Actualmente se está estudiando la apertura de una nueva misión diocesana; este verano varios seminaristas realizaron junto al Señor Arzobispo una experiencia misionera en la diócesis mexicana de Tlapa, Estado de Guerrero: «uno de los más pobres del país», aunque se están ponderando otros lugares de Hispanoamérica.

También la palabra de Dios en este Domingo XXIX del Tiempo Ordinario nos ayuda a comprender algunos matices que tiene el ser misionero y hacer de nuestra vida una auténtica misión, dando a conocer a Jesucristo y construyendo ya en esta vida su reino de amor, que comienza aquí entre nosotros extendiéndose después a la eternidad. Hemos de ser conscientes de que nuestro mundo no vive ni cotiza al alza la paz, la caridad, la justicia, la verdad...Pero esto no puede llevarnos a la indiferencia y la apatía, a darlo todo por perdido y a seguir el rumbo que los demás nos marcan. Saber asumir las dificultades, los dolores y las cruces es la mejor misión de todas. Los grandes misioneros no son los que van a tierras lejanas, sino que esa misión "ad gentes" no serviría de nada si tras ella no estuviera la oración de la Iglesia que los sostiene en su liturgia de las horas la oración de la vida contemplativa y, especialmente, la oración de los enfermos que ofrecen sus dolores y sufrimientos por que crezca esta familia nuestra de los hijos de Dios. Santa Teresita del Niño Jesús, que celebramos el 1 de octubre, es la Patrona de las misiones, una joven que ingresó en el Carmelo con 15 años y falleció a los 24 años tras nueve de vida en clausura: ¿Cómo una joven que nunca salió en sus años de religiosa de los muros del convento puede ser patrona de las misiones?. Pues porque era tal su amor por dar a conocer a Jesús que supo ser misionera, incluso desde la clausura. Os invito a descubrir su vida y escritos que son muy sencillos y profundos. Sobre la dimensión de darle al padecimiento un rendimiento sobrenatural, tenemos la primera lectura de hoy del profeta Isaías, que forma parte del famoso "canto del siervo". Qué descripción más precisa de lo que nosotros tenemos en la mente acerca de la crucifixión del Señor: ''El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años''. 

También mirando a Jesús crucificado le vemos como ''sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo'', como nos recordaba la epístola a los Hebreros. Él no sólo nos da ejemplo y nos señala a la vez el camino para así mantenernos firmes en la confesión de la fe, sino qué, además, le vemos muy cercano a nuestras penas pues también Él fue probado en todo como nosotros, menos en el pecado. No podemos ser buenos misioneros sin vivir unidos a Jesucristo, sin tiempo de oración, sin vida sacramental... Ahí está el peligro de anunciar un Jesús diseñado y moldeado a nuestro gusto, que nada tiene que ver con el Hijo de Dios, Sumo y Eterno Sacerdote, Rey de reyes y Señor de señores. Sobre esto, el Papa Francisco ha afirmado: ''Cuántas veces queremos un dios a nuestra medida, más que llegar nosotros a la medida de Dios; un dios como nosotros, más que llegar a ser nosotros como Él. Pero así, en vez de la adoración a Dios preferimos el culto al yo. Es un culto que crece y se alimenta con la indiferencia hacia el otro”. No perdamos de vista esta verdad. 

Por último, el evangelio de este domingo con la escena de los Zebedeos creo que podríamos resumirlo en tres aspectos: el primero el interés; nos acercamos a Jesús o la Iglesia buscando colocarnos y situarnos, cuando aquí los primeros son los últimos y los últimos los primeros, algo que se le escapaba a Santiago y a Juan. Dentro de esto habría que añadir las etiquetas: ¿cuánto tiempo perdemos etiquetándonos a nosotros mismos y a los demás, colocando nosotros mismos a unos y otros a la izquierda o a la derecha, del lado de los progresistas o de los conservadores, cuando lo realmente importante es nuestra fidelidad radical al Señor. Luego, la pregunta que el Maestro hace a los discípulos hemos de hacérnosla cada uno de nosotros mismos: ''¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?''. ¿Nos atrevemos a ser misioneros de Jesús en medio de nuestro mundo hasta ser capaces de morir por darle a conocer?... No es poca pregunta para reflexionar en oración y con el corazón abierto. Y por último: ''el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos''. Benedicto XVI explicaba en una bella homilía en el año 2009 el sentido de estas palabras: ''Servir y en ello donarse uno mismo; ser no para uno mismo, sino para los demás, de parte de Dios y con vista a Dios: este es el núcleo más profundo de la misión de Jesucristo y, a la vez, la verdadera esencia de su sacerdocio. Así, él hizo del término "siervo" su más elevado título de honor. Con ello llevó a cabo un vuelco de los valores; nos donó una nueva imagen de Dios y del hombre. Jesús no viene como uno de los señores de este mundo, sino que él, que es el verdadero Señor, viene como siervo. Su sacerdocio no es dominio, sino servicio: este es el nuevo sacerdocio de Jesucristo al modo de Melquisedec''... Que también nosotros sepamos ser misioneros que nos pongamos al servicio de los demás, dándonos a nosotros mismos. 

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