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viernes, 23 de febrero de 2024

La tentación del sacerdote. Por Patxi Bronchalo

Os voy a contar parte del sufrimiento de los sacerdotes. Es muy duro no tener nada mas que dar salvo a Cristo cuando a mucha gente le interesa todo menos Cristo. Este es nuestro camino de hacernos humildes y santificarnos.

Por eso es también la tentación de los pastores de adaptarse a los criterios del mundo para poder tener así, a cualquier precio, ovejas a las que pastorear. Esto lleva a algunos a sucumbir. Ninguno de nosotros estamos libres. El aplauso del mundo termina enganchando al sacerdote, modelando su pensamiento y su modo de obrar. Es eso o aceptar una vida llena de incomprensiones y soledades, que es como fue la vida de Cristo, por cierto. Jesús habló de esto en el Evangelio de San Juan, capítulo 10. Advirtió de la tentación de saltar por la valla del redil para tener ovejas a toda costa en vez de entrar por la única puerta, que es Él mismo, con sus palabras y su vida.

Un pastor que humanamente tiene éxito puede hincharse de orgullo y empezar a dialogar con una tentación que le lleva a decir: "la Iglesia no sabe adaptarse, mis hermanos no saben llegar a las ovejas, yo si se, si todos hicieran lo que yo iría mejor, yo voy a salvar a Iglesia". Es ahí donde empieza el círculo vicioso del aplauso que alimenta más el orgullo y la progresiva separación de los criterios de la Iglesia. ¿Entonces un pastor no puede recibir aplauso y ver frutos? Puede. Lo malo es creerse él el salvador del mundo frente al resto de pastores.

En ese mismo capítulo de San Juan el Señor ha dicho que Él, además de ser la puerta, es el Buen Pastor. Osea que quien hace y quien es importante es Jesús. Los pastores necesitamos pasar tiempo con Jesús y parecernos a Él en todo. ¿Qué recibía Cristo continuamente? ¿Elogios? Eso venía del demonio. A Jesús le querían mucho hasta que decía o hacía algo que a los fariseos no les gustaba. Entonces venían los insultos y las incomprensiones. Los mismo que le querían le daban la espalda y dejaban solo. ¿Cómo lo soportaba? Con una profunda vida de oración y de unión a su Padre. Jesús no se alimentaba de los disgustos, eso nos amarga a cualquiera. "Mi alimento es hacer la voluntad del Padre", explica en San Juan 4,34.

Solo me queda pedirte que reces por nosotros, los pastores. También ante la cruz de la vida estamos sometidos a tentaciones muy grandes para hacernos sucumbir. El demonio sabe bien que destrozando al pastor se destroza a las ovejas.

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