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sábado, 8 de julio de 2023

«La Evangelización es la gran labor y el desafío que tenemos los cristianos»

Este verano contaremos con un momento muy especial con la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, de la que participarán también los jóvenes asturianos. ¿Cómo lo va a vivir?

(Iglesia de Asturias) Pues acompañando a los jóvenes asturianos, que, entre los que se han apuntado con la diócesis y los que acuden con algún movimiento apostólico u otros grupos cristianos serán unos 400, los que participarán en esta cita que tiene como sede Lisboa.

Es una iniciativa que comenzó San Juan Pablo II allá en el lejano 1985. La primera fue en Roma y yo entonces era estudiante y allí participé, sin estar todavía ordenado sacerdote. El encuentro es, no tanto con el Papa, sino con el Señor. De la mano del Santo Padre, sí, pero es un encuentro con Jesucristo. Y es algo enormemente positivo el que nuestros jóvenes que tantas veces tienen que vivir su fe y el testimonio de su esperanza en medio de un ambiente hostil y bastante beligerante, el que puedan saberse y sentirse arropados por jóvenes de todo el mundo que, como ellos, están en la misma aventura, la de ser cristianos en nuestro mundo actual.

Tendrán momentos para la oración, momentos para recibir algún sacramento como la confesión, la Eucaristía de cada día, el rezo del rosario y, sobre todo, asistir a las catequesis que impartirá el Papa y también algunos obispos lo podremos hacer.

Un encuentro que tiene todos estos perfiles y que ayuda enormemente, no porque con el encuentro se esté supliendo lo que después en el día a día, a través del año que comienza tras el verano, tendremos que seguir adelante con nuestras parroquias, movimientos apostólicos y las realidades diversas que hay para jóvenes en la iglesia. No lo suple, pero sí que lo fortalece, y es un buen punto de partida que suele ser imborrable. Aparte de que de este tipo de encuentros la cuestión vocacional es transversal. ¡Cuántas familias han nacido de estos encuentros! ¡Cuántas vocaciones religiosas y sacerdotales tuvieron como punto de comienzo justamente una JMJ!

¿Qué es lo que más le gusta de un encuentro como estos?

Me gusta el que la edad media de la Iglesia ahí es patentemente más baja. Además, los jóvenes son muy creativos, son impredecibles y también te provocan el saberte colocar ante las preguntas que tienen en sus corazones. Las preguntas no las ponen ellos, el corazón es libre y Dios anda por medio. La respuesta no puede ser otra que Jesucristo. Entonces estar con gente que tiene preguntas, que las pone al sol y que se atreve a buscar y a encontrar la respuesta, eso a ti también te compromete como pastor.

Y es una ocasión preciosa para, acompañando, saberte tú acompañado, porque las preguntas también las tienes tú.

Alguna vez hemos comentado que nace en la Iglesia una nueva generación, nuevas formas de vivir y descubrir la fe que llaman la atención de mucha gente, especialmente la más joven. Hakuna, los retiros Emaús… ¿Por qué cree que están surgiendo y llegando de esta manera a la gente?

Son las últimas novedades que Dios, que lleva mucho tiempo en esto, no deja de suscitar caminos novedosos, sin que, los que ya tienen una andadura en la historia reciente o remota de la Iglesia, dejen de ser vigentes Y es que tenemos tantos movimientos apostólicos de jóvenes, pienso en Cursillos de Cristiandad, en Acción Católica, movimiento de los Focolares, Comunión y Liberación, Regnum Christi el Opus Dei que trabaja en los clubes, es decir, que hay una realidad patente, muy plural, muy variopinta. Y en este momento hay estos dos, Hakuna y Emaús, que están teniendo una punta de lanza. ¿Por qué sucede esto? Porque Dios no está en el paro, “gracias a Dios”. Y suscita caminos nuevos sin desdeñar los viejos, los antiguos, que siguen teniendo su propuesta y tienen también su convocatoria. Dios siempre tiene algo que decir, hay una Palabra que escuchar y una mano suya llena de ternura, la propia de un buen Padre que nos brinda.

Y esto se hace canal y cauce a través de estas inquietudes que tocan precisamente el corazón de los más jóvenes como una respuesta oportuna y pertinente a las búsquedas que ellos tienen en sus almas.

Hace tan solo unos días presidía usted en Covadonga el Encuentro de Programación diocesana, en el que participaron los Vicarios, Arciprestes y Delegados Episcopales. En él se analizó el curso pasado y los objetivos que se habían marcado, y también se señalaron los puntos a trabajar para el próximo curso. ¿Qué destaca a usted de estos días vividos allí?

En primer lugar, lo que me parece más hermoso es que mantenemos el sitio, Covadonga, como ese lugar emblemático para nosotros, como quien acude a la cuna en donde nace un pueblo y en donde este pueblo es acompañado por la presencia de nuestra madre, la Santina de Covadonga.

Mirar la imagen que tenemos en la Santa Cueva es dejarte mirar por los ojos que están en el cielo acompañando cada uno de nuestros pasos. Es importante este tipo de encuentros porque hacemos dos cosas. Primero, evaluar lo que hemos hecho en el curso anterior y asomarnos a lo que deberíamos hacer en el curso entrante. Y lo hacemos en un contexto de oración, de compartir fraterno en una convivencia preciosa. Estuvimos, en primer lugar, las tres grandes vocaciones cristianas: los pastores con nuestro ministerio, los religiosos con sus carismas y los laicos con su compromiso intramundano en el mundo del trabajo, la familia y la política. Las tres vocaciones cristianas que juntos rezan, juntos disciernen, evalúan y programan. Estaban también los representantes de toda nuestra geografía diocesana que está en los 300 kilómetros de costa, las altas montañas donde hay parroquias, los valles y las cuencas mineras, las villas y las ciudades. Es un paisaje que tiene esta peculiaridad en su geografía y eso determina también tantas cosas que afectan a la comunidad cristiana.

El que tengamos presentes allí a los Arciprestes, que como representantes y portavoces de alguna manera de lo local, de lo localizable, es también una palabra que te acerca a la realidad que tiene mapa.

Y finalmente, estaban las distintas áreas pastorales que representan los delegados episcopales. Pienso en la cultura, en la educación, en la catequesis, en los medios de comunicación, en la pastoral de los enfermos, en la familia, en los jóvenes, en la Pastoral Penitenciaria, toda la realidad en una comunidad cristiana tan rica en presencias como es la nuestra en Asturias, también estaba allí presente.

En fin, un lugar emblemático, las tres vocaciones cristianas, la geografía de nuestro mapa diocesano y también las diferentes áreas pastorales. El que este grupo tan rico y tan complementario se conceda dos días para, a la sombra y bajo la mirada de la Santina de Covadonga, hacer balance y hacer programación es algo precioso.

¿Y qué conclusiones han sacado para el trabajo de cara al curso que viene?

Hay cosas que nos proponemos año por año que felizmente se concluyen y entonces decimos “hechas están y que nos duren”. Otras que las hemos iniciado y que están pidiendo una continuidad y otras en cambio que siguen siendo vírgenes y, por tanto, las tenemos como asignatura pendiente para el año venidero. Tiene que ver con la enseñanza, con la catequesis, con esta realidad tan plural en la sociedad que, en algunos casos, se profesa post-cristiana o neopagana. Y nosotros tenemos que decir una palabra, porque la Iglesia, cuando es una Iglesia viva –la nuestra lo es gracias a Dios–, tiene que saber acompañar a los que tenemos en casa, salir al encuentro de los que, por algún motivo, se marcharon y ser un reclamo para aquellos que nunca han entrado. Y esto nos sitúa con mucho realismo ante la Evangelización que es siempre, en última instancia, la gran labor, el gran desafío que tenemos pendiente los cristianos.

En el encuentro se habló del acompañamiento y se habló de la importancia de reforzar el trabajo en grupo, en comunidad, en la diócesis. Parece que ambos objetivos tuvieran en común el individualismo, la soledad que al fin y al cabo son grandes problemas de nuestro tiempo y de los que la Iglesia no es ajena. ¿Cómo luchar contra ellos?

Vivimos en una sociedad hiperconectada. Y paradójicamente, con esta conexión, con redes sociales, con los teléfonos móviles hiperconectados, es reseñable la soledad de la gente. Una soledad que tiene tantas derivadas. Una soledad que te aísla, que te hace individualista, que te hace insolidario y que como estamos viendo en las últimas estadísticas, están creciendo los suicidios.

El acompañamiento significa, como acabo de apuntar, acompañar a aquella gente que tenemos participando en nuestros grupos, en nuestras parroquias, en nuestros movimientos apostólicos, en las realidades vivas que están ahí y que tenemos que saber cuidar. Cuidar a la gente con una formación adecuada, y cuidar también con los sacramentos que les brindamos y con la compañía humanamente cristiana que tenemos que ofrecerles siempre.

Un acompañamiento que va también a las personas que han abandonado la Iglesia, quizá decepcionadas o escandalizadas y saber acompañar esas realidades porque muchas veces son escándalos o escepticismos prestados, es decir, fruto de la influencia de quienes no quieren bien a la iglesia y la atacan de mil maneras desde tribunas políticas o terminales mediáticos. Y acompañar, teniendo puntos de encuentro, a la gente que sigue buscando, aunque ella no lo sepa. Y ahí tenemos también toda una responsabilidad y un verdadero reto de salir al encuentro a través de nuestros espacios culturales en donde podemos dialogar con gente que no puede, tal vez, compartir nuestra fe, pero sí que comparte nuestras inquietudes, porque son las de ellos.

Hablando de Covadonga, donde ha tenido lugar el encuentro, acaba usted precisamente de publicar el libro “Santuario de Covadonga, Hogar Habitado y Encendido, donde nos espera la Señora”.

Bueno, es un libro que es el hijo de un libro mayor que publiqué hace unos cuatro años sobre María. Yo, como teólogo, siempre he tenido ganas y necesidad de escribir algo sobre la Virgen María desde el punto de vista teológico. Ese libro mayor ha dado pie a este a este hijuelo en donde retomo alguno de aquellos argumentos y los enfoco hacia ese lugar de encuentro porque en esta sociedad solitaria e individualista Covadonga es un lugar de encuentro. Y no hay día que tú vayas en invierno, en verano, en cualquier situación donde no veas el santuario de Covadonga atestado de gente. Familias, jóvenes, niños, personas adultas y ancianas que vienen de Asturias y de tantos lugares y que encuentran en Covadonga lo que dice el subtítulo, un “hogar habitado y encendido”. Habitado porque hay una presencia misteriosa pero real de una Madre que nos espera, y encendido porque vamos con nuestras heridas y apagones y de allí salimos con una luz que Ella nos enciende.

Por eso es un libro que trata de ayudar a entender lo que es María, la importancia de la Virgen en la vida cristiana y la importancia de Covadonga como lugar de encuentro con Ella.

El curso que viene estará ya implantada la institución Educatio Servanda que va a dirigir nuestros colegios diocesanos. ¿Qué nos va a aportar de diferente?

Educatio Servanda es una fundación que nace en Madrid como iniciativa de unos padres cristianos preocupados por la educación integral de sus hijos. Y cuando vieron que tenían difícil el poder incorporarse a instituciones católicas, donde está asegurada una educación integral de sus hijos, entonces se lanzaron a la aventura de comenzar ellos la propuesta de un colegio que tuviera estas coordenadas y estos perfiles, que responden a las necesidades y a las inquietudes de esos padres cristianos.

Esta Fundación Educatio Servanda tiene un mentor principal que es San Juan Pablo II, el que comienza las JMJ, el que siempre tuvo una palabra profética para los jóvenes, el que cuidó sobremanera de la familia y el que instó a que la vida siempre estuviera entre manos. Una cultura de la vida, nunca una cultura de la muerte. Entonces es una referencia de alguien que ha entendido Europa y que ha entendido las raíces de este viejo continente. Nosotros hemos invitado a que nuestros seis colegios diocesanos y parroquiales puedan tener esta orientación también. Así, hemos creado una fundación nueva que es “Educacio Servanda Asturias”, en donde está el Arzobispo y algún integrante más de la diócesis, junto con ellos, que vienen de Madrid, para orientar desde esas claves la educación integral de los niños en primer lugar, y de los claustros de profesores y de las familias que hay detrás. Ello, con todo el respeto, con toda la paciencia, porque no se puede pasar de la noche a la mañana haciendo un cambio brusco que pueda incluso crear fricción, sino ir poco a poco presentando la belleza que tiene la educación en una clave cristiana bien vivida, bien ofertada. En otras diócesis ya se ha hecho y los resultados son realmente preciosos.

Todo ello será en septiembre, pero mientras llega ese mes y comenzamos el curso nos toca vivir antes un verano diferente políticamente hablando, bastante movido, con unas elecciones de por medio. Cáritas ha publicado ya algunos criterios por los que guiarse a la luz de la fe. ¿Qué orientaciones tiene la Iglesia ante este momento cuando tengamos que votar?

Yo también quiero hacer una nota orientativa, porque me parece que estas elecciones son especialmente delicadas y decisivas. En estos últimos cuatro años, donde ha habido una polarización, donde se ha dado bastante conflicto, en donde se han cercenado principios y valores que nos representan en la larga tradición cristiana y que tienen que ver con la vida en todos sus momentos, tienen que ver con la libertad, tienen que ver con la educación, con el cuidado de la familia y con leyes que no destruyan lo que es la antropología, desde la ley natural y desde la experiencia humana secular, a través de tantísimo tiempo serenamente vivida.

Entonces son cuestiones que tienen que ver con el quehacer político y no todas las formaciones políticas tienen la sensibilidad para atender a estos valores.

Entonces, para orientar al votante católico hay que decir que no hay ningún partido cuyas siglas nos representen como Iglesia. Pero unos se acercan más y otros se distancian también más. Entonces, al menos como orientación genérica, poder votar a un partido que mayormente pueda defender nuestra cosmovisión de la vida, de la sociedad, de la persona. Y dar unas pautas para que después cada uno en libertad ejerza su responsabilidad votante y que pueda salir un gobierno que pueda cambiar las cosas y el rumbo que estamos sufriendo.

Yo no pido una alternancia, sino que pido una alternativa. La alternancia supone seguir gestionando lo mismo, lo que se hereda. Yo lo que pido es una alternativa. No una alternancia de más de lo mismo, aunque sean otras siglas las que las lleven adelante, sino una alternativa que pueda gestionar la vida, la familia, la educación, la libertad, la sociedad y la convivencia de una manera distinta.

Acaba de terminar la Visita Pastoral al Arciprestazgo de El Fresno. Comenzaba el pasado 19 de marzo y era la primera que tenía lugar después de la pandemia. ¿Cómo ha sido volver a estas rutinas, a estas labores y qué se lleva de todos los encuentros?

Siempre es enormemente gozoso y gratificante porque tocas la realidad del Pueblo de Dios. Te encuentras primero con los sacerdotes que atienden una zona que llamamos el Arciprestazgo de El Fresno con diferentes edades, con diferentes trayectorias en sus parroquias. Los hay que llevan menos tiempo y los hay de largo recorrido, como los trenes de antes. Es toda una experiencia de cercanía hacia los colaboradores tan queridos que son los sacerdotes. Pero también te encuentras con el Pueblo de Dios Real, como acabo de indicar. Te encuentras con los niños que están en catequesis, con las personas que hacen de catequistas, con las Cáritas parroquiales donde acogen y encauzan tantas penurias y tantos rostros de la pobreza. Te encuentras con los ancianos que están en sus casas a los que visito para llevarles la Comunión o en las residencias de ancianos. Y tomas el pulso a una realidad diocesana en donde te piden una iluminación en algo que tienen menos claro, o un espaldarazo en aquello que está bien orientado.

Y aunque es cierto que soy yo el que visita, no menos cierto es que yo también soy visitado y cuando vuelvo a mi casa, a la Casa Sacerdotal donde vivo, regreso lleno de alegría y de agradecimiento a Dios, a nuestra Madre la Santina y a estos buenos hermanos que inmerecidamente Dios me ha querido confiar.

Una noticia triste que acabamos de conocer esta semana es el cese de la actividad de la Escolanía de Covadonga. ¿Cómo ha vivido este anuncio?

La noticia de la clausura de la Escolanía de Covadonga, no por intuida deja de producir dolor y pesar. Son siglos sin haber gozado de la presencia de estos niños, pero los últimos 80 años los hemos tenido como un precioso regalo que honraba a la Santina y nos deleitaba a los cristianos. Como ha dicho el Sr. Abad, Don Adolfo Mariño, la Escolanía la ha cerrado una circunstancia: la falta de niños que acudieran a continuarla. No se puede buscar motivos extraños fuera de este dato implacable. Con siete niños, que serían menos el año que viene, no se puede mantener en ningún sentido una Escolanía. Quiera Dios que esta circunstancia sea transitoria y podamos volver a gozar de nuestra Escolanía en los años venideros. La formación humana y cristiana de los niños, junto a la preparación musical y litúrgica, ha sido una aportación preciosa a cuantos han pasado por Covadonga en estos decenios, y un apoyo también a sus familias en no pocos casos bien necesitadas, además de la belleza que sus voces blancas nos transmitían en nuestro culto a la Virgen de Covadonga y las celebraciones del Santuario. Le pido al Señor que nos ayude para poder reabrir la Escolanía no tardando.

Para terminar, recordamos que este pasado jueves, día 29 de junio, se cumplían 13 años desde que Benedicto XVI le impusiera el palio. ¿Qué recuerdos le vienen a la cabeza de aquel día?

La mirada. Cuando estuve en la Basílica de San Pedro, a medio metro de distancia del Papa de Benedicto XVI, que es el que me hizo Arzobispo de Oviedo, él me preguntó: “¿De dónde vienes?” Yo le contesté –hablamos en alemán– “vengo de Asturias, al norte de España”, y le dije también “Santo Padre, ¿usted conoce Asturias?”. Y me contestó: “no”. Y yo le dije, entonces, “no, todavía”. Dijo: “Exacto, no todavía”.

Al final no se pudo fraguar aquella deseable visita, pero la mirada de aquel hombre, padre de todos, era una mirada llena de ternura, llena de sabiduría, y te sentías ante un verdadero padre que te acogía, que te enviaba. El palio es como una especie de collar de lana que te pone sobre los hombros y que por ser de lana representa el rebaño que, unido al sucesor de Pedro, yo llevo sobre mis hombros, el rebaño que son los cristianos de Asturias, que desde hace trece años sigo acompañando con inmensa gratitud.

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