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jueves, 3 de marzo de 2022

D. Ángel Garralda, Sacerdote modelo de Sacerdotes: el perfil de un párroco del Concilio Vaticano II. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Se nos ha ido D. Ángel Garralda; un hombre de Dios, persona de profunda fe, sacerdote según el corazón de Cristo. El Señor le ha premiado con una vida longeva llena de gracia y de dichas, y lo que es más llamativo, ha tenido el privilegio de ver la gran cosecha de buenos frutos en su inmensa siembra. Hacía años que él ya había entonado como Simeón: ''ahora Señor según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz''. Con qué gozo participó en las beatificaciones de los Mártires de Turón y de los Seminaristas de Oviedo. La Iglesia confirmaba lo que este buen cura había predicado toda su vida: "no eran muertos de guerra, sino héroes de la fe". 

La figura de D. Ángel Garralda no ha pasado desapercibida, fue siempre un hombre libre a la hora de predicar la verdad y nunca tuvo miedo de ser políticamente incorrecto, de decir las verdades del barquero y de obrar según su conciencia cincelada y acrisolada siempre en fidelidad a la Iglesia. En tiempos del franquismo fue tildado por algunos de "progresista" cuando desde el púlpito denunciaba las injusticias sociales entorno a ENSIDESA, y los problemas del momento. Después fue tachado de "franquista" -que lo era a mucha honra, decía- cuando ya en tiempos de la democracia recordaba lo mucho que la Iglesia le debía "al Caudillo". Este "sambenito" le acompañó de por vida y le privó de muchos reconocimientos que sin duda merecía: ser nombrado cronista oficial de Avilés, declarado Hijo Adoptivo de la Villa del Adelantado, darle su nombre a una calle... Así de injustos y absurdos somos los humanos juzgando con la mentalidad del 2022 a una persona de casi cien años. Don Ángel Garralda era hijo de su tiempo, por eso para mí ni suma ni resta que se sintiera deudor de Francisco Franco, como tampoco supone un problema que se reconozca a personas nonagenarias orgullosas por su condición de "republicanas". Sí me parece un poco absurdo que chavales de veinte años se presenten y enfrenten como franquitas o republicanos, pero que D. Ángel lo fuera cabe dentro de lo normal por su propia vida y experiencia; basta conocer un poco su historia para comprender que para él gracias a las tropas "nacionales" salvaron su vida él mismo, su hermano y su madre. A veces creo que nos falta saber reconocer el buen hacer de las personas, independientemente de su visión política o ideológica, de sus gustos, creencias o del equipo de futbol que sean. 

Incluso dentro de la Iglesia Asturiana siempre se tuvo a D. Ángel como el cura "facha" de Avilés, cuando mereció con mucho mérito el título de "Monseñor", con más logros que muchos que lo ostentan si haber hecho por la Diócesis ni un cuarto de lo que este navarrico hizo. Él nunca trabajó esperando recibir nada, todo fue movido por su celo apostólico y las almas. Hay evidencias que no se pueden negar, pues en ellas no hay trampa ni cartón; sería como decir que Don Gabino Díaz Merchán era muy moderno y Don Marcelo González Martín un anticuado. Siempre para gustos hay colores, pero como nos decía el evangelio del domingo pasado: los árboles se conocen por sus frutos. Con el antiguo párroco de San Nicolás de Bari de Avilés pasa exactamente lo mismo, unos dirán que era un cura "chapado a la antigua" y que eran mejores otros, pero baste ver la herencia vacía y hueca de algunos y el legado de D. Ángel. Podemos afirmar, sin lugar a dudas, que D. Ángel Garralda en Avilés fue uno de los sacerdotes que mejor supieron integrar la realidad del Concilio Vaticano II. 

Mientras agoniza el reducto progresista en Avilés, que siguen creyendo que la fidelidad al Concilio pasa por vestir de camisa de cuadros o estar a favor del aborto, la eutanasia, el celibato opcional y, por ende, contrapuestos a la liturgia, la religiosidad popular, la fidelidad al Magisterio y a las enseñanzas de la Iglesia, se alzó en el corazón de la Villa el modelo de una Parroquia viva y con colegio propio: niños, jóvenes, religiosas... innumerables grupos parroquiales. Un sacerdote mayor afirmó: ''el tiempo le ha dado la razón a Garralda: todas las parroquias progresistas agonizan, y la suya sigue siendo un vergel en medio del secarral''. 

Persona de brillante formación académica, filosófica y teológica. Tras estrenarse como coadjutor en la parroquia de Jaurrieta (Navarra) es enviado de nuevo a Comillas para licenciarse en Derecho Canónico. Ante la falta de clero en Asturias en los años cincuenta opta por venir a esta Patria Querida; su madre había nacido en el barrio de Veriña -entonces parroquia de Jove- siendo sus abuelos maternos Clemente y Jenara, naturales de Porceyo y Peón, respectivamente. Se incardina en la diócesis de Oviedo en 1951 siendo acogido por Monseñor Lauzurica, quien le nombra coadjutor de San Juan el Real -la parroquia de Doña Carmen Polo, alumna de su madre Basilisa- y profesor de filosofía en el Seminario Diocesano. En Oviedo llevó a cabo un gran trabajo de apostolado promoviendo la Acción Católica de la aludida Parroquia y organizando tandas de ejercicios espirituales para jóvenes. Fue pionero en la Diócesis en la organización de campamentos de verano para niños en León, en Llombera de Gordón, en Geras y en otros pueblos. 

En 1957 llega Avilés para no marcharse ya. Lo hizo en calidad de "regente", dado que el párroco D. José María Rodríguez G. Loredo, vivía retirado en Madrid pero mantenía el título por oposición; hasta ese momento administraba la parroquia D. Ramón García González, el regente saliente. No se puede entender la historia del Avilés del siglo XX sin D. Ángel Garralda García. Se embarca en la restauración y ampliación de la iglesia parroquial. Colabora para que se haga realidad la fundación de la Cruz Roja de Avilés; restaura la sacristía, amplia la casa rectoral pensada para varios sacerdotes y una comunidad de religiosas; aumenta la torre del templo con nuevas campanas, construye la cripta, reforma el presbiterio adaptándolo a la reforma litúrgica, restaura la capilla de la Purísima, restaura el claustro del siglo XVI con el pasadizo, su patio y su fuente; descubre un mural de "la última cena" del siglo XIII; construye y funda el colegio San Nicolás que abrió sus puertas en 1968 y en el cual primero colaboraron "las Doroteas" y después las "Hijas de la Caridad"; nuevo coro y baptisterio, amplia el Colegio a mediados de los setenta, restaura la bóveda de la capilla del Rosario, campo de la iglesia, funda la guardería infantil San Nicolás (1967) -la primera del municipio- la cual el Ayuntamiento expropia a la Parroquia en 1984 a iniciativa del Sr. Ponga Santamarta -socialista amigo íntimo de Gaspar García Laviana-; adquiere el edificio de la calle San Francisco nº 12 para sede de los grupos parroquiales... Sólo de 1957 a 2006 D. Ángel Garralda invirtió 1.040.493´87€, lo que venían a ser 173.123.613,053 millones de las antiguas pesetas, de los cuales se gastaron entre la Parroquia en su mayor parte, el Colegio y la Guardería. Impresionante cómo una parroquia de centro -que suelen ser las más envejecidas- de una villa obrera como Avilés, sin ayuda ninguna más allá de las conseguidas por él mismo, fuera capaz de autofinanciar semejante proyecto pastoral. Cuando D. Juan Antonio Menéndez (q.e.p.d.) asumió la Parroquia, no sabía qué se iba a encontrar al suceder a D. Ángel, pero a los pocos meses reconoció públicamente tres cosas: en primer lugar que en sus años de arcipreste y vicario jamás había presenciado una cambio de párroco en el que el sacerdote saliente entregara un balance de cuentas tan detallado, bien hecho y justificando cada céntimo. En segundo lugar, que la vida pastoral de la parroquia no podía gozar de mejor salud; y tercero, que el colegio San Nicolás de Bari sólo tenía un adjetivo: ''ser un colegio católico, por ello hay que mantenerlo abierto cueste lo que cueste''. 

Para vergüenza de algunos políticos que quisieron poner palos en las ruedas, ahí están los inumerables recursos y escritos que este buen Párroco hizo para defender el apostolado de su Parroquia, consciente de la realidad proletaria de los usuarios del colegio y guardería de San Nicolás, siendo unos de los más económicos en el centro de Avilés, incluso de los que mayores obras de caridad hicieron con familias sin recursos, y de los que más énfasis pusieron en la integración de alumnos extranjeros y etnias minoritarias en sus aulas en unos años en los que aún no se hablaba ni se hacía nada de eso. Cuidó D. Ángel de las tradiciones de su antiquísima Parroquia, antaño convento franciscano. El culto a la Virgen del Carmen, el Corpus de los Pajaritos, el cuidado espiritual de la Adoración Nocturna de Avilés; su defensa acérrima de Cáritas Parroquial y su buen hacer, que tantos disgusto le ocasionó frente a la Cáritas Diocesana; las Escuelas Nocturnas de Obreras que fomentó,  y así un largo etc...

Qué decir de la Semana Santa Avilesina, hoy considerada de "interés turístico". Cuando D. Ángel llegó a la Villa, eran apenas unas pocas procesiones las que había, quedando reminiscencias de antiguas cofradías, ya en declive. Mientras en casi toda la Diócesis se suprimieron las procesiones, en Avilés se cuatriplicaron gracias a su empeño. Sólo en la parroquia de San Nicolás de Bari se fundaron las del Santo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol, la hermandad del Santo Entierro y Nuestra Señora del gran Dolor, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de Galiana, Cofradía de San Juan Evangelista, Cofradía del Beso de Judas y Cofradía de Nuestra Señora de Covadonga. 

Y si aún tenía poco trabajo con una Parroquia con colegio y guardería, D. Ángel era profesor de religión en la Escuela de Artes y Oficios, en la Escuela de Maestría Industrial, Consiliario Diocesano de aspirantes de Acción Católica, colaborador tanto en prensa como en revistas (La Nueva España, Región, La Voz de Avilés, El Pensamiento Navarro, El Alcázar, La Nación, Siempre P´alante, Iglesia-Mundo...) para defender la actualidad desde una perspectiva católica. Su gran labor en la Sociedad Sacerdotal Española, de la que es considerado uno de los fundadores y de la cual llegó a ser Vicepresidente, así como su relevante papel en la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes. Autor de seis libros bien documentados: La persecución del Clero en Asturias Tomo I Martirios (1977) y Tomo II Odiseas (1978), Los Mártires de Nembra (1995), Julio Poveda Nembra, General de Ingenieros (1996), Avilés, su Fe y sus Obras (1997) y Pasando página, bodas de oro con la Parroquia de San Nicolás (2007).

Amigo de la investigación, llevó a cabo un trabajo de campo fuera de lo común entrevistando a todos los sacerdotes de la diócesis que habían sufrido la guerra, así como a los familiares de los martirizados. Si hoy tenemos un sacerdote diocesano en los altares es gracia al sudor y las lágrimas de D. Ángel. Aún queda mucho por hacer hasta que nuestros mártires asturianos ocupen el lugar que se merecen, pero de los pocos pasos que se han dado hasta hoy, nadie podrá negar que se debe a su tesón. Su trabajo sobre los mártires fue muy valorado, hasta el punto que obispos de otras partes de España le pidieron que hiciera el mismo trabajo en sus diócesis, algo a lo que "sintiéndolo en al alma" D. Ángel tuvo que renunciar, primero por no disponer de tiempo por su labor en Avilés, y, por otro lado, al considerar con humildad que los más indicados para ese menester siempre serían sacerdotes propios del lugar. Don Ángel nunca hubiera querido escribir sobre los mártires, consideraba que había sacerdotes más capaces y preparados en Oviedo para esa misión, pero lo asumió en conciencia al ver que pasaba el tiempo y se iban a morir los testigos de "La Persecución Religiosa del Siglo XX". 

Indagó como pocos en la historia de Avilés poniendo en alza su pasado, en un tiempo en que parecía que Avilés eran tan sólo unas casas a la sombra de la ENSIDESA. Gran conocedor de la figura de Pedro Menéndez, de la obra de Carreño Miranda, de los escritos de Bances Candamo o de la espiritualidad de la sierva de Dios Luz Rodríguez Casanova y García San Miguel, bautizada en su Parroquia. Sus estudios sobre los franciscanos en Avilés, el Castillo de Gauzón y tantos otros aspectos poco conocidos hasta entonces en su libro "Avilés, su fe y sus obras'', fue tan aplaudido por intelectuales de diferentes mentalidades que fue agregado al RIDEA (Real Instituto de Estudios Asturianos) en calidad de miembro correspondiente. 

No lo tuvo nada fácil D. Ángel en ciertos años con el presbiterio diocesano, donde le tocó nadar  contracorriente; jamás se calló ni guardó silencio o dejó pasar la oportuna respuesta, sino que defendió lo que enseña la Iglesia sin miedo ni vergüenza a críticos y detractores. Fue un defensor de la familia, la vida, el sacerdocio católico, el celibato, la confesión individual, la vocación a la santidad o los mártires, frente a un grupo ruidoso de sacerdotes asturianos que defendían lo contrario o se predicaban a sí mismos. Hubo alguno de aquellos "avanzados" y misericordiosos sacerdotes consigo mismos que tuvieron la osadía de comentar -algunos tenemos memoria y consultamos hemerotecas- que "lo que tenía que hacer el cura de San Nicolás de Avilés era jubilarse e ir a esperar la muerte a la Casa Sacerdotal". Así las cosas, D. Ángel ha sido bendecido por Dios para poder ver desfilar delante de él a muchos de aquellos que en una Iglesia paralela y "guay" tenían prisa por verle de "cuerpo presente". El tiempo le ha dado la razón, ha sido profeta de Dios y apostó a caballo ganador. El Papa Francisco -el actual- ha confirmado todo lo que este sacerdote predicó durante más de siete décadas: aborto no, celibato opcional no, sacerdocio femenino no, eutanasia no, confesión individual sí, religiosidad popular sí, vocación a la santidad y reconocimiento de los mártires sí. No sé qué pensarán los que aún respiran a las puertas del Seno de Abrahán que durante medio siglo han predicado lo contrario, y de cuyo fracaso y ocaso también ha podido ser testigo este admirable y fiel discípulo de la verdad que ha sido D. Ángel.

Amó como nadie a los sacerdotes, de los seculares y regulares fallecidos en el arciprestazgo de Avilés siempre redactaba una bella necrológica; fue testigo con gran dolor de corazón de la división del presbiterio diocesano a finales de los años sesenta, pero también ha podido ver el inicio de su restauración y cómo los ordenados en las últimas décadas ya fuimos bastante diferentes. Atrás esos tiempos de curas más obreros, sindicalistas y asamblearios que testigos de la fe -de la Iglesia- más preocupados de hacer política que ser pastores de almas. El agua va volviendo a su cauce, y para un párroco que sacó más de una quincena de vocaciones sacerdotales entre su feligresía, esta realidad le llenaba de fuerza y esperanza. Un sacerdote del ya reducto y soporífero "Foro Gaspar García Laviana" llegó a decir del hoy finado: ''mis ideas nada tienen que ver con las suyas, pero he de reconocer que Garralda es un caballero de los pies a la cabeza, que ha trabajado como pocos, y ante el que personalmente me quito el sombrero''. Así era este navarro y paisano: auténtico de verdad.

No quisiera omitir otra grandeza de D. Ángel: tenía sus ideas, pero jamás dejó de apreciar, aplaudir o valorar a las personas por sí mismas, aunque pensaran todo lo contrario de él. Por ejemplo, en el apartado de personas ilustres de la Comarca de Avilés incluyó al sacerdote D. Francisco Javier Fernández Conde; hubo algunos que le preguntaron extrañados cómo incluía a un sacerdote "de izquierdas" en su libro y esa sección. Así era D. Ángel, sabía valorar a las personas por encima de sus ideas, así de grande era este cura "de derechas" que resultó ser más abierto y mucho más demócrata que los nunca reconocieron sus buenas obras, sólo por sectarismo y resentimiento.

La balanza de la tolerancia y reconocimiento del otro quedó probada con los sacerdotes con los que trabajó como "coadjutores" (ahora "vicarios parroquiales")  en su media vida de ministerio sacerdotal en Avilés. Estos fueron: D. José Luis Argüelles Menéndez, D. Juan Antonio Rabanal Álvarez, D. Faustino César Vilabrille Linares, D. Juan Omar Rodríguez Rodríguez Suberbiola, D. Carlos Capellán Montoto, D. Francisco Márquez López, D. Julio Campillo Fernández, D. José Antonio González Montoto, D. José María Murias González, D. Valentín Pascual de Miguel, D. José Santaclara González, D. José Ramón López del Río y D. Alfonso López Menéndez. Con unos sufrió y tuvo que armarse de paciencia, con otros disfrutó y trabajó en plenitud. De todos ellos, por diferentes razones, me detengo en tres:  D. Carlos, al que quiso como a un hijo,  Don Valentín, al que quiso como a un hermano -cuántas anécdotas nos podría contar de D. Valentín, sus despistes y aventuras- y D. Alfonso López, al que quiso como a un nieto. Es de agradecer, ciertamente, tras algún tiempo de rebeldía de juventud -ley natural- la preocupación, cercanía y atenciones que ha tenido el actual párroco de San Nicolás -"su nieto"- con su predecesor y con su familia. Estoy seguro que D. Ángel se ha ido feliz de ver su parroquia en buenas manos, continuando cabalmente su obra educativa y pastoral. Imagino el gozo con que recibiría la llegada de una nueva comunidad de religiosas a la Parroquia qué, además, están tan unidas a la figura de Monseñor Guerra Campos, tan amigo de D. Ángel, el cual horas antes de fallecer escribiera su última carta para él como destinatario. 

Otros sacerdotes cercanos a su ministerio fueron D. Agustín Oteruelo Díaz (coadjutor organista), D. Cándido Alonso Jorge (adscrito) , D. Antonio Iglesias Pola (sacerdote jubilado natural de la Parroquia), D. Julián González (Capellán del Asilo de las Hermanitas) o D. Manuel Martínez (capellán del Hospital de Caridad). 

Si mucho fue lo que logró hacer aquí en la tierra, más será lo que nos podrá ayudar desde el cielo una vez que se encuentre en presencia del Señor. No creo que lo tenga nada difícil D. Ángel cuando tanto cariño le profesó siempre a San Pedro cuidando su fiesta en la capilla de Rivero. Tiene muchos "enchufes" que van a interceder por él, empezando por los mártires a los que sacó del olvido. No olvidarán ahora tampoco su buen hacer por ellos. Es lo que te deseamos hoy querido hermano y amigo: que ''te reciban los mártires en su amistad''. Tu antepasado, el venerable Fray Lorenzo Garralda Nagore, los jesuitas que te dieron catecismo en Tremañes: P. Emilio Martínez y hermano Arconada -martirizados en Santullano de Mieres-, D. Santiago González -el coadjutor de Corrales de Buelna-. Don Ángel decía que iban a buscar a su madre para matarla cuando se encontraron con este pobre sacerdote y lo llevaron a él a martirizar; los mártires de la Universidad de Comillas -8 jesuitas, 11 seminaristas y 49 alumnos-, los 193 sacerdotes mártires de la "Asturias Roja": el sacerdote de la parroquia de San Nicolás de Bari, D. José Manuel Granda y seis adoradores nocturnos, su primo carnal, Manuel García Álvarez -aspirante a ingresar en la compañía de Jesús y martirizado en Cabueñes de Gijón-... Como bien decía: ''mi vida ha transcurrido entre mártires''. Nacido muy cerca del lugar donde también vino al  mundo San Eulogio de Córdoba, y bautizado en una parroquia dedicada a San Esteban protomártir. A ellos le encomendamos, junto con su San Nicolás y Nuestra Señora de Arburúa, Patrona de su Patria chica navarrica. Que se cumpla lo que usted tanto cantó y deseó: ''asido de tu mano volar al cielo''... 

Muchas gracias D. Ángel por todo, por dejarnos cargadas las pilas, por su ejemplo y buenos consejos, por su cariño y cercanía siempre... Ya está con Dios y con los suyos que agradecidos le esperan.

 Descanse en Paz uno de los mejores curas que conocí.

3 comentarios:

  1. Pocas veces se puede leer una semblanza tan verdadera, justa y llena de cariño como la que de D. Ángel nos hace D. Joaquín Manuel. Muchas gracias.

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  2. Yo pediré, por su eterno descanso al lado de Dios.
    Yo lo conocí mucho, después de hacer los cursillos de Cristiandad, asistí durante mucho tiempo, una vez a la semana a unos ejercicios, bajo su tutela, mis compañeros eran Gaspar, capitán de la Guardia Civil en Avilés, Juan brigada del servicio de información, Temo, que era tenía una farmacia, Trabanco que era odontólogo y Ureña que estaba en el Ayuntamiento de Avilés.
    De ahí.empece a querer perfeccionarme como católico, el era un ejemplo para mí, de lo que es ser cristiano, serio cuando tenía que ser, pero conociéndolo era humilde, simpático, y muy agradecido, para mí fue un honor el haberlo conocido.
    Desde Madrid, quiero acompañarlos en su dolor, a ti también Alejandro, que se que para ti, era algo especial.
    Un abrazo.

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  3. El pésame anterior desde Madrid, es de Amadeo Estrada Rodríguez

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