(Cartas al director lne) Esta semana el santoral nos recordaba que el domingo 9 de octubre teníamos que rememorar a los Mártires de Turón. Unos jóvenes que por el hecho de estar educando a los hijos de gente obrera y anunciar el mensaje libertador de Jesús dejaron en Turón su propia vida.
Sangre injustamente derramada por aquellos que movidos por la sinrazón dictaminaron que aquellos jóvenes no habrían de vivir más. ¿Qué hicieron mal me pregunto yo? Nadie puede darme respuesta razonada porque no la hay.
Ocho hermanos de la Salle junto con un padre pasionista son para muchos de nosotros ejemplo de verdadera entrega. Puro evangelio hasta el final. No solo dejaron casa y familia por anunciar el evangelio a los más necesitados, sino que sin dudar un minuto de quien se habían fiado llegaron hasta el final, entregaron su vida por Jesús. Les había sido mucho más fácil negarlo y continuar su vida, pero como buenos y fieles seguidores de Jesús obedecieron hasta la muerte y una muerte de martirio.
Entrega y perdón con mayúsculas son el testimonio que estos mártires sellaron con su sangre. Son para nosotros ejemplo de respuesta cristiana. Deben ser para nosotros educadores de la familia lasaliana, compromiso fuerte con la Salle. Deben ser para nosotros ejemplo de un camino marcado con un único fin, intentar educar a las nuevas generaciones en el compromiso por el bien común y por la libertad.
En estos tiempos tan duros y difíciles en los que la mejor opción es apartarse del camino cristiano, estos mártires deben ser para nosotros ese ejemplo que nos aliente y nos dé fuerza para comprometernos como verdaderos seguidores de Jesús dentro de la familia lasaliana.
Que esta sangre derramada en esta Asturias nuestra, en una cuenca obrera como la nuestra, nos haga mantenernos y entregarnos por la obra que San Juan Bautista de la Salle instituyó. Que ese perdón con mayúscula y ese martirio den frutos por medio de nosotros. Que estos hermanos mártires velen por el instituto de las escuelas cristianas y muevan corazones para que cada día demos mejor testimonio. Sin olvidar que la persecución es condición del fiel creyente que debe llevarnos a dar lo mejor de nosotros en la familia, en los amigos, en el trabajo y en cualquier acontecimiento de nuestra vida.
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