(ABC) «Convencido de interpretar los sentimientos de los fieles de todo el mundo, dirijo un recuerdo agradecido a Juan Pablo II, que estos días es objeto de insinuaciones ofensivas y sin fundamento», ha clamado el Papa desde la ventana del Palacio Apostólico durante el ángelus de este domingo. También el fiscal del Vaticano solicitó este sábado pruebas a la abogada del autor de las graves acusaciones, y ésta se negó a aportarlos. Como decía Giulio Andreotti, el peligro de desmentir es que se repite la acusación. Pero el Pontífice ha preferido esta vía y ha emprendido una contundente defensa de Juan Pablo II, para que no se diga que «quien calla, consiente».
Francisco ha rechazado las acusaciones lanzadas esta semana por el hermano de Emanuela Orlandi, la adolescente de 15 años ciudadana vaticana e hija de un empleado vaticano, que desapareció sin dejar rastro el 22 de junio de 1983. Los supuestos secuestradores, que no dieron ninguna prueba de vida irrefutable, exigieron entonces la liberación de Ali - Agca a cambio de su libertad. El Papa Juan Pablo II lanzó ocho peticiones de que fuera liberada. Por su parte, Ali Agca respondió que prefería seguir en la cárcel.
En enero, el fiscal general del Vaticano, o 'Promotor de Justicia', Alessandro Diddì, reabrió el caso. También el Parlamento italiano ha aprobado la apertura de una comisión de investigación, que aún no ha comenzado a trabajar pues no ha sido aprobada por el Senado.
El proceso también procede a toda marcha en los medios de comunicación italianos. Esta semana, en el programa 'Di Martedì' (algo así como 'Hoy Martes') del canal privado italiano 'La7', Pietro Orlandi, hermano de la desaparecida, presentó junto a su abogada la registración del testimonio de una persona cercana a los bajos fondos romanos, de quien no reveló la identidad.
«Dice cosas importantes, hay que aclararlas, no puede quedar la duda», avisó antes de hacerlo escuchar. Sin embargo, no identificó a la persona registrada y no dio elementos para valorar la credibilidad de lo que dice.
Refiriéndose a Juan Pablo II, la persona sin identificar asegura: «Se las llevaba a la cama. Cuando la situación era ya asquerosa, el secretario de Estado decidió intervenir. Pero no quitándose de en medio a Wojtyla, sino hablando con 'ese tipo'. Él (se refiere al cardenal Agostino Casaroli, secretario de Estado), siendo un experto en cárceles, porque fue capellán en el reformatorio y luego en una cárcel, se dirigió a los capellanes de la cárcel. Los capellanes de la prisión, uno era de Calabria y el otro un listillo, un tal Luigi y un tal padre Pietro, lo único que hicieron fue llamar a de Pedis y decirle: 'Está pasando esto, ¿nos puedes echar una mano?'. Y punto. Lo demás son tonterías».
El tal 'de Pedis' era Enrico de Pedis, era un peligroso criminal, jefe de la Banda della Magliana, una organización vinculada con la mafia, activa en Roma entre los años 70 y 90. Es poco verosímil que el secretario de Estado del Vaticano le solicitara ayuda.
Después de mostrar la registración, Pietro Orlandi añadió nuevos detalles por su cuenta en el programa televisivo. «No hay sombra de duda de lo que quiere decir (sobre Juan Pablo II), cómo le apodaban dentro del Vaticano», explicó. «No tengo pruebas. Pero escucho este audio, escucho el ambiente del Vaticano… En el ambiente vaticano la gente se escandaliza mucho menos cuando menciono estas situaciones que los periodistas o los políticos,...», sostuvo sin aclarar a qué ambiente concreto se refería.
A continuación, lanzó la acusación más grave. «Me dicen que por las noches Wojtyla salía con dos de sus amigos, monseñores polacos, a veces salía en su coche a dar una vuelta. Me dicen que seguramente necesitaba respirar un poco de aire porque el pontificado era duro. A mí me da qué pensar... Uno me dice que seguramente no iba a bendecir casas..., así están las cosas», dijo.
Para evitarle problemas legales, hábilmente, el presentador añade. «Usted no pretende hacer acusaciones, usted sólo solicita que se investigue». A lo que Pietro Orlandi hace un gesto poco convencido.
Este sábado la abogada de Pietro Orlandi, Laura Sgro, fue convocada por el fiscal del Vaticano para que aportara elementos que sostuvieran estas acusaciones, como fuentes sobre esos rumores en el Vaticano o sobre la persona registrada. Ella rechazó aportarlos. El Vaticano considera que «no desean colaborar con las investigaciones».
A lo largo del sábado, los órganos de información del Vaticano y la abogada de Pietro Orlandi se enzarzaron en un intercambio de reproches. El Vaticano insiste en que había sido convocada para aclarar las fuentes de las informaciones referidas a Juan Pablo II. Ella reivindica el secreto profesional y asegura que no era este el motivo.
«Pietro Orlandi no ha acusado jamás a Su Santidad Juan Pablo II. Ha solicitado que se investiguen hechos que le han sido referidos», añadió este sábado la letrada, a pesar de las grabaciones que circulan por Internet de las declaraciones de su asistido. Las palabras cuentan, aunque el italiano sea un idioma que facilita la ambigüedad. «No he dicho nunca que Juan Pablo II sea un pedófilo, pero es justo que se investigue sin límites, no puede haber intocables en el siglo XXI», insistió Orlandi en el mismo programa televisivo.
Por su parte, esta semana, Stanislaw Dziwisz, ex secretario de Juan Pablo II se unió a la condena de las acusaciones y lamentó que se les dé crédito: «Son falsas desde el principio hasta el final, irreales, risibles, casi cómicas si no fueran trágicas». «Contra Emanuela y su familia se ha cometido un enorme crimen, pero también es criminal aprovecharse de ello con divagaciones no comprobadas destinadas a desacreditar preventivamente a personas y ambientes que hasta que se demuestre lo contrario, son dignos de la estima universal», asegura.
La figura de Juan Pablo II es una de las más investigadas de las últimas décadas. Durante el proceso de canonización y mientras él estaba vivo, no surgió ningún elemento que apuntara en la dirección de estas acusaciones. Francisco no está dispuesto a que ahora se manche la memoria de su predecesor.
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