Celebra hoy la Iglesia la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, día grande en que se busca contemplar el amor de Dios en todo lo que ello conlleva e implica. No es una devoción trasnochada, sentimentalista ni secundaria, todo lo contrario, nos encontramos ante el sentido mismo del evangelio y de la historia de la salvación dado que Dios viene a nosotros y se entrega por amor para darnos vida, y vida en abundancia. Una mala interpretación del Concilio Vaticano II despertó una fuerte animadversión hacia el culto al Sagrado Corazón de Jesús y los movimientos apostólicos o devociones en torno a este: apostolado de la oración, guardia de honor, exposición del Santísimo los primeros viernes de mes, su solemne novenario, las meditaciones para cada día del mes de junio, procesiones... Hasta tal punto fue perseguido el culto al Corazón de Cristo que en muchísimas parroquias su imagen terminó en el desván o trastero, y se suprimió en algunos lugares hasta su solemnidad litúrgica, celebrando muchos sacerdotes ese día como una feria del tiempo ordinario, y se animó a los fieles a olvidar un tema ya del pasado y por tanto superado. Aquello fue un despropósito que, como diría el Papa Francisco, "surgió de una mundanidad espiritual como el clericalismo". Siempre el demonio ha enviado artimañas contra el Corazón de Jesús, como en el siglo XIX la herejía jansenista y tantísimas otras que podríamos enumerar.
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viernes, 16 de junio de 2023
El sentido espiritual, político y social de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Por Rodrigo Huerta Migoya
Pero ni siquiera los sacerdotes, obispos, religiosas y religiosos pudieron reprimir aquello que nunca se fue del corazón del pueblo fiel. La campaña para que se dejara de amar al corazón que tanto nos ama fue promovida curiosamente por un jesuita marxista -el P. Alfonso Álvarez Bolado- que empezó a predicar que el Sagrado Corazón era una reminiscencia de la España nacionalcatólica y franquista y, por tanto, para superar lo uno habría que superar lo otro. Rápidamente se adhirieron a esa tesis nuevas mentes pensantes que haciéndose llamar ''teólogos'' comenzaron a escribir contra lo que consideraban contrario al espíritu del Concilio hasta el punto de declarar una guerra no sólo intelectual, sino pastoral contra la religiosidad popular. Triste antitestimonio; pensar que los jesuitas que llevaron la devoción del Corazón de Cristo a los rincones más insospechados del mundo acabaran convirtiéndose muchos de ellos en los principales adalides para poner fin a su culto. Esto ocurrió no sólo entre el clero secular y regular, sino también entre congregaciones religiosas femeninas que tenían por nombre y carisma precisamente promover este culto, y que han llegado a renegar de todo lo relacionado con su devoción fundacional. Aún ante esos pésimos jesuitas, tenemos el gozo de seguir bebiendo del legado espiritual de grandes apóstoles del Corazón de Jesús como fueron los grandes jesuitas de antaño: San Claudio de la Colombiere SJ, Henri Ramière SJ o Jean Croiset SJ a nivel de Europa. En España llevaron a cabo una gran difusión con sus predicaciones Agustín de Cardaveraz SJ, Pedro Calatayud SJ, Juan de Loyola SJ, Pedro de Peñalosa SJ ,Francisco Javier Idiáquez SJ, o cómo olvidar al hablar de Asturias al P. Vega SJ y al P. Vilariño SJ, que hicieron posible levantar el monumento al Sagrado Corazón en Oviedo.
Mucho daño han hecho también esas malas comprensiones del Jesús histórico, llegando algunos a comentar que las vísceras de las personas no son motivo de fiesta; afirmaciones que ponen de manifiesto que no han comprendido el verdadero sentido del Corazón de Cristo que ama y sueña con conquistar a toda la humanidad santísima por la que ha dejado traspasar su corazón. Estamos ante Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre, por eso no tienen cabida esos enfoques blasfemos que buscan representarnos a un Jesús afeminado o dulzón, e incluso utilizando su imagen con fines ideológicos al coincidir el mes del Sagrado Corazón con la celebración tan promovida del orgullo LGTBI ante lo que muchos católicos han respondido este año -especialmente en latinoamérica- con un spot publicitario que reza: ''Junio es el mes del Sagrado Corazón, el verdadero orgullo''. En el magisterio de la Iglesia no habido nunca oposición a esta devoción, sino todo lo contrario. Como muestra de esto tenemos tres encíclicas que constituyen una buena lectura para este mes como son "Quas primas" de Pío XI, "Miserentissimus Redemptor", también de Pío XI, y "Haurietis aquas", de Pío XII.
¿Por qué las personas de extrema izquierda o de sensibilidad próxima al progresismo ideológico odian de modo acérrimo al Corazón de Jesús? Precisamente por la significación política e ideológica que le dan a tener a Cristo como rey en la vida y el hogar de sus devotos. Lógicamente una persona que se define como "republicano" no puede compartir esto. Recordemos aquella preciosa tradición de entronizar al Corazón de Cristo en los hogares, tan promovido en España por el P. Mateo Crawley-Boevey. Sin olvidar toda la escuela del reinado social de Cristo que desde el siglo XIX es doctrina reconocida por la Iglesia, viéndose en este culto al corazón de Jesús el mejor antídoto contra el laicismo y la cultura laica, la soberanía popular y especialísimamente el liberalismo político que como enseñaba el catecismo: ''es un pecado gravísimo contra la fe''. Creo que era el P. Ripalda quien en su catecismo iba más allá, calificándolo de "pecado mortal". A fin de cuentas, toda ideología contraria a la fe: masonería, laicismo, comunismo, socialismo, protestantismo... son los enemigos del Corazón del Señor, y que algún día habrán de ser puestos ''como estrados de sus pies''. Y ante esto viene la duda: ¿Qué es en conclusión trabajar por instaurar en nuestro mundo reinado de Cristo en lo social? Pues sencillamente defender el orden tradicional cristiano, pues el modernismo ideológico y aún más ideologizante, es enemigo de nuestra fe. No olvidemos cómo el corazón de Jesús presidía las banderas de los contrarrevolucionarios franceses, o cómo en la guerra civil en España los soldados de ambos bandos llevaban escondido bajo las ropas y a la altura del propio corazón esos "detentes" que rezaban y rezan: ''Detente enemigo el Corazón de Jesús está conmigo''; y es que lo sobrenatural y divino está por encima de nuestras aspiraciones mundanas.
Jesús afirmó algo de forma tajante tanto en las revelaciones a Santa Margarita María de Alacoque en Paray-le-Monial (Francia) en el siglo XVII, como al Beato Bernardo de Hoyos en Valladolid en el siglo XVIII una misma verdad: ''Reinaré''. Aquí hay varias dimensiones; nos hemos quedado sólo con una, que el Corazón de Jesús reine en mi corazón, pero parece que nos de miedo desear, pedir y reclamar que reine en mi parroquia, en mi pueblo, en España, en la Iglesia y en todo el mundo. Hay de algún modo, una cierta cobardía que deja las revelaciones del corazón de Cristo en puro pietismo, incluso surge un reduccionismo que limita esta devoción tan sólo al evangelio de San Juan relatándonos la escena de la lanza, como si estuviera limitado explicar el corazón de Jesús desde las experiencias de tantos santos que han sido testigos del amor de Dios en primera persona como lo fueron Santa Margarita y el Beato Bernardo. Gracias a Dios, en las últimas décadas como ya comenté en otras ocasiones, hay un resurgir importantísimo en España y en Europa de la devoción al Sagrado Corazón, con faros luminosos en nuestra Patria como el Santuario de la Gran Promesa de Valladolid, el Santuario del Cerro de los Ángeles en Getafe, el de los Sagrados Corazones en Toledo, el templo expiatorio del Tibidabo en Barcelona, o la Basílica Santuario del Sagrado Corazón de Gijón. Ha habido figuras destacadísimas en la recuperación de esta devoción con sus escritos y homilías; que decir de mi admirado Padre Mendizábal, D. José María Alsina, D. Pablo Cervera, D. Jaime Pérez-Boccherini... E incluso obispos de esta escuela como D. Francisco Cerro Chaves, D. José Ignacio Munilla, D. José Rico Pavés... Vivimos dentro de las aguas que nos llegan a contracorriente, pero también un tiempo de gracia para los devotos del Corazón de Cristo, viendo un imparable resurgir de esta devoción entre la juventud católica de nuestra Nación. El Corazón de Jesús lo puede todo y a nadie deja indiferente, y es que sus palabra y promesa nos llenan de la esperanza que a pesar de sus enemigos, ¡su corazón reinará!
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