(COPE) Dios siempre sorprende en sus planes porque puede escoger a los más despreciables. Hoy celebramos a San Mateo. Su condición de recaudador le hizo odioso a los ojos de los hombres. Sin embargo, la Providencia vio un corazón capaz de dejarse transformar. Oriundo propiamente de Cafarnaum, en el primer Evangelio del que él es su autor, encontramos el relato de su llamada y conversión.
Pasando Jesús junto al mostrador de los impuestos, vio a un hombre llamado Leví -de nombre Mateo- al que le dijo: “Sígueme”. Él, inmediatamente, dejándolo todo, le siguió. Y sucedió que, al ofrecer una cena a Jesús, se sentaron a la mesa muchos pecadores, por lo que los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Cómo es que vuestro Maestro come con publicanos y pecadores?”, respondiendo Cristo a los fariseos: “No tiene necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. ¡Andad! ¡Aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios!”.
Que no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores. También en otro pasaje se puede comprobar cómo el Señor después de bajar de la montaña, tras haber pasado la noche en Oración, llamó a sus discípulos, y escogió a Doce que estuviesen con Él, a los que llamó Apóstoles. Testigo como el resto del Colegio Apostólico de la Resurrección de Cristo, tras el envío del espíritu santo marcha a predicar la Buena Nueva a Oriente.
Muere mártir en Persia por confesar la Fe en Cristo Jesús. Cada evangelista tiene un símbolo según cuenta Ezequiel en el Antiguo Testamento y el Apocalipsis. En el caso de San Mateo se le representa con un hombre o un ángel porque comienza el Evangelio hablando de Dios que se hace Hombre a través de la Genealogía y un Ángel advierte a José que no dude en tomar a María como Esposa.
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