La Conferencia Episcopal Española y Cáritas convocan la Jornada Mundial de los Pobres, que este año cumple su quinta edición, y que tiene como lema: “A los pobres los tenéis siempre con vosotros”.
(Infovaticana) Con motivo de la celebración, este domingo 14 de noviembre, de la V Jornada Mundial de los Pobres, la Conferencia Episcopal Española y Cáritas han emitido una nota de prensa conjunta con en la que informan que este año “suman de nuevo sus esfuerzos para movilizar a las comunidades cristianas y a toda la sociedad en los objetivos de esta cita anual auspiciada por el papa Francisco”.
La idea de impulsar esta Jornada surgió el 13 de noviembre de 2016, durante el cierre del Año de la Misericordia y cuando en la Basílica de San Pedro el Santo Padre celebraba el Jubileo dedicado a las personas marginadas. Al finalizar la homilía, el Papa Francisco expresó su deseo de instituir esta jornada.
En esta quinta edición, bajo el lema “A los pobres los tenéis siempre con vosotros” Francisco lanza un llamamiento para que “arraigue cada vez más en nuestras Iglesias locales y se abra a un movimiento de evangelización que en primera instancia salga al encuentro de los pobres, allí donde estén”.
“No podemos esperar –afirma en su mensaje para la Jornada— a que llamen a nuestra puerta, es urgente que vayamos nosotros a encontrarlos en sus casas, en los hospitales y en las residencias asistenciales, en las calles y en los rincones oscuros donde a veces se esconden, en los centros de refugio y acogida… Es importante entender cómo se sienten, qué perciben y qué deseos tienen en el corazón”.
Francisco ofrece en su Mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres, se lee en la nota, “importantes elementos de análisis para reconocer “las múltiples y demasiadas formas de desorden moral y social que generan siempre nuevas formas de pobreza””, dicen citando al Pontífice.
Como señala el Papa, continúan, “parece que se está imponiendo la idea de que los pobres no sólo son responsables de su condición, sino que constituyen una carga intolerable para un sistema económico que pone en el centro los intereses de algunas categorías privilegiadas”. “Se asiste así –añade— a la creación de trampas siempre nuevas de indigencia y exclusión, producidas por actores económicos y financieros sin escrúpulos, carentes de sentido humanitario y de responsabilidad social”.
Para ello, el Santo Padre urge a abordar “un enfoque diferente de la pobreza, un reto que los gobiernos y las instituciones mundiales deben afrontar con un modelo social previsor, capaz de responder a las nuevas formas de pobreza que afectan al mundo y que marcarán las próximas décadas de forma decisiva”. “Si se margina a los pobres, como si fueran los culpables de su condición, entonces –alerta— el concepto mismo de democracia se pone en crisis y toda política social se vuelve un fracaso”.
Con objeto de animar la celebración de esta Jornada, la CEE y Cáritas han preparado diversos materiales, que están disponibles en un espacio digital creado ad hoc, para su utilización por parte de todas las Diócesis, parroquias, comunidades, movimientos, asociaciones e instituciones de la Iglesia.
“Esta convocatoria es una nueva oportunidad para tomar conciencia acerca sobre cuál es el nivel de participación de quienes habitualmente son menos tenidos en cuenta en los espacios de reflexión, toma de decisiones y celebración”, se lee en la nota.
Según la CEE y Cáritas, la respuesta al lema de esta edición implica abrir “el corazón a las personas, dejar a un lado las resistencias que nos atan a la seguridad de lo que sabemos hacer y controlamos, y dejar espacio a la creatividad y a la novedad que otras personas pueden aportar y que no esperamos”.
También implica “cambiar de mentalidad, de pensamiento, en relación con nuestra forma de dar, para acoger el reto de compartir y participar”, así como optar “por un estilo de vida más sencillo y austero, donde el no acumular para asegurarnos la vida nos hace menos dependientes de lo material y más libres para creer y confiar en la propuesta evangélica de las Bienaventuranzas”.
Finalmente, también implica abrirnos a la gracia de Dios. “Nosotros solos no podemos cambiar, es el Espíritu el que transforma nuestro corazón, nuestra mente y nuestra acción, y se sirve de la comunidad para cambiarnos y mejorarnos como personas a través del amor que siembra en cada una”.
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