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martes, 12 de septiembre de 2023

Carta semanal del Sr. Arzobispo

Remembranza juvenil de este verano

Ya hemos puesto en marcha el nuevo curso. La fiesta de la Santina de Covadonga es el punto de partida de una nueva andadura en la sociedad y en la comunidad cristiana de Asturias. Pero queda todavía atrás en la retina el momento singular vivido con esos casi 800 jóvenes asturianos acompañados por más de 15 sacerdotes también jóvenes y varias religiosas, participando en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa junto al papa Francisco. Eran un millón y medio de jóvenes de todo el mundo.

Las costas que el Atlántico bañan, eran consideradas durante siglos el largo Finisterre de la tierra conocida. Detrás sólo quedaba el misterio de un océano inmenso que te engullía en sus avernos, con sus bestiarios y fantasmas. La juventud cristiana del mundo tenía una cita en Lisboa en este año 2023. No había finisterres misteriosos que la concitase para un concierto macabro, sino para una fiesta verdadera de la fe en Jesús resucitado, mirando a María en el gesto de levantarse e ir hacia su prima Isabel.

De todos los rincones han llegado chavales con sus mochilas, sus sueños encendidos, también con el fardo de tantas dificultades para hacerse sitio en la maraña de nuestro momento eclesial, cultural y político. Son muchos los frentes que nos rodean con su carga de luz y oscuridad, su certeza e incertidumbre, sus lágrimas y sonrisas.

Y como un río de esperanza vimos cómo Lisboa, esta antigua y bella ciudad portuguesa, capital de esa nación hermana tan querida, se llenaba de rostros preciosos, de gestos audaces y desenfadados, de sana y santa osadía a la hora de decir que están aquí los jóvenes cristianos, que se han encontrado con Jesús, que cuidan su relación con María, que tienen como amigos a los santos. Se lanzan al abrazo de este mundo variopinto y ambiguo, en donde también quieren contar y testimoniar su particular relato que tiene la solera de los dos mil años de cristianismo y la frescura de la mocedad de sus propios años.

En todo momento te surgía esa bocanada de gozo esperanzado cuando veías más allá del cansancio, del calor, de días y noches que acumulaban sueño mal reparado y apetitos frugalmente alimentados. Ese más allá era la alegría de sus caras, el ánimo en los afanes, la hondura profunda de sus posturas y una extraña rebeldía tan típica de los testigos que gritan a los cuatro vientos que son discípulos de Cristo.

El papa Francisco al final del encuentro nos invitó a no tener miedo. Motivos para la zozobra no nos faltan, ni razones para tantos sobresaltos. Pero se nos recordó aquella expresión valiente y rompedora con la que San Juan Pablo II empezó su pontificado: no tengáis miedo, abrid las puertas de Cristo.

Han sido unos días muy intensos, pero llenos de tanta gracia de Dios, de tanta esperanza en cómo Dios cuida a la nueva generación que viene ya empujando con su alegría, su desenfado y su fortaleza. En esta Iglesia caben todos, como dijo el papa Francisco, siempre y cuando nuestra libertad decida quedarse dentro en coherencia con el Evangelio y la vida cristiana que de él se deriva. Dios me ama como yo soy, pero para que apoyado en ese amor llegue a ser como Él desea que yo sea, es decir, santo de verdad.

Toca ahora volver a la vida cotidiana que sigue en la trama de cada día. A esto somos emplazados con la ayuda de Jesús, de María y de los santos. Ha sido una fiesta cristiana y joven, la fiesta más verdadera que nos devuelve la esperanza por la cercanía de un Dios que tiene los años de mi edad y una Iglesia que me acoge con su perenne juventud como hace dos mil años y a través de esta historia de la que nosotros formamos parte. Esta ha sido la siembra, y seguro que dará buenos frutos. Tenemos un plantel de jóvenes cristianos en Asturias que son una esperanza de presente y de futuro.

+Jesús Sanz Montes ofm
Arzobispo de Oviedo

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