(Infovaticana) Sobre el sacramento de la reconciliación señala que «es siempre una apuesta para cambiar nuestro corazón y vivir con los sentimientos del Corazón de Cristo. Sin esa apertura a que «sin mí nada podéis hacer», a que necesitamos de la gracia del sacramento, caemos en un voluntarismo que nos hace alejarnos de la santidad». Para ello, el Primado de España ofrece tres claves para que nos ayuden a volver al sacramento de la penitencia:
1. Sacramento de la esperanza. Cuando caemos en la cuenta de que somos pecadores, frágiles y necesitamos de la misericordia de Dios, eso nos llama a frecuentar el sacramento de la penitencia y vivir la vida de la gracia, que nos transforma y nos hace «santos e irreprochables ante El por el amor».
2. Sacramento de la reconciliación. Actualmente en nuestras parroquias y comunidades nos faltan hombres y mujeres que se tomen en serio la santidad y que nos digan cómo «sabe el amor de Dios». Cuando recibimos este sacramento que necesitamos para caminar en conversión se realiza en nosotros esa reconciliación con Dios que nos hace libres, con los hermanos con los que confraternizamos y con nosotros mismos que con santidad y alegría caminos hacia el Padre.
Nuestro mundo solo se acerca a las personas que viven humildemente reconciliadas y son capaces de reconciliar. Sin una profunda reconciliación con el Señor y con la misericordia del Corazón de Cristo no seremos capaces de sintonizar con un mundo roto, herido y que existe como un «hospital de campaña» donde la reconciliación es el camino para mirar la plenitud del amor de Dios y salir al encuentro de nuestros hermanos más necesitados.
3. Sacramento de la alegría. Pido a los sacerdotes que faciliten el sacramento de la penitencia en todas las parroquias y santuarios, comunidades, para que todos tengamos acceso a este sacramento que nos llena de alegría por el perdón que el Señor nos concede y por la humildad de caminar. El Papa Francisco nos dice: «Hay muchas personas humildes que confiesan sus recaídas. Lo importante, en la vida de cada hombre y de cada mujer, no es no volver a caer jamás por el camino. Lo importante es levantarse siempre, no quedarse en el suelo lamiéndose las heridas. El Señor de la misericordia me perdona siempre, de manera que me ofrece la posibilidad de volver a empezar siempre».
Monseñor Cerro Chaves, además de pedir a sus sacerdotes que faciliten la confesión, les anima a ellos a que «os confeséis con frecuencia. Lo necesitamos, somos pecadores, y que facilitéis ese sacramento con frecuencia para tantas personas que necesitan recuperar la esperanza, la reconciliación y la alegría, para que vivamos nuestra llamada a la santidad, como vocación común a sacerdotes, vida consagrada y laicos».
Por último, concluye el arzobispo de Toledo afirmando estar convencido que «cuando recuperamos para nuestra vida espiritual este sacramento, nos hace tender hacia la santidad, con esta llamada cristiana es necesario un corazón «humillado y quebrantado» que el Señor no desprecia».
No hay comentarios:
Publicar un comentario