El P. Gerardo nació un 20 de mayo de 1.932 en Ceceda, pueblo del concejo de Nava (Asturias) y hermoso donde los haya. Se llamaban sus padres Ramón y Asunción, los cuales le anotaron en el Registro Civil con el nombre de Arturo Manuel, aunque a la hora de llevarlo a bautizar a la iglesia se lo pensaron mejor y decidieron ponerle por nombre Gerardo.
Creció entre las caleyas de su pueblo, a la vera de la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, en la que fue descubriendo que el Señor le llamaba a la vida religiosa. Le cautivó la figura y las obras de San Agustín, por lo que decide muy joven ingresar en la Orden Agustiniana.
Con apenas veinte años, realiza la "profesión temporal", el 13 de septiembre de 1950. Terminados los estudios de filosofía y teología recibe la ordenación sacerdotal el 15 de julio de 1956 -víspera de Nuestra Señora del Carmen- patrona de su querido pueblo.
Celebró su primera misa solemne en la iglesia parroquial de Ceceda, en la cual recibió las aguas del bautismo. Fue acompañado en ésta por sus hermanos agustinos, junto al párroco D. Manuel Calzón y el entonces coadjutor. Tras la ceremonia tuvo lugar el "besamanos" y la foto de familia antes de pasar al banquete, el cual se sirvió en la bolera de Genaro, donde se congregaron todos los Ureta del entorno.
Su primer destino fue Palencia, con la encomienda educativa como profesor de latín en la Escuela Apostólica Agustiniana. Aquí, además de enseñar declinaciones y conjugaciones, se ocupó también de la economía de la Casa al ser designado "Procurador" del Seminario.
Su segundo y último destino en España sería Madrid, donde fue destinado a la comunidad de la Casa Provincial, ubicada entonces en la calle Columela nº 12; aquí permanecerá hasta 1968 cuando al solicitar sus superiores voluntarios para abrir la misión de Cafayate (Argentina) aprobada en aquellos días, se ofrece con plena disposición para lo que pudiera servir allí. Parte en barco desde el puerto de Barcelona el 24 de enero de 1969 junto al P. José Esteban Labrador García, O.S.A., el cual también se había ofrecido voluntario. Desembarcan en tierras argentinas el 10 de febrero, uniéndose a la que iba a ser la comunidad que habría de ir a fundar a Cafayate: P. Diego, P. Cipriano, P. Daniel y P. Servando. Desde la Iglesia de San Agustín de Buenos Aires parten el día 3 de marzo el P. Gerardo y el P. Diego camino de Salta, donde son recibidos en audiencia por el arzobispo del lugar, Monseñor Carlos Mariano Pérez. El sábado 8 de marzo salen para Cafayate acompañados por su Arzobispo. Hicieron parada en la localidad de San Carlos antes de llegar a su destino. Al llegar a Cafayate fueron recibidos de forma extraordinaria. El P. Gerardo apunta tres detalles para definir la actitud de la gente: apoteosis, mucho calor humano y rostros de ser día de fiesta. Al día siguiente, domingo 9 de marzo, se celebró solemnemente la eucaristía dominical en la que el Arzobispo presentó a los padres agustinos e hizo lectura del decreto por el que se nombraba al P. Gerardo Cura-Párroco de San Carlos, y al P. Diego Gutierrez Cura-Párroco de Cafayate. Estos dos religiosos fueron los pioneros de aquella misión de la misión en los Valles Calchaquíes.
El P. Hipólito, compañero de curso del P. Gerardo, lo definía de la siguiente forma: “un israelita sin doblez” (Jn 1, 47) adornado de valiosas virtudes: “agustino de corazón grande, religiosos puntual y piadoso, misionero a todo terreno, ingeniero y constructor, aprovechando el don recibido para las tareas de electricidad o mecánica”. Nadie duda que la vida del P. Gerardo dio un vuelco de 180º; atrás quedaba la vida estructurada y cómoda que tenía en España, pues aquí estaba todo por hacer.
Promovió y trabajó con sus manos en la edificación de seis iglesias: la de San Isidro en el Barrial, la de Santa María, la Iglesia parroquial de Santa Teresa de Salta, la iglesia del barrio de San Antonio, la iglesia del barrio del Casino y el templo nuevo de San Carlos, en el departamento de Santa María. Qué decir de la Casa Parroquial o de la que sería la sede de la curia episcopal de Cafayate, con la creación de la prelatura territorial con la bula de Pablo VI, "Praeclarisima exempla".
La gran obra social y más prosaica del P. Gerardo fue empezar a cultivar una viña en aquellas tierras, la cual dio tanto fruto que generó la creación de una imponente bodega a la que nuestro agustino le puso el nombre de Santa María de la Vid, no sólo poniendo la viña bajo la protección de la Santísima Virgen, sino como un guiño a la orden agustina en España que en el viejo monasterio premostratense de Santa María de la Vid, en Burgos, tiene desde 1926 una de sus casas de referencia para toda la Orden de San Agustín. Esta bodega ha dado a las gentes de aquella tierra alimento, trabajo y sostén para muchísimas familias en situación de pobreza. El P. Gerardo siempre tuvo claro que los beneficios económicos de la bodega habrían de ir destinados a la caridad, a las necesidades de la Prelatura de Cafayate, de la Orden y, en definitiva, de la Iglesia.
En sus facetas cotidianas destaca el hombre social, empresarial, misionero y religioso que vivió desde su ser pastor; ésta fue su principal característica. Como Párroco fue muy cercano a la realidad de sus fieles, al día a día de su comarca y de sus problemas. Hombre de confesionario y eucaristía, predicador incansable, andariego, director y consejero espiritual; muy preocupado de la juventud de su entorno y de su futuro, de que pudieran estudiar y labrarse un camino propio sin tener que emigrar. En todo ello gastó su vida generosamente hasta el último momento. Su última labor fue la atención de los grupos parroquiales de la Legión de María.
Tras un breve deterioro físico y mental en los últimos meses, lo llamó el Señor a su presencia el pasado 30 de Septiembre de 2021 a los 89 años de edad, 71 de vida religiosa y 65 de ministerio sacerdotal. Sus restos mortales fueron velados en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Candelaria, en la localidad camarqueña de Santa María.
El Administrador Apostólico de Cafayate, monseñor Pablo Hernando Moreno OSA, presidió el funeral por su eterno descanso. Recibió cristiana sepultura en aquella bendita tierra a la que dedicó los mejores años de su vida. Su muerte conmocionó a toda la provincia argentina de Salta, donde el P. Gerardo era un referente en su labor comprometida por mejorar la vida de aquellas gentes de los valles Calchaquíes.
Que Nuestra Señora del Carmen de Ceceda conduzca el alma de este buen "escabechero" al puerto definitivo que es Cristo. Descanse en Paz P. Gerardo.
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