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lunes, 23 de septiembre de 2024

Acerca de la justicia social. Por Bernardino Montejano

Hace ya muchos años, tuve el honor de colaborar en un libro titulado “Acerca de la Justicia”, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1971, junto a Tomás Casares, Luis Cabral y Abelardo Rossi. Ninguno de los aportes se titula: Justicia social. El trabajo de Casares es “Notas sobre justicia y bien común”, el de Cabral, “Justicia y seguridad”, el de Rossi, “Justicia y caridad” y el mío, “La equidad como justicia y la equidad como discreción”.

Repasé mis archivos y donde creía encontrar alguna referencia a la justicia social, en un discurso titulado “La encíclica Rerum Novarun en sus 90 años” publicado en “Universitas” y “Doctrina Social de la Iglesia. Derecho y Moral”, publicado en “Prudentia Iuris”, XIII, 1984, no encontré nada.`

Entonces, a encarar el tema. El aporte de Recasens Siches en la GER, comienza manifestando que desde los años treinta del siglo pasado, comienza a difundirse la expresión “justicia social”, como combinación de las especies clásicas de la justicia, “ya que se trata de un conjunto de imperativos de justicia conmutativa y de justicia distributiva, enfocando estos desde el punto de vista de la organización jurídico política de la sociedad, en lo que atañe a las remuneraciones económicas del trabajo, a las condiciones del nivel material de vida, a la protección de la sanidad y salubridad, al amparo de la familia y a la salvaguardia de la infancia, a hacer posible el desenvolvimiento de las potencialidades humanas de cada individuo, a las condiciones equitativas de trabajo y al alivio de las desgracias producidas por la naturaleza física, como por las contingencias de desajustes sociales… Ella se presenta como el conjunto de medidas políticas, económicas, jurídicas ,para remediar o al menos aliviar, el llamado problema social”.

Y señala algo comprobable: “parece que la autonomía personal y la democracia política solas, no resuelven problemas muy angustiosos de la vida social: crear los medios materiales para que pueda darse una existencia humana digna, alcanzar un nivel humano de vida y desenvolver sus potencialidades”.

Un gran charlatán, el lenguaz de Chascomús, un analfabestia, repetía que con la democracia no solamente se vota, sino que se educa, se cura, se come y debo agregar se defeca, para que el ciclo no acabe en el vómito. Hasta los nuestros obispos, tan democráticos, tan poco perspicaces, han debido reconocer el fracaso democratista después de varias décadas de experiencia.

Recasens intenta escribir una breve historia de la expresión, en la cual desfilan Chateaubriand, Ozanam, Saint-Simon, Prohudon, Owen, Marx, Tolstoi y los Papas desde León XIII hasta nuestros días.

Tengo gran respeto por Recasens y su obra y he gozado leyendo su libro, “Experiencia jurídica, naturaleza jurídica y Lógica razonable” (Fondo de Cultura Económica, México, 1971), pero su colaboración aquí, no me satisface: mucho palabrerío, poca sustancia y nada que no pueda encararse desde la actualización de las tres especies clásicas de justicia, auxiliadas por la equidad.

Ahora el tema se ha vuelto tan actual en nuestro país, que en la tapa del martes 17 de septiembre de “La Prensa” aparece una foto de un par de compañeros sonrientes, en la Unidad básica vaticana, Francisco y Pablo Moyano, y un editorial titulado: “Reinvindicó el Papa la justicia social con jerarcas de la CGT”, que dice: “Su Santidad recibió ayer en el Vaticano a una delegación de jerarcas sindicales (muchos son millonarios y algunos se presentaron con pantalón vaquero o con ropa de gimnasia) y, por separado, a la ministra Sandra Pottovello, en una reunión privada. Pablo Moyano y Héctor Daer encabezaron la comitiva. Francisco les pidió seguir trabajando por la justicia social (esa abstracción que el presidente de los argentinos considera una estafa), se manifestó alarmado por la expansión del narcotráfico y dijo que tiene ganas de visitar su Patria (¿y por qué no viene?) Los gordos se quejaron por los avances del gobierno liberal contra los derechos de los trabajadores, que a esta altura todos sabemos que se trata de un eufemismo para designar ‘nuestros privilegios’. En la p. 2 aparece una nota titulada “Francisco pide defender la justicia social”, en la cual se destaca que los sindicalistas “coincidieron con Francisco en defender la “dignificación del trabajo” y en “la necesidad de promover el diálogo entre los sindicatos, el Gobierno y los sectores empresarios para encontrar soluciones conjuntas”.

Pero hoy, junto con la primavera aparece de nuevo la justicia social, en un reclamo que llega desde la Unidad básica vaticana y que “La Nación” titula así: “El Papa muy duro con Milei: “Pagaron gas pimienta en vez de justicia social” y un subtítulo complementario: “Con un fuerte tono político Francisco criticó el protocolo antipiquetes del Gobierno, en un acto junto a Grabois: aludió a un caso de corrupción pero sin precisar en qué gestión”.

Esto es el acabóse. Imprecisiones, clericalismo, proselitismo, ignorancia, mentira, irresponsabilidad.

Bergoglio nunca se enteró que por culpa de los piquetes existen en Buenos Aires barrios casi desparecidos, porque con ellos era imposible circular, trabajar, viajar, comerciar. Que esos barrios están llenos de oficinas vacías sin que nadie las compre o las alquile, declaradas fuera del comercio, cuyos dueños sufren el “cáncer” de las expensas, más impuestos, tasas y servicios y sueldos de porteros y ascensoristas ociosos. Que gracias al protocolo, pero con lentitud a esos lugares vuelve la vida.Pero, como enemigo del orden y promotor del “hagan más lío”, muestra su opción por el caos.

Pero como si fuera poco, también se solidarizó con las usurpaciones. No me extraña pues ya hace casi diez años, ante estos delitos impunes, el Instituto de Filosofía Práctica protestó mediante un par de declaraciones tituladas: “Acerca de las usurpaciones, protegidas y ahora bendecidas” del 18 de marzo y “Acerca de otras usurpaciones” del 10 julio de 2014 (Doce años de declaraciones que no necesitan aclaraciones, Infip, Buenos Aires , 2017, p. 220 y ss. ; 237 y ss.) En la última denunciamos a funcionarios gobernamentales detrás de las usurpaciones. Hoy el mismo Francisco avala las de Grabois.

También el papa dijo que ”la justicia social no surge de ideología sino del amor”, para agregar otra confusión, pues una cosa es la justicia, virtud cardinal y otra la caridad, que es teologal.

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