(Infovaticana) La Iglesia celebra en este día la fiesta de Santa María Reina. La veneración de la Santísima Virgen como Reina es muy antigua, pero no fue hasta 1954 en que la festividad fue instituida por el Papa Pío XII.
La dignidad regia de la Virgen es muy importante y viene de muy antiguo. El argumento descansa principalmente en la condición de su hijo como Rey, y por lo tanto, ella no puede ser de otra manera. La Iglesia, a través de la tradición, proclama a la Virgen María Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. María es Reina del Universo y Madre del Salvador.
Según algunos teólogos, la condición real de la Virgen le viene también por naturaleza. Por un lado, la Virgen es la Madre de Cristo Rey, pero también es la mujer de San José, un varón del augusto linaje del Rey David. Algunos aseguran que la familia de la Virgen, también debiera ser del linaje del Rey David, no solo por lo que se presupone de su familia en cuanto a su genealogía, sino para asegurar que el Salvador descendiera del Rey, no solo por su padre putativo, sino también por su Santísima Madre.
En la edad media, las representaciones de María como Reina fueron muy populares, en primer lugar, aquellas que presentaban a la Virgen como Trono del Salvador, en donde el Niño Jesús descansaba mientras sostenía el cetro y la corona. Algunas de esas representaciones, empezaron a poner una corona tanto al Niño como a su Madre, pues en la lógica de las monarquías medievales, la madre de un rey es siempre una reina.
Más tarde, se empieza también a representar el acto de coronación de la Virgen María. En ese acto, a veces era solo el Hijo, pero en otras, la Trinidad entera coronaba a la más perfecta del género humano por haber servido mejor que nadie a la salvación de los hombres. La dignidad regia de María, se confirmaba entonces por mérito, sumándose a su naturaleza.
También en la edad media, los himnos a la Virgen como Reina fueron muy populares, y aparecieron cantos que sobreviven hasta la fecha, como el Salve Regina o el Regina Coeli, muy populares en nuestros días. En estos y otros himnos, María se corona como Reina de nuestras vidas y de nuestra salvación.
Si bien la dignidad regia de María nunca ha sido considerado un dogma de la Iglesia, guarda un lugar especial dentro de las verdades cristianas. En octubre de 1954, el Papa Pío XII instauró la festividad del Reinado de María bajo el acto de coronación de la Virgen en la Basílica de Santa María la Mayor. Seguido de ello, promulgó su encíclica Ad Coeli Reginam, el cual representa el mayor documento en el Magisterio de la Iglesia acerca de la dignidad y realeza de la Santísima Virgen.
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