(www.dominicasanunciata.org) El sábado, día 9 de septiembre, fue un día lleno de sentimientos encontrados, volver a la comunidad de Navia, en la que hacía un año había celebrado mis bodas de plata (10/9/2022), era todo un reto, porque esta vez se trataba de un momento triste. La parroquia despedía a las Hermanas de la comunidad. Como ya sabemos, se cierra esta comunidad temporalmente. Nos cuesta, pero las circunstancias de la vida nos obligan.
La tarde no era agradable, llovía a mares. Allí estábamos para acompañarlas: la Hna. Ana Belén, Priora general, la Hna. Zoila, Secretaria general (quienes estaban pasando visita a la comunidad), la Hna. Gene y una servidora, además de personas del colegio y de la parroquia. Fue una eucaristía muy sencilla pero emotiva. Manolo, el párroco, agradeció todo lo que las Hermanas de ayer y de hoy han hecho: la labor realizada, la cercanía al pueblo, el “estar a pie de calle” llevando, desde la sencillez, el mensaje de Dios.
Al final de la Eucaristía, Liliana, la directora pedagógica del colegio, dirigió unas palabras en nombre de la Villa, de la parroquia y sobre todo de nuestro Colegio Santo Domingo. También una “nena” de la parroquia y alumna del colegio, en nombre de los niños, expresó su agradecimiento por lo que significan para ellos las Hermanas. La Hna. Gene compartió y agradeció a la Villa de Navia su acogida durante el tiempo que fue alumna e interna del Colegio. Recordó con emoción su trayectoria personal y su proceso vocacional en Navia, el cual culminó en su consagración a Dios como Dominica de la Anunciata. Finalmente, escuchamos las palabras emocionadas de la Hna. Teresa Pedrosa en nombre de la comunidad, de las Hermanas. Todos querían una celebración de acción de gracias. Y eso fue, aunque estaba presente el adiós en las palabras, miradas y abrazos. Fue un momento, como dije, muy emotivo y sencillo.
Al final, Manolo, el párroco, entregó a cada una de las Hermanas de la comunidad, un cuadro con la foto de la Virgen de la Barca (Patrona de la Villa). A ella, nuestra Madre y protectora, se le pidió que siguiera llevando a buen puerto a la Anunciata. La Hna. Ana Belén estuvo muy cercana a las Hermanas, porque sabemos que no es fácil pasar por este trance.
Gracias a la Congregación, a la Provincia, por estos 118 años de presencia en la Villa de Navia, son muchas las personas que marcaron nuestras vidas y también, en las que probablemente hemos dejado huella.
¡GRACIAS DE CORAZÓN!
Hna. Nati García
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