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sábado, 2 de marzo de 2024

La fachosfera católica digital. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Si es que los datos son los que son, y parece que hay obispos brasileños muy preocupados por el hecho de que los medios digitales católicos tradicionales arrasen en las redes. Es lo que hay y los datos son los que son.

Para disgusto me imagino de todos los que siguen apostando por un progresismo cada vez más progresista, lo que todos vemos es que la gente, cuando quiere conocer la Iglesia, lo que pasa en la Iglesia y cómo interpretar los acontecimientos, en aras de su libertad, acude donde le da la real gana, que mire usted por dónde, son los medios más conservadores. Esto me lleva a sacar varias conclusiones:

1. Los medios y planteamientos más progresistas, que en su momento aparecieron en la Iglesia con una fuerza imponente en los años setenta y ochenta sobre todo, se han quedado realmente en nada. No son nada.

2. Estos medios progresistas hoy tienen que reconocer su más absoluto fracaso por más que se empeñen en autoproclamarse el no va más de la autenticidad evangélica y la aplicación real y necesaria del Vaticano II.

3. Los fieles, hartos de ambigüedades, dictadorzuelos de esto es así porque yo lo digo y porque es el espíritu del Concilio, optan cada vez más por redes, influencers sacerdotes o laicos y páginas que transmitan claridad y presenten la realidad desde la fidelidad al magisterio.

4. Los medios de información oficiales de diócesis y organismos eclesiales como conferencias episcopales o el mismo Vaticano no interesan a nadie.

5. La inmensa mayoría de portales, redes, canales e influencers de éxito cuentan con un presupuesto irrisorio, mientras que los medios oficiales o más protegidos por la oficialidad, con dinero en abundancia, se van desplomando.

6. Los medios influyentes y los blogueros o YouTubers más seguidos lo hacen, lo hacemos, no por negocio ni obligación, sino por convicciones. Y eso se nota. Este servidor jamás ha cobrado un euro por la presencia en las redes y el ordenador lo pagué de mi bolsillo.

7. No olvidemos que hoy no se puede controlar la información. Hace años uno no tenía otro medio de conocer lo que pasaba en la Iglesia más que revistas, controladas evidentemente, o medios informativos diocesanos o vaticanos. Si alguna cosa distinta se sabía era sotto voce. Hoy se sabe todo, se conoce casi todo, y la gente es consciente de que si quiere conocer la realidad de lo que está sucediendo tiene que buscar por otra parte, y ahí lo encuentra.

Los obispos, los portales progresistas de siempre, lo que tienen que preguntarse es, por ejemplo, por qué la gente se fía mucho más de los curas de La sacristía de La Vendée que del boletín diocesano, o por qué las noticias que ofrece un servidor los viernes, la media horita del cura de Braojos, tienen mucho más seguimiento que las transmisiones de Jesús Bastante, subdirector de Religión Digital.

Comprendo el cabreo de muchos cuando descubren estas cosas, pero el problema no es que haya mucho influencer y mucho YouTuber ultraconservadores que dicen, el problema es que el mensaje de los autoproclamados defensores de Francisco, partidarios de la primavera eclesial y sinodales hasta la muerte, no interesa a nadie. Pero de eso no tenemos la culpa los demás.

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