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lunes, 25 de abril de 2022

Primer libro impreso español. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

No podía ser nadie más que ella. La que protagonizase un acontecimiento de semejante envergadura cultural. La primera que hiciese cuanto estaba en su mano, antes que cualquier otra institución, para posibilitar el acceso de todos a los diferentes saberes. Como ha sucedido siempre. La que trajese la imprenta a España: la Iglesia.

Fue en Segovia. De mano del obispo Juan Arias Dávila. Corría el año 1472. El prelado hizo venir a su diócesis a Juan Párix de Heidelberg. Y en ella instaló su taller. Allí se imprimió el primer libro sobre suelo hispano: la Sinodal de Aguilafuente, con las disposiciones emanadas del sínodo celebrado en esa localidad segoviana. Y había de ser también ella, la Iglesia, la que conservase un ejemplar, el único que existe en el mundo.

El incunable está en la catedral de Segovia. Solo que ahora podrá verse, hasta el 23 de julio, en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, en la exposición que lleva por título “Incunabula: 550 años de la imprenta en España”.

Se mostrará también el incunable más antiguo de la Biblioteca Nacional. Obra naturalmente de un eclesiástico: el dominico genovés Giovanni Balbi. En latín, Johannes Balbus. Se trata del “Catholicon, seu Vocabularius universalis et prosodia vel grammatica”. Es de 1460. Debió de imprimirlo el propio Johannes Gutenberg, en Maguncia.

Procede de la catedral de Ávila. Se insiste mucho en la naturaleza profana de la obra. Pero son ganas de secularizarla. Versa sobre prosodia, ortografía, sintaxis, retórica y etimologías de las palabras. Al escribirla, Balbi pretendía poner, por medio de ella, al alcance de sus lectores, deseosos de frecuentar la Biblia y los textos de los Santos Padres de la Iglesia, el instrumental que les facilitase la comprensión de las fuentes de la divina Revelación.

En la Biblioteca Nacional de España podrá verse también un libro xilográfico: “Biblia pauperum”. La Biblia de los pobres. Así se llamaba. Para que todo el mundo llegase a tener conocimiento de los principales acontecimientos referidos en la Sagrada Escritura. La “Biblia pauperum” fue el primer libro xilográfico europeo y la que se muestra en la exposición es de 1440-1450.

También estará allí el primer incunable español con grabados: “Fasciculus temporum”. De 1480. Salió de unas prensas sevillanas. Es de otro eclesiástico: el cartujo Werner Rolewinck. En latín, Wernerius. Natural de Westfalia. Con representaciones del Arca de Noé, de la Torre de Babel y de algunas ciudades antiguas, es una historia universal abreviada que tuvo gran difusión en Alemania.

Y aunque se expondrán una veintena de incunables, hay que mencionar expresamente el primer libro con anotaciones musicales: “Lux bella seu Artis cantus”. El título es precioso. De 1492. Impreso en Sevilla. Su autor fue el cacereño Domingo Marcos Durán, natural de Garrovillas de Alconétar y primer tratadista español de Musicología. La temática va también de Religión, ya que la obra versa sobre el gregoriano.

En fin, que hay que ir a ver estas joyas bibliográficas y, de paso, darles las gracias a las autoridades de la Biblioteca Nacional de España, inigualable santuario de la Letras en nuestro país, por hacer visible con tan alto grado de excelencia, en esta exposición que se inaugura con las celebraciones del Día del Libro, la histórica relación existente entre la Iglesia católica y la cultura.

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