(UCANews/InfoCatólica) Un estudio publicado en julio reveló que un nuevo análisis de la Sábana Santa de Turín, que incluía la composición y un análisis microscópico de las manchas de sangre, muestra que las marcas son coherentes con las torturas sufridas por Cristo tal como se describen en los Evangelios.
El estudio, titulado «New Insights on Blood Evidence from the Turin Shroud Consistent with Jesus Christ's Tortures», afirma que la presencia de partículas de creatinina con ferritina, que suelen ser un subproducto de las contracciones musculares, «confirma, a nivel microscópico, las durísimas torturas sufridas por el Jesús de la Sábana Santa de Turín».
Además, «numerosas manchas de sangre esparcidas por toda la imagen del doble cuerpo de la Sábana Santa muestran pruebas de que Jesús de la Sábana Santa fue torturado», afirmaba.
«Marcas de sangre por toda la imagen del cuerpo que concuerdan con la flagelación previa a la crucifixión, marcas de sangre en la cabeza que concuerdan con una 'corona' de espinas, marcas de sangre en la mano y los pies que concuerdan con la crucifixión y la mancha de sangre en el pecho que evidencia una herida post-mortem que se corresponde con la herida post-mortem de lanza que Cristo recibió tal y como se describe en la Biblia», decía el informe.
El nuevo estudio ha sido redactado por Giulio Fanti, profesor asociado de Mediciones Mecánicas y Térmicas del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Padua. Según su sitio web personal, Fanti ha estudiado y escrito sobre el famoso paño funerario desde 2004.
La financiación del estudio, según el informe, «corrió a cargo en parte de un grupo religioso que pidió el anonimato» y que el grupo confió a Fanti el análisis del llamado «pañuelo del Padre Pío», un tejido en el que están impresas dos imágenes consideradas milagrosas en el anverso y el reverso de (una parecida a la Sábana Santa de Turín) Jesucristo y San Pío de Pietrelcina, respectivamente.
Según el informe, un estudio preliminar realizado por Fanti, junto con el ingeniero Christian Privitera, reveló la presencia «de una sustancia casi transparente» entre los hilos manchados de sangre del sudario.
«Esta sustancia, dado su origen y de acuerdo con otros estudiosos que han analizado el Sudario de Oviedo, podría ser el líquido semitransparente producido por un edema pulmonar», decía el informe, en referencia a la acumulación excesiva de líquido en los pulmones que se cree que sufrió Jesús mientras estaba en la cruz.
El Sudario de Oviedo (España) es lo que tanto la tradición como los estudios científicos afirman que fue el paño utilizado para cubrir y limpiar el rostro de Jesús tras la crucifixión.
El estudio de Fanti sobre el Sudario de Turín afirmaba que, aparte de confirmar los relatos evangélicos de la tortura de Jesús, incluida la flagelación, el ojo derecho del hombre del sudario, dado que estaba «más hundido» con una marca vertical sobre el párpado «aparentemente surcado», indican que «pudo haber sido cegado por otro golpe del flagelo en la cabeza».
«Como alternativa a la marca del azote en el ojo derecho, se puede pensar en una herida producida por una espina de la corona colocada en la cabeza de Jesús», afirma el informe.
El sudario, de cuatro por cuatro metros, presenta una imagen foto negativa de cuerpo entero de un hombre, de frente y de espaldas, con señales de heridas que se corresponden con los relatos evangélicos de las torturas que sufrió Jesús en su pasión y muerte.
La Iglesia Católica nunca se ha pronunciado oficialmente sobre la autenticidad del sudario, alegando que los juicios sobre su antigüedad y origen correspondían a la investigación científica. Los científicos han debatido su autenticidad durante décadas, y los estudios han arrojado resultados contradictorios.
Una prueba de carbono realizada en 1988 databa la tela en el siglo XII, lo que llevó a muchos a concluir que el sudario era una falsificación medieval. Sin embargo, los científicos han cuestionado esa afirmación señalando que la metodología de la prueba era errónea y que la muestra utilizada en el proceso de datación por carbono era una pieza utilizada para remendar la tela en la Edad Media.
Un estudio de 2014 publicado en el Journal of Forensic Sciences de 2018 por Matteo Borrini, forense italiano, y Luigi Garlaschelli, químico italiano, afirmaba que los patrones de sangre en el sudario no coincidían con los dejados por una persona crucificada.
Garlaschelli también publicó un vídeo en YouTube de su experimento en 2015 utilizando a una persona viva para estudiar los patrones de sangre en varias posiciones, así como presionando una esponja contra un maniquí de plástico para examinar la forma en que fluía la sangre falsa.
Sin embargo, varios expertos e investigadores criticaron el estudio de 2014, afirmando que sus conclusiones carecían de la exactitud de estudios anteriores, algunos de los cuales incluían cadáveres de hombres que murieron de hemopericardio, la acumulación de sangre en el corazón, que se cree que fue lo que finalmente causó la muerte de Jesús en la cruz.
En su informe, Fanti cuestionaba los resultados del estudio de 1988, afirmando que ciertos factores, entre ellos la presencia de radiación de neutrones, transformaban los elementos del sudario, «sesgando así en gran medida los resultados de la datación por radiocarbono de la HST realizada en 1988 en muchos siglos».
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