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viernes, 10 de diciembre de 2021

Carta semanal del Sr. Arzobispo

El compromiso cristiano en el mundo obrero 

Cada tramo de la historia, cada aspecto de nuestra vida, han sido abrazados por Jesús, Dios encarnado, que no quiere ser un intruso ni un rival de lo verdaderamente noble y humano. Esto significa que Dios no nos ha enviado ya más mensajeros, sino que Él mismo se hizo mensaje y mensajero a la vez para decirnos lo que necesitamos para entender lo que nos da, a lo que nos envía, lo que quiere decir con nuestros tímidos labios y construir con nuestras pequeñas manos. Es cercano, vecino, Dios humanado que se hace como nadie solidario para que alcancemos nuestro destino, ese para el que fuimos creados. 

Mis lágrimas más mías, ha querido Él que fueran su propio llanto, y con los gozos de mis alegrías, dibuja Él en su rostro su propia sonrisa. Así de próximo es este Dios prójimo de nuestros días. Pero en la historia de la humanidad, en las calendas de la comunidad cristiana, no pocas veces nos hemos escorado hacia extremos que, siendo válidos y verdaderos, si olvidaban o censuraban el resto de los factores que componen nuestra compleja y complicada vida, terminábamos mutilando la belleza completa del Evangelio. Cuántas veces hemos hecho de nuestra piedad orante un pietismo anacrónico y abstracto incapaz de conmoverse ante las heridas o las preguntas de nuestra gente. O, cuántas veces hemos hecho de nuestro compromiso social, una algarada peleona que terminaba simplemente en barricada sindicalera. Orar y comprometernos, Dios y los hermanos, sin estragos especializados raramente, que empujan a amar a un Dios que no tiene hijos, o a entregarnos a unos hermanos huérfanos de tamaño Padre. 

Y esta es la intuición preciosa y precisa de la HOAC, la Hermandad Obrera de Acción Católica, que desde hace 75 años está en esa apasionante aventura cristiana, de militancia creyente, amando a Dios y abrazando a los hermanos, desde el testimonio profético que se integra en el mundo del trabajo, siendo ahí una palabra evangélica, un compromiso por la paz y la justicia, cuando la dignidad de los trabajadores, sus derechos y esperanzas pueden estar condicionados o maltrechos por intereses que nos deshumanizan por parte de algunos poderes fácticos o de algunas políticas laborales. 

También en Asturias nuestra HOAC tiene una hermosa historia con este compromiso realista con cada persona y con la sociedad entera, como presencia eclesial en el no siempre fácil mundo del trabajo y de la causa obrera. Sin caer en devociones angelicales ni en revoluciones guerrilleras de otra guisa. Yo me alegro con su presencia cristiana comprometida, y con ellos doy gracias al Señor por esta efeméride de los 75 años de andadura. Son hermosas sus palabras que para este evento han dejado escritas y que hago cordialmente mías parafraseándolas: 

“La Iglesia del siglo XXI quiere seguir dando testimonio de la presencia de Dios en la historia y promover el proyecto de humanización que nos ofrece. En la oración, ofrecemos a Dios todo el día para que el amor se convierta en justicia para las víctimas de la siniestralidad laboral y crezca la conciencia de un «nosotros» cada vez amplio que nos ayude a sentir las heridas de las personas migrantes como propias. La Doctrina Social de la Iglesia es una perla por descubrir, cuyas orientaciones y principios fecundará el quehacer de la comunidad cristiana, llamada a ejercer la caridad política, que nos recuerda que los derechos humanos, si no hay quien los defienda y los haga práctica cotidiana en la vida social, son solo palabras vacías”.

 + Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

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