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domingo, 6 de marzo de 2022

''Llevado al desierto''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila











Con la imposición de la ceniza el pasado miércoles, hemos dejado atrás el Tiempo Ordinario introduciéndonos de pleno en el desierto cuaresmal. En este primer domingo de Cuaresma quisiera resumir esta reflexión para iluminar el sentido de este tiempo litúrgico a la luz de la palabra de Dios y de las enseñanzas de la Iglesia:

¿Por qué necesitamos vivir la Cuaresma?. 

En el mundo en el que no encontramos algunos preceptos cuaresmales motivo de mofa: ¿Qué es eso de pasar hambre voluntariamente, de privarme de carne y otras cosas?, ¿Qué es eso de hacer penitencia?... No podemos negar que nuestra fe vivida con autenticidad hoy en día implica ir contracorriente. Mientras el mundo nos dice ''dale a tu cuerpo lo que te pida'', ''disfruta'', ''no te prives de nada que la vida son dos días''... A nosotros se nos invita en este Tiempo a hacer todo lo contrario; habrá quien piense que la Iglesia tiene que quitar estas viejas costumbres, pero realmente pienso todo lo contrario, precisamente por el mundo en que vivimos y no sólo -que también- por fidelidad evangélica, adquiere todo mucho más sentido. Os pongo un ejemplo "doméstico" y cargado al tiempo de ternura y realidad: Una de mis gatas, la mayor, vino de una vida rural y silvestre. Vivió en la calle, tuvo que arreglárselas como podía y como buen felino era hábil para su supervivencia cazando ratones, topos o pájaros... Desde que vive en mi casa y ha descubierto lo que es pisar alfombra, la calefacción, la comida de bote y a su tiempo, su principal ocupación es dormir... Para que se moviera algo y no engordara contra su salud le busqué un ratón de juguete, pero con desprecio miraba al ratón, bostezaba y seguía durmiendo... Esto es lo que nos puede pasar a nosotros cuando dejamos de cuidar la vida interior, la confesión, la relación con Dios... Igual que el gato ya no sirve para volver a su hábitat, nosotros cuando abandonamos o descuidamos nuestra vida de fe nos atrofiamos hasta incluso perderla por completo. Los cristianos no creemos que la vida son dos días, sabemos que la vida es muchísimo más que eso, por ello no tener problema en privarnos de tantas cosas que no haciéndonos mal, incluso necesitándolas, nos ayuda a encontrarnos con nosotros mismos y con nuestra pequeñez ávida de esperanza y superación. No salimos perdiendo, al contrario, crecemos y somos mejores, pues no hay nada más complejo -y eficáz, véanse terapias varias- que saber dominar su cuerpo y a sí mismo. Pero esto no puede quedarse sólo en un "yo", si en verdad conocemos al Señor, ha de reflejarse en nuestras palabras y obras para el bien y salvación de todos. Esta es la enseñanza de San Pablo en la epístola a los romanos que hemos escuchado, que toda la humanidad está llamada a ser de Cristo. Por eso el apóstol nos aclara: ''si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás''.

2º ¿Por qué hacer penitencia?

Nuestro Dios no está al margen de los sufrimientos y dolores del mundo, y menos aún desde que se hizo "Dios con nosotros". En el texto del libro del Deuteronomio vemos cómo participa e interactúa para socorrer a su pueblo: ''Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia''... Dios socorre a su pueblo, no de cualquier manera, no sacándolo a hurtadillas por la puerta de atrás, sino ''con mano poderosa y brazo extendido''. También hoy vivimos esclavos de muchas cosas, mayormente del pecado, por lo que hemos de pedirle al Señor valor para saber reconocernos frágiles, para ir a su encuentro y experimentar que por mucho apuro que nos de acudir al sacramento de la penitencia -mejor un rato colorado que toda la vida descolorido- la reconciliación con el Señor es una necesidad perentoria para el cristiano. En la actualidad parece como si el pecado ya no existiera, como si hubiera desaparecido. El pecado existe y viene del mal, y por esto necesitamos liberarnos cuanto antes de su dominio sobre nosotros. El diablo    -que haberlo haylo- como lo hizo con el Señor, también nos tienta cada día a nosotros. Y el mayor triunfo del maligno es que sigamos en el suelo como el cerdito en el lodazal en lugar de levantarnos para seguir caminando. Es humano caer, pero no es cristiano quedarnos ahí. Hay cuatro cosas que el demonio no soporta: la Sagrada Escritura, el rosario, la Santa Misa y la confesión. Satanás hace fiesta cuando no nos confesamos, pues permanecemos alejados de Dios, y se frota las manos de alegría cuando acudimos a confesarnos y no lo hacemos bien guardándonos algo para nosotros por pudor o vergüenza. La Iglesia nos enseña en su catecismo que como mínimo hemos de confesar una vez al año para poder acercarnos a comulgar. Nunca ha habido tantas colas para comulgar, y tan pocas personas para confesar. Si hiciéramos el experimento de preguntar con un micrófono a todas las personas que se ponen en las colas de nuestras iglesias para comulgar: ¿Cuándo fue la última vez que has confesado?posiblemente nos llevaríamos un susto... Os invito en esta cuaresma a reflexionar mucho sobre este aspecto; sé que de una edad para abajo da apuro confesarse con el propio párroco, eso siempre ha sido así, por eso para las confesiones de Adviento y Cuaresma traemos sacerdotes de fuera. Estamos al lado de Oviedo con muchísimas parroquias a las que poder acudir a confesar, da igual donde, pero no caigáis en la trampa del demonio que no quiere que volváis a estar en gracia de Dios. No os fieis de los que dicen que sirve la "absolución colectiva" no es cierto. Ni tampoco de los que os dicen que vale con confesarse uno mismo "con Dios". Nosotros somos católicos, esa es doctrina Protestante; lo nuestro es lo que nuestros mayores nos legaron: rezar el rosario, confesión al menos una vez al año -en especial ahora que nos acercamos a la Pascua- y el amor a la Virgen por medio del rosario. Acudamos a comulgar ''dignamente preparados''...

3º ¿De que pan vivo yo?

Estamos en un tiempo para revisar y mejorar; hemos de buscar dónde está el agujero de mi tiesto -en el fondo lo sabemos bien- por el que se me escapa el agua al regar: ''No sólo de pan vive el hombre'', aquí cada uno habría de identificar de qué "pan" vive, qué es lo que sostiene su existencia, qué da sentido a nuestra vida. Hay personas que se alimentan de cosas, otros de momentos, otro de relaciones... Nadie ha dicho que vivamos en una burbuja, estamos en el mundo y el mundo a veces nos puede y contamina, pero cuidado que éste no  nos embelese y nos haga perder la referencia hacia lo trascendental. Hay muchas personas que no viven, sino que sobreviven en él a base de medicación, terapias y recursos múltiples. La solución a todo está aquí; si sabemos vivir no del pan del mundo, sino de la palabra de Dios, no de lo terreno, sino del pan del cielo, estaremos ya anticipándonos ya aquí al paraíso que habrá de esperarnos "más allá". El demonio nos susurra que nos revelemos contra Dios, que nos enfademos con Él o le ignoremos, pero el maligno no lo tendría tan fácil a la hora de engañarnos si nosotros tuviéramos las cosas claras y estuviéramos bien anclados espiritualmente; la clave no es que las cosas salgan como yo quiero y le pido a Dios, lo que hemos de saber pedir al Señor es la fuerza para afrontar lo que venga. Como decía Santa Maravillas de Jesús: ''lo que Dios quiera, como Dios quiera, y cuando Dios quiera''... No perdamos de vista la afirmación de la lectura del Duteronomio: ''Mi padre fue un arameo errante''; es decir: Abraham, nuestro Padre en la fe, fue un hombre que supo dejarlo todo, salir de su tierra y caminar hacia adelante sin conocer el destino porque tenía toda su confianza puesta en Dios. Experimentemos en estas semanas la espiritualidad del abandono, dejarnos confiados en las manos de Dios dejándole a Él ser el Señor de nuestro corazón y de nuestra vida... Un último detalle: ¿os habéis fijado en el evangelio cómo el diablo cree en los ángeles?... Y que haya cristianos que nunca se acuerden de ellos cuando hasta el maligno -porque lo experimentó- sabe que existen... Nos adentramos al desierto, pero no estaremos solos ante las tentaciones, Dios nos envía su mensajero por delante. 

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