El P. Jorge López Teulón analiza su libro Mártires a la sombra del Alcázar de Toledo
Jorge López Teulón (Madrid, 1970). Tras cursar los estudios eclesiásticos en el Seminario Mayor de San Ildefonso, recibe la ordenación sacerdotal el 25 de junio 1995. Sus años de ministerio sacerdotal los ha desarrollado en la ciudad de Talavera de la Reina (Toledo). Es delegado de Medios de Comunicación Social en la Vicaría de Talavera desde 1996. Se le encargó durante un quinquenio (1998-2002) la retransmisión para el territorio nacional de la Misa dominical de la Cadena COPE. Desde 1996 es el capellán del Colegio “Compañía de María” de la Orden de Hijas de María Nuestra Señora en Talavera de la Reina. En el año 2002 fue nombrado Postulador de una Causa de 464 mártires de la persecución religiosa de 1936 a 1939, para la provincia eclesiástica de Toledo y la diócesis de Ávila.
¿Por qué decidió escribir un libro titulado Mártires a la sombra del Alcázar de Toledo?
¿Quién no ha oído hablar de la gesta del Alcázar de Toledo? Recién llegado, en 1986, al seminario menor de Toledo fue de las primeras cosas que escuché con asombro. Entonces, todavía, los turistas japoneses, por ejemplo, acudían a Toledo con toda normalidad para visitar los sótanos del Alcázar y escuchar aquel episodio épico de la guerra civil española. Recuerdo que dando una conferencia en Madrid se me acercó al final un hombre corpulento que debía frisar los 80 años, y me dijo: “-Soy húngaro. Mi abuela en aquellos meses de julio, agosto y septiembre de 1936, nos ponía de rodillas todas las noches para rezar por la liberación del Alcázar”. Era el inicio de la guerra y medio mundo siguió aquel episodio. Pero… a la sombra del Alcázar -se trata de uno de los edificios más emblemáticos y potentes de la ciudad de Toledo- tuvo lugar una de las matanzas menos conocida de la persecución religiosas. La ciudad amurallada se convirtió en una ratonera y comenzó la caza de todo lo que “oliese a cera”. En los 72 días que duró el asedio fueron asesinados más de 100 sacerdotes y religiosos. Sin hablar del martirio de los seglares…
¿Cómo complementa otros libros martiriales que ha escrito?
Bueno, complementa porque sirve para que el tema de la persecución religiosa (1931-1939) sea más conocido. Hemos escrito mucho del grupo de canónigos beatificados en 2007 (por ejemplo, la trilogía del beato José Polo) pero este libro contextualiza, en un único relato, el martirio de un par de centenares de hombres que alcanzaron la palma del martirio en Toledo. A punto de aparecer el cuarto tomo de la historia de la persecución religiosa en la archidiócesis de Toledo (tomos de 600 páginas, que se pueden descargar gratuitamente en internet)… más que completar, ofrece otra manera narrativa de acercarnos a estos trágicos, y a la vez gloriosos, episodios de nuestra Ciudad Imperial.
¿Por qué por encima de Ciudad regia o Ciudad Imperial… Toledo es ante todo una Ciudad Martirial?
Monseñor Jaime Colomina Torner (1922-2020) fue un referente en la archidiócesis de Toledo en muchos campos, pero destacó por su labor en pro de las causas de canonización de los mártires de nuestra archidiócesis de Toledo. De él recogí el testigo, tras sus muchos años al frente de la Delegación para las Causas de los Santos, en estas tareas.
Creó un mapa martirial de la ciudad de Toledo con el subtítulo “Recuerdo de los que dieron su vida aquí, en testimonio de la fe católica”. Explicaba que Toledo ha recibido diversos títulos: Ciudad regia, Ciudad Imperial, Ciudad de las Tres Culturas… todavía le pertenece otro: Ciudad martirial. Aquí es donde monseñor Colomina explicaba que desde el martirio de santa Leocadia de Toledo, en el año 304, hasta que estalla la guerra civil española no hubo más mártires en el suelo diocesano. Y la sangre, literalmente, corrió en el verano de 1936 por las calles de Toledo.
El exterminio de seglares, sacerdotes y religiosos que se produjo en esos 72 días tiene pocos parangones en la historia…
Bueno, como decía antes, la ciudad de Toledo se convirtió en una ratonera y, desde el principio, las milicias republicanas fueron casa por casa, buscando a unos y otros. A veces, puede parecer exagerado el uso de la palabra “exterminio”. Pero la RAE nos recuerda que esta palabra viene del latín “exterminare” y que significa “acabar del todo con algo”. Pues eso fue lo que hicieron. Apenas se salvó un puñado de sacerdotes y religiosos.
Por ejemplo, las matanzas que tuvieron lugar en el paseo del Tránsito de Toledo son prueba de ese espantoso cálculo. Solo llevaba diez días cercada y tomada la ciudad por los marxistas y ya se conocía como el Glorioso Tránsito de los Mártires de Toledo. El asesinato, no solo de los sacerdotes, tiene como último fin político mantener el espanto entre los supervivientes e impedir su reacción.
Finalmente, sin salir de nuestra provincia, lo de las comparaciones es muy complicado: la mina de Camuñas (Toledo) es un episodio tremendo con más de 300 asesinados arrojados a una mina romana de 28 metros de profundidad, o episodios únicos como el salvaje asesinato de la sierva de Dios Mª de la Piedad Suárez de Figueroa, Piedaíta, en Villanueva de Alcardete. Pero sí: la caza, captura, asesinatos, detenciones, prisión y fusilamientos en masa (como los 80 asesinados en la Puerta del Cambrón en la noche del 23 al 24 de agosto de 1936)…
¿Cuál fue el legado de estos mártires a la Iglesia y a la patria española?
Algo que, a veces, se obvia (y yo creo que está en la mente de todos los mártires) es la entrega de la vida para que España se mantenga católica. Es el legado principal: a través de la entrega de sus vidas evangelizar nuestra nación.
Muchas veces me preguntan: -Pero, como está España, ¿para qué sirvió su martirio y el derramamiento de su sangre? Y siempre les digo: -A ellos, para ir al cielo, y a nosotros para imitar su ejemplo en el martirio de cada día y pedirles por España.
Desde el cielo no dejan de sacarnos los colores: -Si nosotros pasamos por el martirio a qué estáis esperando para ser santos.
¿Cómo ha sido el proceso de documentación de estos hechos?
Pues podría decir que complementario y cruzando todos los datos que es lo más complejo. Es que a la vez que están asesinando en las calles a un canónigo de la catedral, en la otra punta están fusilando al cocinero de los maristas, o mientras cazan, literalmente, a los carmelitas por los tejados del centro de la ciudad están encarcelando a párrocos y canónigos…
Por supuesto a la documentación que se conserva en la postulación y en el Archivo Diocesano de Toledo. Pero cuántas gracias tenemos que dar, en nuestro Toledo bendito, a sacerdotes y frailes que fueron los primeros en escribir sobre sus mártires: el trabajo del sacerdote e historiador Juan Francisco Rivera Recio; al padre José María Gomez de la Compañía de Jesús; al padre dominico Luis G. Alonso Getino; al hermano marista Luis Puebla Centeno; al padre carmelita José Vicente Rodríguez; a los operarios diocesanos… a las madres jerónimas y concepcionistas de Toledo y las carmelitas de Cuerva (Toledo) que conservaron en sus crónicas la tragedia de lo vivido en aquel verano nefasto.
También al que fuera el cronista oficial de Toledo, don Luis Moreno Nieto, que siendo un joven reportero primero, padeció la cárcel junto a su hermano seminarista.
Finalmente, a la Hermandad de Santa María del Alcázar de Toledo.
De entre todos ellos, ¿qué testimonios destacaría especialmente?
Me parece impresionante cómo comunidades enteras [como fue el caso de los maristas (en número de 11) o los carmelitas (16)] se entregaron como corderos y fueron sacrificados.
Por ejemplo, lo vivido por el beato Ricardo Plá, que padeció el martirio en dos actos. Primero llevado al paredón con sus ancianos padres y su hermana… un miliciano apareció de repente y paró aquello. Luego se lo llevaron a los días a él solo. Y las palabras de su madre cuando lo detuvieron: -Hijo, valor para morir y más valor para perdonar.
Sacerdotes ancianos, como el beato Joaquín de la Madrid, que habían hecho un colegio para huérfanos.
Y luego me impresionan mucho las vidas de muchos sacerdotes a los que, por falta de espacio e incluso por desconocimiento de datos o por tener, frente a otros, unas vidas más discretas… son sencillamente sacados de sus casas y fusilados sin más. Mártires con todas las letras… que coronaron sus vidas sacerdotes, llenas de misas y confesiones, con el derramamiento de su sangre.
La entrada en el Alcázar del canónigo Camarasa de Madrid y la misa que se celebró aquel día, a mitad del asedio, para convencerles que entregaran el Alcázar. La misa de acción de gracias con todos aquellos náufragos que resistieron el embate de sus enemigos…
Los diálogos y despedidas que, como decía antes al responder alguna otra pregunta, gracias a los que investigaron antes que yo estos sucesos, pudieron conservar con la frescura del tiempo cercano, palabras de despedida y de perdón.
Me preguntas qué destacaría o a quién… ¡a todos! Es como una sinfonía que compone, nota a nota, una gloriosa tragedia… Un joyero que tiene como cuerpo a la ciudad de Toledo y en el que se van engastando auténticas y valiosísimas joyas que son los nombres de cada uno de estos mártires.
¿Por qué es necesario seguir dando a conocer estos hechos?
Y cómo no. Nuestra es ahora la responsabilidad. Pero suya lo fue en aquellos meses aciagos del verano de 1936. A nosotros nos toca tenerles tan presentes por la comunión de los santos. Como sacerdotes para pedirles que su sangre y su testimonio redunde en beneficio de los sacerdotes que actualmente conformamos el presbiterio de Toledo.
A los seglares lo mismo. Que sepan quiénes eran, por ejemplo, Fidel Galán Rojo, hombre querido por todos los que lo tratan, y que ofrece, en cambio, a los milicianos un detalle más que “suficiente” para justificar el crimen. Su delito es que vive de su trabajo artesano como cerero, nutriendo de velas a parroquias y cofradías. O el humilde zapatero, Domingo Campos Garrido, muy conocido en Toledo porque figuraba en las juntas directivas de muchas cofradías y asociaciones piadosas. El día de su asesinato lo obligan a llevar un cirio encendido para mofarse de él hasta el paseo del Tránsito, donde lo fusilan.
Que por qué es necesario me preguntas…porque su fidelidad clama contra nosotros por nuestra tibieza y medias tintas…y es obligatorio más que necesario recordarlo y recordárnoslo. Su vida es denuncia y no tenemos escapatoria…Solo si no lo conociéramos.
¿En qué medida el Alcázar de Toledo se ha convertido en un emblema mundial en defensa de la fe?
El actual deán de la Catedral de Coria, Dr. Ángel David Martín Rubio, pronunció una conferencia en 2011 titulada Aspecto religioso de la Defensa del Alcázar, en ella recordaba que un miliciano fue quien dijo una de las verdades más crudas sobre la guerra española, a través de una emisora de radio que incitaba a la rendición a los héroes del Alcázar: «Vosotros por creer en Dios, y nosotros por no creer en él, en menudo “fregao” nos hemos metido».
Creo que el Alcázar de Toledo está definido en su defensa de la fe en la figura del siervo de Dios Antonio Rivera. El padre de Rivera afirmaba que hubo dos motivos que llevaron a su hijo, sin ser militar, a entrar en el Alcázar: el primero por defender a España, pero en el fondo de este amor a España estaba el amor a la religión, a la que defendía cuando luchaba contra el comunismo.
Allí coinciden más de 30 jóvenes de la Acción Católica, cuya presidencia ostenta Antonio Rivera en la diócesis de Toledo. Dentro del Alcázar se celebrarán reuniones, círculos y actos de piedad en común. Se llegó a tener meditación colectiva diaria. Así como el rosario o la salve cantada en la capilla del Alcázar.
Creo que la oración, la vida de fe y los sacrificios mantuvieron firmes en la fe a defensores y refugiados del Alcázar. Pero la misma fe no consiguió la victoria en el sitio heroico del santuario de la Cabeza en Jaén… [sería necesario establecer criterios comunes para esta afirmación, sobre realidades distintas]. Pero por eso, creo que esta balanza se desequilibró a favor de la fe por la sangre derramada de los sacerdotes, religiosos y seglares mártires en la ciudad de Toledo.
¿Por qué merece la pena leer el libro?
Porque son historia viva. Están vivos y no podemos sino encomendarnos a ellos. No es una historia ficticia con un personaje ficticio, como don Quijote. No es una historia real con una vida de aventuras, como la del propio Cervantes. Son los que vestidos de blanco llevan las palmas del martirio en sus manos. Son los que vinieron de la gran tribulación y han lavado y blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero, como se afirma en el Apocalipsis… y desde la vida eterna reinan victoriosos.
Animo, como se nos ha enseñado desde niños, a leer sus vidas, a conocer sus gestas, sus vidas santas (la Iglesia católica proclama al canonizarlos y beatificarlos sus virtudes heroicas). Todavía conservo el primer librito de la Editorial Apostolado Mariano sobre los mártires de 1936 que compré, siendo niño, en un campamento de la Unión Seglar del padre Alba.
Claro que merece la pena leer este libro y cualquier otro que nos de a conocer la vida de nuestros mártires. Cualquier libro de santos que nos pueda llevar a forjar una verdadera amistad con ellos y encomendarnos en las dificultades de cada día. Y en el caso de los mártires pedir para que España no pierda sus raíces cristianas, pues por este motivo vertieron ellos su sangre.
Por Javier Navascués
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