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sábado, 31 de agosto de 2024

Nuevo estudio sobre la Sábana Santa de Turín confirma torturas descritas en los Evangelios

(UCANews/InfoCatólica) Un estudio publicado en julio reveló que un nuevo análisis de la Sábana Santa de Turín, que incluía la composición y un análisis microscópico de las manchas de sangre, muestra que las marcas son coherentes con las torturas sufridas por Cristo tal como se describen en los Evangelios.

El estudio, titulado «New Insights on Blood Evidence from the Turin Shroud Consistent with Jesus Christ's Tortures», afirma que la presencia de partículas de creatinina con ferritina, que suelen ser un subproducto de las contracciones musculares, «confirma, a nivel microscópico, las durísimas torturas sufridas por el Jesús de la Sábana Santa de Turín».

Además, «numerosas manchas de sangre esparcidas por toda la imagen del doble cuerpo de la Sábana Santa muestran pruebas de que Jesús de la Sábana Santa fue torturado», afirmaba.

«Marcas de sangre por toda la imagen del cuerpo que concuerdan con la flagelación previa a la crucifixión, marcas de sangre en la cabeza que concuerdan con una 'corona' de espinas, marcas de sangre en la mano y los pies que concuerdan con la crucifixión y la mancha de sangre en el pecho que evidencia una herida post-mortem que se corresponde con la herida post-mortem de lanza que Cristo recibió tal y como se describe en la Biblia», decía el informe.

El nuevo estudio ha sido redactado por Giulio Fanti, profesor asociado de Mediciones Mecánicas y Térmicas del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Padua. Según su sitio web personal, Fanti ha estudiado y escrito sobre el famoso paño funerario desde 2004.

La financiación del estudio, según el informe, «corrió a cargo en parte de un grupo religioso que pidió el anonimato» y que el grupo confió a Fanti el análisis del llamado «pañuelo del Padre Pío», un tejido en el que están impresas dos imágenes consideradas milagrosas en el anverso y el reverso de (una parecida a la Sábana Santa de Turín) Jesucristo y San Pío de Pietrelcina, respectivamente.

Según el informe, un estudio preliminar realizado por Fanti, junto con el ingeniero Christian Privitera, reveló la presencia «de una sustancia casi transparente» entre los hilos manchados de sangre del sudario.

«Esta sustancia, dado su origen y de acuerdo con otros estudiosos que han analizado el Sudario de Oviedo, podría ser el líquido semitransparente producido por un edema pulmonar», decía el informe, en referencia a la acumulación excesiva de líquido en los pulmones que se cree que sufrió Jesús mientras estaba en la cruz.

El Sudario de Oviedo (España) es lo que tanto la tradición como los estudios científicos afirman que fue el paño utilizado para cubrir y limpiar el rostro de Jesús tras la crucifixión.

El estudio de Fanti sobre el Sudario de Turín afirmaba que, aparte de confirmar los relatos evangélicos de la tortura de Jesús, incluida la flagelación, el ojo derecho del hombre del sudario, dado que estaba «más hundido» con una marca vertical sobre el párpado «aparentemente surcado», indican que «pudo haber sido cegado por otro golpe del flagelo en la cabeza».

«Como alternativa a la marca del azote en el ojo derecho, se puede pensar en una herida producida por una espina de la corona colocada en la cabeza de Jesús», afirma el informe.

El sudario, de cuatro por cuatro metros, presenta una imagen foto negativa de cuerpo entero de un hombre, de frente y de espaldas, con señales de heridas que se corresponden con los relatos evangélicos de las torturas que sufrió Jesús en su pasión y muerte.

La Iglesia Católica nunca se ha pronunciado oficialmente sobre la autenticidad del sudario, alegando que los juicios sobre su antigüedad y origen correspondían a la investigación científica. Los científicos han debatido su autenticidad durante décadas, y los estudios han arrojado resultados contradictorios.

Una prueba de carbono realizada en 1988 databa la tela en el siglo XII, lo que llevó a muchos a concluir que el sudario era una falsificación medieval. Sin embargo, los científicos han cuestionado esa afirmación señalando que la metodología de la prueba era errónea y que la muestra utilizada en el proceso de datación por carbono era una pieza utilizada para remendar la tela en la Edad Media.

Un estudio de 2014 publicado en el Journal of Forensic Sciences de 2018 por Matteo Borrini, forense italiano, y Luigi Garlaschelli, químico italiano, afirmaba que los patrones de sangre en el sudario no coincidían con los dejados por una persona crucificada.

Garlaschelli también publicó un vídeo en YouTube de su experimento en 2015 utilizando a una persona viva para estudiar los patrones de sangre en varias posiciones, así como presionando una esponja contra un maniquí de plástico para examinar la forma en que fluía la sangre falsa.

Sin embargo, varios expertos e investigadores criticaron el estudio de 2014, afirmando que sus conclusiones carecían de la exactitud de estudios anteriores, algunos de los cuales incluían cadáveres de hombres que murieron de hemopericardio, la acumulación de sangre en el corazón, que se cree que fue lo que finalmente causó la muerte de Jesús en la cruz.

En su informe, Fanti cuestionaba los resultados del estudio de 1988, afirmando que ciertos factores, entre ellos la presencia de radiación de neutrones, transformaban los elementos del sudario, «sesgando así en gran medida los resultados de la datación por radiocarbono de la HST realizada en 1988 en muchos siglos».

¿Sabes lo que es un acto de desagravio?


La mayor riqueza que tiene la Iglesia católica es la Eucaristía, nada más sagrado por tratarse del Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo

Cuando nuestro Señor Jesucristo prometió: «He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20), nunca lo hizo en sentido figurado. Por supuesto, Él tenía que volver al lado del Padre para que viniera el Paráclito (Jn 16,7), pero ideó la manera de permanecer con nosotros, y lo hizo bajo las especies de pan y vino.

Por ello, San Juan Pablo II escribió en la encíclica Ecclesia de Eucharistia: La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no solo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de sí mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación.

Todo atentado contra la Eucaristía es un sacrilegio

Entendemos, de esta manera, que cualquier ofensa en contra de la santísima Eucaristía se convierte en un acto gravísimo, cometiendo sacrilegio y mereciendo como castigo la excomunión. El Código de Derecho Canónico lo declara así:

Can. 1382 § 1. Quien arroja por tierra las especies consagradas, o se las lleva o las retiene con una finalidad sacrílega, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica; el clérigo puede ser castigado además con otra pena, sin excluir la expulsión del estado clerical.

El acto de desagravio

Habiendo ofendido al Señor con actos sacrílegos, es necesario desagraviarlo. Por ello, la Iglesia exige realizar actos de desagravio, que son oraciones de reparación, penitencia y perdón por las ofensas cometidas en contra de la santísima Eucaristía.

No hay manera de que, humanamente, podamos compensar a Dios por tanto que le ofendemos, pero algo podemos hacer para retribuir su inmenso amor.

Hay muchas maneras para desagraviar al Señor, como hacer procesiones, horas santas, actos penitenciales, oraciones, personales y comunitarias, frente al Santísimo y Misas, pero lo más importante será siempre demostrar nuestro amor al Señor sacramentado y mantener nuestro respeto a la Eucaristía, procurando inculcar en los demás los mismos sentimientos.

El valor de la Misa 

¿Nos hemos preguntado alguna vez cuánto vale una misa? Muchos santos sí lo hicieron y la Iglesia ha hablado de ello frecuentemente. Llama poderosamente la atención lo que dijo S.Bernardo de la misa: “Más merece el que devotamente oye una misa en gracia de Dios, que si diera todos sus bienes para sustento de los pobres”. Cuando se lee esta frase por primera vez puede alguien tener la tentación de pensar que es una hipérbole para exaltar un acto litúrgico y así provocar la asistencia al mismo. Por supuesto que ya es un buen aval que esta afirmación sea proclamada por quien lo dejó todo (y tenía una cómoda posición social y económica como hijo de los señores del castillo de Fontaines-le Dijon) para marchar a un convento cisterciense. Pero es que además S.Bernardo es uno de los Doctores de la Iglesia lo que añade autoridad y fuerza a sus manifestaciones. Quizá la razón definitiva que nos pueda convencer del gran valor de la misa es tan simple y a la vez tan sublime como la expresada por S. Alfonso María de Ligorio: “Con la misa se tributa a Dios más honor que el que puedan atribuirle todos los Ángeles y Santos del cielo puesto que el de éstos es un honor de criaturas, más en la misa se le ofrece su mismo Hijo Jesucristo que le tributa un honor infinito”. Y. no menos contundente, son las palabras del Santo Cura de Ars: “Todas las buenas obras del mundo reunidas no equivalen al Santo sacrificio de la misa, porque son obras de los hombres mientras que la misa es obra de Dios. En la misa es el mismo Jesucristo Dios y Hombre verdadero el que se ofrece al Padre para la remisión de los pecados de todos los hombres y, al mismo tiempo, le rinde un Honor infinito”. Esta sola razón- la misa es obra de Dios– nos hace comprender de un solo golpe el valor infinito de la misa. Meditando en ello ya no puede parecer exageración lo que dijo S.Bernardo ni tampoco las diversas manifestaciones de otras muchas personalidades católicas. Como ejemplo citamos dos de ellas:

“Oír una misa en vida o dar una limosna para que se celebre, aprovecha más que dejarla para después de la muerte” (San Anselmo)

“Más aprovecha para la remisión de las culpas y de la pena, es decir, para la remisión de los pecados, oír una misa que todas las oraciones del mundo»

Ahora bien, en la frase de San Bernardo subrayamos algo muy importante: devotamente, refiriéndose al modo de oír misa. Este vocablo va más allá de lo que supone una actitud de recogimiento y atención que todo acto litúrgico exige. Juan Pablo II nos lo ha explicado con gran profundidad en su encíclica “Ecclesia de Eucaristía”. En primer lugar, la asistencia ala misa presupone que nos ofrecemos a Cristo por entero, uniéndonos a su sacrificio: …Al entregar su sacrificio a la Iglesia, Cristo ha querido además hacer suyo el sacrificio espiritual de la Iglesia, llamada a ofrecer también así misma unida al sacrificio de Cristo. Por lo que concierne a todos los fieles, el Concilio Vaticano II enseña que “al participar en el sacrificio eucarístico, fuente y cima de la vida cristiana, ofrecen a Dios la víctima divina y a sí mismos con ella”… Este ofrecimiento implica una esperanza para todos los hombres y especialmente para los más pobres como el mismo Papa nos dice: “ También por eso el Señor ha querido quedarse con nosotros en la Eucaristía, grabando en esta presencia sacrificial y convival la promesa de una humanidad renovada por su amor. Es significativo que el Evangelio de Juan, allí donde los Sinópticos narran la institución de la Eucaristía, propone, ilustrando así su sentido profundo, el relato del lavatorio de los pies, en el cual Jesús se hace maestro de comunión y servicio (cf.Jn.13,1-20). El apóstol Pablo, por su parte, califica como indigno de una comunidad cristiana que se participe en la Cena del Señor, si se hace en un contexto de división e indiferencia hacia los pobres (Cf. 1 Co 11,17.22.27.34).

En segundo lugar, la misa es un acto colectivo de culto a Dios, pues formamos parte de una comunidad, de una colectividad que es la que constituye el Pueblo de Dios. Todos tenemos la obligación de dar culto a Dios y no basta el culto individual que cada uno puede darle individualmente. Así nos lo recuerda Juan Pablo II en la citada encíclica: “La Iglesia, mientras peregrina aquí en la tierra, está llamada a mantener y promover tanto la comunión con Dios trinitario como la comunión entre los fieles.». Esta comunión, no obstante, ha de forjarse en la vida diaria aunque la misa puede consolidarla y perfeccionarla, tal como el Santo Padre nos dice: “La celebración de la Eucaristía, no obstante, no puede ser el punto de partida de la comunión, que la presupone previamente, para consolidarla y llevarla a perfección”. Por último, en tercer lugar, la participación en la misa implica una total subordinación a la doctrina oficial de la Iglesia manifestada por los Apóstoles y sus sucesores los Obispos: “El sacramento expresa este vínculo de comunión, sea en la dimensión invisible que, en Cristo y en la acción del Espíritu Santo, nos una al Padre y entre nosotros, sea la dimensión visible, que implica la comunión en la doctrina de los Apóstoles, en los Sacramentos y en el orden jerárquico”

Como conclusión Juan Pablo II nos dice: La íntima relación entre los elementos invisibles y visibles de la comunión eclesial, es constitutiva de la Iglesia como sacramento de salvación. Sólo en este contexto tiene lugar la celebración legítima de la Eucaristía y la verdadera participación en la misma. Por tanto. resulta una exigencia intrínseca a la Eucaristía que se celebre en la comunión y, concretamente, en la integridad de todos sus vínculos. Meditando en el valor infinito de la misa y en la verdadera participación en ella, ¿podemos pensar en otra cosa que no sea acudir, si puede ser diariamente, a este don que Jesucristo nos ofrece para nuestra salvación? ¿Nos atreveríamos a decir que es una pérdida de tiempo cuando estamos ante el acto más sublime de nuestra liturgia?

No puede ser excusa dejar de ir a misa porque no tengamos ganas, pues sería como no ir al trabajo cuando no nos apetezca. Vamos diariamente porque sabemos bien su valor, porque nos proporciona el sustento y nos realiza profesionalmente. Lo mismo, sólo que en grado sumo, nos ocurre con la misa. Sabiendo que su valor es infinito no podemos dejar de asistir cuantas veces podamos. Tampoco puede ser excusa no asistir a su celebración porque nos aburre la homilía del sacerdote de turno, pues como dijo el P. Martín Descalzo: “Dejar la misa porque el sacerdote predica mal es como no querer tomar el autobús porque el conductor es antipático”

Nada es comparable, como hemos visto, al valor de una misa. Al hablar de esto nos viene a la memoria lo ocurrido en el siglo XVI. Francia sufría una tremenda lucha religiosa entre los protestantes (partidarios de Enrique IV) y católicos (que querían un rey católico). Como estos últimos constituían un grupo mucho más fuerte, el rey optó por abjurar del protestantismo y convertirse al catolicismo. Así se convirtió en el primer rey de la casa de Borbón. Desde entonces se popularizó la frase: ”París bien vale una misa”. Frase desgraciada, pues ni París ni el mundo entero pueden compararse con algo de valor infinito. Como creyentes hemos de recordar con devoción lo que nos cuenta Santa Teresa de Jesús cuando suplicaba un día al Señor que le indicara cómo podría pagarle todas las mercedes que le había dispensado y Él le contestó: “Oyendo una misa»

Algunos libros que hablan de Lugones. Por Rodrigo Huerta Migoya


Un refrán de mal gusto

En el refranero asturiano de Luciano Castañón (1970) encontramos un refrán que alguien con maldad acuñó sobre los lugonenses afirmando: ''Lugones/de treinta vecinos/veintinueve ladrones''. Pregunté a una amiga si procedía contar esto o mejor omitirlo, y me respondió como Pilatos: ''Lo escrito, escrito está''. Pero añade que eso seguro que lo inventó alguno de Viella; no me atrevo a hacer tal afirmación, que hay que pensar siempre bien del pueblo vecino. Sí que recoge Castañón un refrán que él vincula a los de Lugones como es: ''Lunes y martes, ni te cases ni te apartes'', y es que los antiguos en temas legales y del tiempo eran muy finos con el refranero.

Mujeres con historia: perfiles de 50 empresarias asturianas

En este libro de Carmen González Casal publicado en el año 2004 encontramos todo un capítulo dedicado a la lugonense Marisa Campa Vigil, de Muebles Campa, a la que la autora define en el título del apartado de la obra a esta dedicado como ''Dama de hierro en el mercado de la madera''. González explica más adelante desde el aprecio por qué le pone este calificativo del que aclarará que no es cosa suya. Dice así: '”Aparentemente fría, pero con la procesión por dentro. Aguanta todo y se enfrenta a lo difícil, o a lo que en justicia ve que hay que sacar, como si tal cosa; por eso ante algún que otro affaire dentro de la empresa, se ha ganado -aunque siempre desde el cariño- el sugerente apelativo de la Tacher o la dama de hierro”.

Una lectura recomendada a los lugonenses colchoneros

En el libro ''Las mejores anécdotas del Atlético de Madrid'' de Luis Miguel González publicado en 2012 se entremezclan momentos épicos, curiosos y datos de rigor para la historia de este equipo de futbol. El autor recuerda que el 18 de noviembre de 1921 se jugó en el campo de O´Donell del Athletic, el primer partido internacional entre las selecciones de España y Portugal. En el encuentro, con triunfo del equipo español por 3-1, tres jugadores rojiblancos disfrutaron del honor de debutar con la Selección Española. Uno de estos tres primeros internacionales del Athletic fue Miguel Durán ''Pololo'' (Lugones 1901) defensa de casta que jugó en el equipo colchonero durante ocho temporadas (1818-1826).

La guerra de dos mundos

Esta obra del doctor en física Sergio Luis Palacios Díaz (Avilés 1966) publicada en 2008 lleva como verdadero título “La guerra de dos mundos”: superhéroes y ciencia ficción contra las leyes de la física. En el prólogo del libro escrito por el autor bajo el título ''A modo de disculpas'', este concluye sin más firma que dándonos a conocer el lugar donde ha escrito quizás no sólo el prólogo, sino toda la obra ''Lugones (Asturias)''. Para los amigos de la física, de la ciencia ficción, e incluso para los apasionados por el campo de la pedagogía y la educación es una propuesta muy novedosa la que aquí se descubre.

Violencias silenciadas

Este término ''Violencias silenciadas'' es el título del libro de Antonia Chinchilla Palazón. Publicado en 2020 aborda la realidad de la violencia en el hogar, el maltrato a la mujer, el maltrato al hombre, el maltrato a los niños, a los ancianos. La autora es licenciada por la Universidad Cardenal Herrera - CEU de Valencia, y ejerce de abogada. Sus especialidades profesionales son la del Derecho Penal y Derecho Mercantil. Alicantina de nacimiento (Elche 1963), incluye en esta publicación uno de los episodios negros de la historia de nuestro pueblo: ''Lugones (Siero, Asturias). La joven habría asestado un total de 30 puñaladas a su pareja en la madrugada de este martes mientras dormían en la vivienda de los padres de ella. Los hechos se produjeron en torno a las 02:30 horas''. El tiempo vuela, y aquel trágico suceso en la madrugada del 16 de julio de 2018 en un piso del portal número 6 de la calle Río Sella de Lugones ya está en el papel de la historia.

150 aniversario del Camarín de Frassinelli en la Cueva de Covadonga. Por Francisco José Rozada Martínez

El obispo Benito Sanz y Forés visitó por primera vez Covadonga en el año 1872, quedando muy decepcionado al constatar el abandono en el que se encontraba el Real Sitio, muy lejos del lugar que él consideraba que debía ocupar en la Historia de España, razón por la que se propuso dar al santuario la importancia de la que carecía.

Así solicitó y alcanzó del Papa Pío IX los privilegios de tener una Misa y un Oficio propios para el santuario y una festividad para la advocación de Ntra. Sra. de Covadonga que tendría lugar cada 9 de septiembre (diferenciada de la Natividad de la Virgen, que se celebraba y se celebra cada 8 del mismo mes, como así ocurrió hasta casi un siglo después).

Restaurar la Santa Cueva fue el paso siguiente, tras el incendio de 1777 y el abortado y monumental proyecto -con el templo que hubiese ocultado la Cueva- del arquitecto Ventura Rodríguez , pero con la tenaz oposición del Cabildo de Covadonga, como ya comenté en este semanario en 2018.

El protagonismo del obispo Sanz y Forés en la nueva Covadonga fue decisivo, y su colaboración con el alemán Roberto Frassinelli -residente en el pueblo de Corao (Cangas de Onís) de donde era su esposa- alumbraría la idea de levantar un camarín en la Cueva con elementos que recordasen en su fachada el templo ramirense de Santa María del Naranco, junto con otros estilos que hiciesen memoria del románico y del gótico.

Desconocemos quién influyó más en la autoría del citado camarín, si el mencionado prelado o el dibujante, arqueólogo y naturalista alemán, pues la documentación que podía aclararlo está desaparecida.

Ambos acordarían que esta capilla albergase numerosos simbolismos histórico-religiosos ligados al lugar y a la monarquía española. Así se recreaban motivos que no dejaban espacio al vacío decorativo, además de colocar la capilla en un lateral, olvidándose -con fortuna- del tradicional templo con dos alturas que había cerrado toda la Cueva al exterior hasta el incendio del 17 de octubre de 1777 que destruyó todo cuanto albergaba en su interior, incluidas las imágenes.

Debo destacar que el camarín fue construido en madera con algunos elementos de escayola y -con el fin de disimular estos materiales- fue llamado el decorador valenciano Antonio Guasch para que los cubriese con pan de oro.

Parece increíble que la obra del camarín -que se había iniciado el 29 de abril de 1874- estuviese concluida apenas veinte semanas después.
La solemne Misa y Oficio propios de Covadonga tuvieron lugar por primera vez en el camarín el día 9 de septiembre -como había aprobado el Pontífice Pío IX- cumpliéndose ahora exactamente el sesquicentenario de este hecho.

Ese mismo día el obispo Sanz y Forés anunciaba su intención de levantar un templo monumental en el santuario -la Basílica de Santa María la Real que hoy conocemos- que sería consagrado veintisiete años después, en 1901.
A algunos les parecía que este camarín era demasiado lujoso y señorial, muy recargado decorativamente para un lugar como la Cueva, austera y sencilla.

Medio siglo después la Real Academia de la Historia y otras instituciones emitieron un informe desfavorable sobre el camarín de madera que imitaba piedra, pero así permaneció hasta la Guerra Civil.
Sería a partir de 1938 cuando el arquitecto Luis Menéndez Pidal decidió dar a la Cueva de Covadonga el aspecto que conocemos hasta hoy. La nueva capilla en piedra, de aspecto románico popular, se concluyó en 1945 y en su cubierta interior lleva una armadura de madera de castaño, dorada por el artista valenciano Juan G. Talens.

 Francisco José Rozada Martínez, 28 de agosto de 2024

 (Artículo publicado esta semana en “El Fielato-El Nora”)

Antes del Camarín de Frassinelli este era el aspecto en el interior de la Cueva de Covadonga,
 según el pintor Genaro Pérez Villaamil, en un cuadro del año 1850.



Eliminado el Camarín de Frassinelli, así quedó la Cueva hasta levantar la nueva capilla-sacristía en 1945.

Obras en el piso de la Cueva en el año 1938.


La nueva capilla desde el año 1945.-

Actual vista de la Cueva con su "nueva" capilla-sacristía.

La nueva capilla en piedra, de aspecto románico popular, se concluyó en 1945 y 
en su cubierta interior lleva una armadura de madera de castaño, dorada por el artista valenciano Juan G. Talens.

Busto del obispo Sanz y Forés en el atrio de la basílica de Covadonga.
El obispo Benito Sanz y Forés visitó por primera vez Covadonga en el año 1872, 
quedando muy decepcionado al constatar el abandono en el que se encontraba el Real Sitio, 
muy lejos del lugar que él consideraba que debía ocupar en la Historia de España, 
razón por la que se propuso dar al santuario la importancia de la que carecía.

El alemán Roberto Frassinelli -residente en el pueblo de Corao (Cangas de Onís) de donde era su esposa- 
alumbraría la idea de levantar un camarín en la Cueva con elementos que recordasen en su 
fachada el templo ramirense de Santa María del Naranco, junto con otros estilos que 
hiciesen memoria del románico y del gótico.

Antigua casa de Frassinelli en Corao (Cangas de Onís).