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jueves, 15 de agosto de 2024

La Asunción, modelo y defensora de los cristianos. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Los creyentes católicos hoy estamos de fiesta, pues en este día mirando a la Madre del Señor queremos vislumbrar lo que anhelamos en lo más profundo de nuestro ser y nos hace vivir con esperanza, como es gozar un día de la gloria de los bienaventurados en ese reino sin fin que nos ha prometido el Señor. Por eso, para celebrar la Asunción de verdad, hemos de acudir al sacramento de la reconciliación; a veces puede parecer que los sacerdotes somos muy pesados con el tema y que nos pasamos la vida riñendo, exigiendo e insistiendo en lo mismo, y es verdad, pero lo hacemos no sólo por ser nuestra obligación pastoral en cura de almas, sino porque os queremos y deseamos que cumpliendo el plan de Dios para cada uno, podamos en verdad llegar a Él. 

Mirad, en Nápoles hay un cementerio muy curioso donde las tumbas son apadrinadas por personas que se comprometen a rezar por el alma de aquel difunto desconocido. Se llama el Cimitero delle Fontanelle -el cementerio de las pilas-. La cultura religiosa napolitana tiene una idiosincrasia propia con una profunda proyección teológica en la sabiduría popular; allí cuentan que los difuntos que se apadrinan se te presentan en sueños, hasta el punto que hay calaveras que tienen nombre o mote, pues sus padrinos dicen coincidir en como eran en sueños. Me contaba un lugareño que una calavera trasmitía el mismo mensaje a todos: ¡quiero salir del purgatorio!. Parece que había sido una persona que nunca fue a misa, y como a sus hijos no los educó en la fe, desde que murió nadie había aplicado una misa por su alma, y tal había sido su vida de alejada de Dios que necesitaría casi el mismo número de intenciones después de muerta que las que se había perdido en vida. Esto nos puede parecer una historia piadosa o "ad terrororum paisanorum", pero tiene un importante trasfondo escatológico que nos remite a lo que los cristianos siempre hemos creído: que estamos llamados al cielo, y todo lo que nos lleve en dirección contraria nos hunde y hace daño, y frustra nuestro mayor anhelo en plan de salvación que Dios tiene para cada uno.

La Asunción, modelo y defensora de los cristianos:

Creer en Dios no nos hace inmunes al dolor y al sufrimiento, pero nos ayuda a darle sentido y verlo con otros ojos, hasta el punto de sacarle rédito y partido espiritual. A Nuestra Señora de la Asunción se la llama ''modelo y defensora de los cristianos''. Ella es el modelo perfecto de vida cristiana, de mujer nueva en de caridad, en fe y vocación... Nunca nos cansemos no sólo de mirarla, sino especialmente de tratar de imitarla en todo. María ''guardaba todas las cosas en su corazón'': sabía discernir, no actuaba sin más, sino que lo que tenía en la mente lo pasaba por el corazón y la oración. María se autodenomina ''esclava''; se humilla, no se cree por encima de nada ni de nadie, a pesar de que el mismo Creador la ha elegido para llevar adelante su plan de redención. María dice sí: ''hágase en mí según tu palabra''; obedece, se somete a los planes de Dios y pone las riendas de su vida en manos de la Providencia. María es madre de Buen Consejo que nos dice: ''haced lo que Él os diga''. No tenemos mejor modelo que Ella. Y acudimos a su protección para que nos defienda de los enemigos del alma y del cuerpo, pues es "Asumpta"; es decir, ''enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores''. Por ello la llamamos reina de cielos y tierra, o señora de todo lo creado. Así la celebraremos dentro de ocho días concluida esta Octava de la Asunción, el próximo 22 de Agosto, día de Santa María Reina. 

La Asunción, consuelo en nuestro peregrinar


Los santos gozan ya de la visión de Dios, aunque tan sólo en alma, mientras que María participa no sólo en alma, sino ‘’en cuerpo y alma’’. Los cuerpos de los santos aún están entre nosotros, y los veneramos como reliquias; esperan la resurrección de la carne al final de los tiempos y, sin embargo, no hay tumba ni cadáver de Nuestra Señora dado que ‘’terminado el curso de su vida en la tierra’’ -como dicen las palabras exactas de la definición dogmática- participa en plenitud de la vida del cielo. Esta es una verdad que llamamos "misterio", por tratarse de una realidad que nos supera, pero que la comprendemos fácilmente desde la clave del amor, y es que era tal la unión entre Jesús y María, entre el Hijo y la Madre, que Dios la asoció a su resurrección para tenerla cuanto antes a su lado. Esto lo describe de forma muy clara la liturgia de hoy en su prefacio: ''Con razón no quisiste, Señor, que conociera la corrupción del sepulcro la mujer que por obra del Espíritu, concibió en su seno al autor de la vida''. Hay aspectos que en esta vida no seremos capaces de conocer ni entender: ¿María se durmió al concluir su vida mortal y directamente fue al cielo, o primero pasó por la muerte? ¿Podría morir María siendo Inmaculada desde su concepción como si fuera un tributo al pecado?... Algunos teólogos y mariólogos sí defienden que María murió como su Hijo por asemejarse más a Él, ya que a Ella la consideramos la perfecta discípula; sin embargo, la Iglesia siempre ha sido muy cuidadosa en estos aspectos. Por ejemplo, los católicos orientales celebran "la Dormición de María", pues quieren contemplar en el sueño el transito hacia lo eterno. Todo muerto parece dormido, toda persona cuando fallece cierra los ojos, pero los cristianos católicos vemos en ese gesto un transporte amoroso. Los ateos dicen de un ser querido difunto: ¡parece que duerme! y nosotros decimos: ¡descanse en paz! le deseamos un buen reposo, pues esperamos que duerma el sueño de los justos. 

Decimos que Ella es nuestro consuelo, pues al contemplarla asumpta a los cielos, triunfante y alejada de toda atadura mundana, hemos de sentirnos esperanzados al tomar conciencia de que el sepulcro no tiene la última palabra; no lo tuvo para Jesús que pasó por él, ni lo tuvo para María que ni siquiera pasó por éste. Tal misterio debe darnos a los católicos la respuesta a nuestras aflicciones, dado que en María asumpta en cuerpo y alma al cielo vemos con nitidez lo que nos enseña el Concilio Vaticano II: «brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo» (LG 68).

La Asunción, una celebración con mirada de futuro

Podríamos decir que el día de la Asunción es un día muy grande del año litúrgico, y no sólo en España, sino para todos los católicos del mundo. Es uno de los días más importantes en el calendario. Es una de las fiestas marianas más importantes, sí; pero esta solemnidad tiene algo muy específico dado que es una revisión de vida que el Señor por medio de su Madre nos invita hoy a hacer: ¿Cómo veo yo mi mañana? ¿Cómo se presenta mi futuro personal?... Y es que la Asunción de María es una jornada muy alegre para celebrar la esperanza de la obra más grande que Dios quiere hacer en nosotros y que es nuestra propia salvación. Si esta fuera mi última fiesta: ¿dónde estará mi alma el año que viene? ¿podré por mis actos ir directamente al cielo, o me tocará quedarme en el purgatorio clamando misericordia hasta que  ponga con Dios y mis semejantes al día las cuentas pendientes que no dejé arregladas?... El que esté seguro de que va por buen camino, enhorabuena y a seguir mejorando; los que necesitamos mejorar, no nos durmamos en en los laureles, pues nuestro tiempo en este mundo tiene fecha de caducidad y nos jugamos algo tan serio como la salvación. Seguro que los más mayores recuerdan u oirían alguna vez aquellas canciones que invitaban a tener deseos de eternidad: ''Un día al cielo iré, al cielo patria mía, y allí veré a María o sí yo la veré...'' u otra más antigua que decía: ''Quisiera, madre mía, subir al cielo y decirte al oído cuánto te quiero''. Nosotros nos tenemos que poner las pilas en lo que respecta a preparar nuestro camino al cielo; allí vamos a tener enchufe, que para algo nuestra Madre es  Reina y Señora del lugar; ahora bien, el camino de aquí a allá depende de cada uno de nosotros. 

Me gustaría concluir teniendo un recuerdo especial para Tierra Santa: el Custodio de Tierra Santa, Fray Francesco Patton dirigió en estos días pasados una carta a los frailes franciscanos pidiendo que este 15 de Agosto se rezara de forma especial por la paz en Oriente Medio y en todo el mundo. El Padre Francesco termina con un deseo que también hacemos nuestro: Que la Virgen María obtenga hoy lo que ya cantó en el "Magnificat, y lo que su divino Hijo proclamó en las Bienaventuranzas: “que los soberbios sean esparcidos en el pensamiento de sus corazones; los poderosos sean derribados de sus tronos, y los humildes finalmente exaltados; que los hambrientos sean colmados de bienes, los pacíficos sean reconocidos como hijos de Dios y los mansos reciban la tierra como regalo”. ¡Que así sea! 

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