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domingo, 26 de noviembre de 2023

El Reinado Social de Cristo. Por Joaquín Manuel Serrano Vila








Celebramos hoy la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, con la que culminamos el año litúrgico en el que hemos ido recorriendo la historia de la Salvación a la luz de la vida y predicación de Nuestro Señor. La Iglesia a lo largo de la historia ha sabido ayudarnos por medio de la liturgia a caminar de la mano de Cristo Señor con los acontecimientos de su vida y enseñanzas; no son fechas elegidas al azar ni rellenadas por no dejar espacios en blanco en el almanaque litúrgico, sino que toda fiesta del Señor, como toda eucaristía dominical y de diario son una caricia del mismo Jesucristo que pasa a nuestro lado y nos invita a peregrinar tomados de su mano al compás de su Evangelio. Cada vez que nos acercamos al templo es como si nuestra historia y la de Jesús se entrelazasen, buscando con ello que Él tenga presente lo mucho que nos falta, como así también nosotros tomemos conciencia de lo mucho que debemos aprender, imitar y hacer nuestra su Palabra. 

El próximo domingo iniciaremos el tiempo del Adviento con el encendido de su corona, y pediremos al Señor que venga recordando los siglos de espera del pueblo por su Mesías; es decir, empezaremos de nuevo por el principio, pero, ¿por qué esta celebración de Cristo Rey como meta del año cristiano?. Pues muy sencillo, porque esa será la culminación de todo; como nos ha recordado el evangelio de este domingo: ''Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones''. El reinado de Cristo es un término que a muchos les chirría, pues lo enfocan en clave mundana y no espiritual; no es un reinado de oropeles, choches blindados y escoltas armados, ni de imposiciones arbitrarias en búsqueda de intereses propios; el reinado del Señor sólo se entiende desde el prisma de la cruz y desde la corona de espinas, sacrificio de amor por todos nosotros. Ya en su tiempo afirmó San León Magno: ''La señal de la cruz hace reyes a todos los regenerados en Cristo''. Y es que precisamente el reino de la Cruz, el reinado de Cristo supondrá el fin de tantas esclavitudes, ideologías que someten, violencias, mentiras y poder, pues en éste sólo tendrá cabida la libertad, la verdad, la justicia verdadera, el amor y la paz. 

Hoy nadie quiere ser siervo ni súbdito, y esta solemnidad nos recuerda precisamente esto, que hemos sido Creados por Dios y sólo a Él debemos reconocimiento y reverencia; si nuestra vida no se encauza en servir al Señor, en glorificar su Santo Nombre, en trabajar ya en este mundo por asentar las bases de su Reino no habremos cumplido el objetivo para el cual hemos sido creados. Nuestra vida sólo cobra sentido unida a Dios, con quien debemos vivir y morir, conscientes de que ''si con Él sufrimos, reinaremos con Él''. Sirvamos al que se hizo siervo, glorifiquemos al que esperamos que algún día nos glorifique y nos coloque a su derecha. Es éste un día para orar especialmente por tantísimas personas que viven prisioneros de tantas ideologías, que no aceptan a Cristo Rey pues se han buscado sus propios dioses y reyes a su medida, han preferido adorar becerros dorados que aquí en este mundo se habrán de quedar convertidos en chatarra, antes de optar por el único que nos ofrece la salvación y la vida para siempre. 

No es esta enseñanza un invento trasnochado como algunos se empeñan en tildar para justificarse, pues Jesucristo mismo así se definió ante el indolente Pilato: ''Soy Rey'', pero no rey de corte y vasallos y ejércitos, sino Rey de un reino que no es de este mundo. Esta es también nuestra aspiración como debería de ser la de toda sociedad que se precie: que la ley divina y la natural no fueran excluidas, que todo ciudadano viviera aspirando a lo divino y sobrenatural, que todo el orbe descubriera a Jesucristo reconociéndolo como Rey de la gloria que un día se nos habrá de manifestar. Es esta festividad muy poco valorada por el liberalismo y el laicismo, pero es necesario recordar que necesitamos cambiar de prisma, y el catecismo así lo explica perfectamente: ''servir a Cristo es reinar", particularmente "en los pobres y en los que sufren" donde descubre "la imagen de su Fundador pobre y sufriente". El pueblo de Dios realiza su "dignidad regia" viviendo conforme a esta vocación de servir con Cristo (Nº 786). 

Que nuestro Rey sea sólo Jesucristo, y a partir de ahí le descubramos en la eucaristía, en los pobres, en su Palabra, y especialmente en la Cruz. Esta es la auténtica opción política del creyente: confiar principalmente en quien es Rey de Reyes y Señor de Señores que algún día habrá de poner a todos sus enemigos bajo el estrado de sus pies. Este es el verdadero y anhelado Reinado Social de Jesucristo que la Iglesia Católica desde el pontificado de Pío XI ha asumido en su doctrina y magisterio, que tanto peso ha tenido en nuestra amada Patria donde sigue resonando con fuerza la gran Promesa del Sagrado Corazón al Beato Bernardo de Hoyos: ''Reinaré en España con más veneración que otros lugares''. Así lo deseamos y anhelamos.

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