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lunes, 28 de noviembre de 2022

La Europa de Weiler. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

El Papa entregará, el próximo 1 de diciembre, el Premio Ratzinger 2022 a Michel Fédou (1952-) y a Joseph Weiler (1951-). El primero nació en Lyon y es patrólogo. Tras su entrada e inicial formación en la Compañía de Jesús, dirigió sus estudios hacia la teología del escritor cristiano y alejandrino Orígenes (184-253).

Fédou es profesor en el Centro Sèvres de París y autor de varias obras sobre cristología, patrística y diálogo interreligioso, aunque solamente hay un libro suyo traducido al español: “Las religiones según la fe cristiana”.

El segundo, Joseph Halevi Horowitz Weiler, nació en Johannesburgo y es constitucionalista y experto en derecho comunitario europeo. Estuvo vinculado a las universidades de Michigan, Harvard y Nueva York, así como a algunas instituciones académicas para asuntos jurídicos y de integración europea. Es doctor “honoris causa” por las universidades de Navarra y CEU San Pablo.

Desciende de una familia de judíos que residieron en Gerona en la Edad Media y observa religiosamente los preceptos de la torá y las tradiciones del judaísmo. Defendió a Italia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos cuando el matrimonio Massimo Albertin y Soile Lautsi y sus hijos reclamaron de ese Tribunal que hiciese valer su derecho a que no hubiera un crucifijo en las aulas en las que estudiaban éstos. Es conocido como “el caso Lautsi contra Italia”.

Se les dio la razón. Solo que cuando Weiler recurrió y salió a defender la presencia del crucifijo en las aulas estatales fue tan convincente que el Tribunal de Derechos Humanos empezó a reconsiderar su posición. Acabó por reconocer que, en Europa, el crucifijo en un aula no vulnera el derecho de ningún librepensador que no quiera ver a Cristo ante él, ni tampoco el de los adeptos de las demás religiones, distintas de la católica. «Defiendo el crucifijo en las escuelas por pluralismo», confiesa el judío Weiler.

Participó también en un libro editado en Italia y traducido a nuestro idioma con el título “Dios salve la razón”. En la versión española colaboró el profesor Gustavo Bueno. Es una obra breve y de gran interés, en la que varias personalidades comentan, y corroboran, el famoso discurso pronunciado por Benedicto XVI, el 12 de septiembre de 2016, en el Aula Magna de la Universidad de Ratisbona. Recuérdese que la mención de un pensamiento del emperador bizantino Manuel II Paleólogo levantó un enorme revuelo.

Hay dos libros de Weiler en español: “Europa fin de siglo” y “Una Europa cristiana. Ensayo exploratorio”. El autor ha volcado en ellos su parecer, muy bien fundado, sobre la situación en la que se halla nuestro continente, que, tras haber alcanzado, por una parte, unas altas cotas de progreso y bienestar, está sumido, por otra, en una crisis espiritual.

En efecto, Weiler la califica así: espiritual. Lo explica pormenorizadamente en el que lleva por título “Una Europa cristiana” y ha sido objeto de reflexión en una sesión cultural celebrada hace unos días en la Librería Diocesana de Oviedo.

Y es espiritual a causa de estos factores: la secularización, la cristofobia, la falsa neutralidad de los gobiernos respecto a la presencia de la religión en los espacios públicos y la idea ya generalmente asumida por los creyentes de que la religión es cosa del ámbito privado.

Según Weiler, si Europa obvia sus raíces y su identidad cristiana, será un ente de naturaleza meramente comercial, defensiva y tecnológica, y nada más, sin proyecto de futuro, sin horizonte de sentido, sin “telos”. Todo esto que señala nuestro autor me recuerda a aquello que decía Paul Ricoeur: «Vivimos en una época en la que la bulimia de los medios corresponde a la atrofia de los fines».

En fin, que la Europa cristiana, tal como la entiende el nuevo Premio Ratzinger es «una Europa que respeta por igual de forma plena y completa a todos sus ciudadanos, creyentes y laicos, cristianos y no cristianos. Una Europa que, incluso celebrando la herencia noble de la Ilustración humanista, abandona su cristofobia, y no le causa miedo ni embarazo reconocer el cristianismo como uno de los elementos centrales en el desarrollo de su propia civilización».

Hay que agradecerle al profesor Joseph Weiler el que haya señalado con tanta precisión, en sus análisis como experto en derecho europeo, lo ventajoso que es para Europa el que se mantenga fiel a su ser cristiana y lo letal que puede resultar para ella, como si de un suicidio se tratase, porque la conduciría a la descomposición, avergonzarse de sus raíces cristianas, renunciar a su condición de cristiana y denostar cuanto provenga del cristianismo o se identifique con él.

Será la primera vez que se otorgue el Premio Ratzinger a un judío. Y es preciso reconocer que Joseph Weiler se lo ha ganado a pulso y que bien merecido tiene el que se lo den, por el gran servicio que ha hecho en favor de la verdad y la justicia. De ahí el que no quepa otra cosa más que decirle, y lo haré en hebreo, la lengua de sus antepasados, y de todo corazón: ¡todá rabá! ¡muchas gracias!

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