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jueves, 8 de febrero de 2024

Doctrina de la Fe publica una nota para frenar los abusos litúrgicos para evitar la invalidez de los sacramentos

(Infovaticana) El Dicasterio de Doctrina de la Fe que dirige Víctor Manuel Fernández, ha publicado una nota ante la perpetuación de los abusos litúrgicos. Doctrina de la Fe reitera que las palabras y los elementos establecidos en el rito esencial de cada sacramento no pueden ser modificados porque en tal caso el sacramento no existe.

Tal y como confirman los medios vaticanos, este texto publicado en italiano ha sido «discutido y aprobado por los cardenales y obispos miembros en la reciente Asamblea Plenaria del Dicasterio y luego aprobado por el Papa Francisco». En este documento se reitera que las fórmulas y los elementos materiales establecidos en el rito esencial del sacramento no se pueden cambiar a voluntad en nombre de la creatividad. Haciéndolo, de hecho, el sacramento mismo no es válido, por lo tanto no ha existido.

En la presentación del documento, el cardenal Víctor Manuel Fernández, Prefecto del Dicasterio, explica su génesis, a saber que «la multiplicación de situaciones en las que se había constatado la invalidez de los sacramentos celebrados», con modificaciones que «habían llevado después a la necesidad de localizar a las personas implicadas para repetir el rito del bautismo o de la confirmación, y un número significativo de fieles había expresado con razón su malestar».

Se citan como ejemplos las modificaciones en la fórmula del bautismo, por ejemplo: «Yo te bautizo en nombre del Creador…» y «En nombre del papá y de la mamá… nosotros te bautizamos». Circunstancias que también han afectado a algunos sacerdotes que «habiendo sido bautizados con fórmulas de este tipo, han descubierto dolorosamente la invalidez de su ordenación y de los sacramentos celebrados hasta ese momento».

El cardenal explica que «mientras en otros ámbitos de la acción pastoral de la Iglesia hay un amplio espacio para la creatividad», en el ámbito de la celebración de los sacramentos ésta «se transforma más bien en una ‘voluntad manipuladora'». Fernández concluye recordando que «a los ministros se nos exige superar la tentación de sentirnos dueños de la Iglesia» y que «los fieles tienen derecho, a su vez, a recibirlos tal como la Iglesia lo dispone».
En defensa de la Sagrada Escritura y de la Traidición

La nota doctrinal, que consta de 29 puntos, declara que «con eventos y palabras íntimamente relacionados Dios revela y realiza su designio de salvación para cada hombre y mujer». Lamentablemente, «se debe constatar que no siempre la celebración litúrgica, especialmente las de los sacramentos, se desarrolla con plena fidelidad a los ritos prescritos por la Iglesia».

En el documento se recuerda que «la Iglesia, desde sus orígenes, ha cuidado especialmente las fuentes de las que toma la linfa vital para su existencia y su testimonio: la Palabra de Dios, atestiguada por las Sagradas Escrituras y por la Tradición, y los Sacramentos, celebrados en la liturgia, mediante los cuales es continuamente reconducida al misterio de la Pascua de Cristo».

La Iglesia es también «consciente de que administrar la gracia de Dios no significa apropiársela, sino hacerse instrumento del Espíritu en la transmisión del don del Cristo pascual. Ella sabe, en particular, que su potestas respecto a los sacramentos se detiene frente a su sustancia» y que «en los gestos sacramentales ella debe custodiar los gestos salvíficos que Jesús le ha confiado».

En cuanto a la forma del sacramento, ella «está constituida por la palabra, que confiere un significado trascendente a la materia, transfigurando el sentido ordinario del elemento material y el sentido puramente humano de la acción realizada. Esa palabra se inspira siempre, en diverso grado, en la Sagrada Escritura, hunde sus raíces en la Tradición viva eclesial y ha sido definida con autoridad por el Magisterio de la Iglesia». Por tanto, materia y forma «nunca han dependido ni pueden depender de la voluntad del individuo o de la comunidad individual».

Porque si se cambian las palabras o la materia, el sacramento no existe. A este respecto, en la nota 34 del documento, se hace una distinción significativa entre licitud y validez, explicando que «cualquier modificación a la fórmula de un sacramento es siempre un acto gravemente ilícito», aunque se trate de algo mínimo que no altere su significado original y no lo invalide. El cambio de los elementos esenciales para la celebración del sacramento también introduce «la duda sobre la real intención del ministro, anulando la validez del sacramento celebrado».

En definitiva, esta nota de Doctrina de la Fe trata de acabar con las excentricidades e invenciones de muchos sacerdotes a la hora de celebrar la Misa, un bautismo o cualquier otro sacramento. el cardenal Fernández pide a los sacerdotes que dejen a un lado su ingenio e invenciones y se ajusten a las fórmulas y palabras que enseña la Iglesia para confirmar que el sacramento sea válido.

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