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sábado, 5 de febrero de 2022

D. Juan Puertes Ramón, Vicario general de la diócesis de Oviedo camino a los altares.

El pasado sábado día 21 de enero tenía lugar en la Santa Iglesia Catedral de Valencia la solemne clausura de la fase diocesana de la causa de beatificación de 91 mártires valencianos que entregaron su vida en la persecución religiosa del siglo XX en España. El acto tuvo lugar al comienzo de la solemne eucaristía en honor de San Vicente Mártir, patrono de la ciudad y de la Diócesis levantina. La celebración estuvo presidida por Monseñor Javier Salinas Viñals, obispo titular de Monterano y Auxiliar de Valencia, al encontrarse el Cardenal Arzobispo confinado por haber dado positivo en "covid". 

Tras el canto de laudes, se desarrolló el acto jurídico de la clausura antes de continuar la celebración eucarística. Este grupo de 91 testigos de la fe, mártires por odio, está formado por 66 sacerdotes diocesanos, 8 religiosos y religiosas y 17 laicos y laicas. Dicha causa fue incoada en el año 2004 por decreto del entonces Arzobispo Monseñor Agustín García-Gasco, respondiendo a un sentir del clero y del pueblo fiel. 

Encabeza el nombre de la causa el siervo de Dios Miguel Payá Alonso, el que era Vicario General de la Archidiócesis de Valencia y Deán del cabildo catedral. De estos 91 mártires, menos uno todos fueron martirizados en 1936 y el que falta es el sacerdote Juan Puertes Ramón, valenciano de nacimiento que ejercía entonces la diócesis de Oviedo como Vicario general. 

Nació en Alfafar el 21 de noviembre de 1887. Sus padres se llamaban Manuel Puertes Puertes y Encarnación Ramón Signes. Era doctor en Filosofía, Teología y Derecho Canónico. Llegó a la diócesis de Oviedo en 1922 al obtener una plaza como canónigo de la Catedral. Llegó a ser Provisor y Vicario General del entonces Obispado. Al día siguiente de estallar la revolución de octubre de 1934, el sábado día 6 decidió esconderse en casa de su compañero de curia y amigo, D. Aurelio Gago. D. Aurelio, que era el Secretario de Cámara del Obispado, vivía con su sobrina Manuela Gago en la tercera planta del Nº14 de la Calle San Antonio de Oviedo. Por desgracia, en la primera planta de dicho edificio vivía -(como bien recogió D. Ángel Garralda e su erudita obra recopilatoria de los Mártires en Asturias) la familia de uno de los cabecillas de las revolución, un hombre de extrema izquierda exacerbadamente  anticlerical, conocido con el apodo de ''Pichilatu''. En este lugar estuvieron escondidos ambos sacerdotes apenas dos días, pues el lunes 8 de octubre a las tres y media de la tarde apareció este cabecilla ordenando -por seguridad- que fuera desalojado el edificio, pues en pocas horas estaba previsto "iniciarse el bombardeo de la Catedral".

A las siete de la tarde fue vaciado el edificio, del cual salieron nueve personas que allí se encontraban refugiadas, entre ellos un guardia de asalto y los dos sacerdotes. Cinco revolucionarios los detuvieron y fueron conducidos a la casa de la Marquesa de Ferrera -en el nº 8 de la Calle S. Antonio- a escasos metros de donde se encontraban. Eran conscientes de que el final estaba próximo, por lo que ambos se confesaron para bien disponerse a morir en gracia. En la incautada casa de la marquesa, que hacía de cárcel provisional, fueron interrogados y reconocieron su delito que jamás ocultaron: ser sacerdotes. La gravedad del delito empujó a los revolucionarios a no dejar aquella cuestión dilatarse un momento y decidieron trasladar a los dos presbíteros ante el Comité Revolucionario de la Ciudad, que había puesto su sede en el edificio del Banco Español de Crédito de la Plaza de la Constitución -junto al Ayuntamiento-. Aquí fueron condenados a muerte por su condición de "sacerdotes" e, inmediatamente, conducidos al Mercado de Ganado de San Lázaro, donde fueron martirizados en torno a las ocho de la tarde del referido 8 de octubre de 1934. Tenía D. Juan 47 años. Los cadáveres fueron tirados a una fosa común hasta que el día 27 de ese mes fueron exhumados e identificados. El cadáver de D. Juan permaneció en el Cementerio del Salvador de Oviedo hasta el 19 de diciembre de 1934 en que recibió cristiana sepultura en el cementerio de su villa natal. El día 30 de septiembre de 1960 sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia parroquial de "Nuestra Señora del Don" de su pueblo natal, donde reposa a los pies del presbiterio.

Enhorabuena al Sr. Vicario General y personal de la Vicaría General y Cabildo Catedral; ya en puertas un nuevo intercesor. 

 

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