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miércoles, 13 de octubre de 2021

La Catedral celebra hoy sus 1.200 años con una misa en rito hispano-mozárabe

«Será algo muy bonito; queremos acercarnos lo más posible a aquella celebración del año 821», explica el deán Benito Gallego

(El Comercio) El 13 de octubre del año 821 se consagró el altar de la 'Sancta Ovetensis', la que es hoy Catedral de Oviedo mandada construir por el monarca Alfonso II, el peregrino original e impulsor de lo que ahora se conoce como Camino de Santiago. Hoy se cumplen nada más y nada menos que 1.200 años desde aquel hito inaugural y de su dedicación a El Salvador y a sus doce apóstoles. Para celebrarlo, el Cabildo Catedralicio celebrará este mediodía una misa en rito hispano-mozárabe, el habitual en tiempos de 'el Casto'. Una ceremonia ligeramente más extensa de lo habitual, «de poco más de una hora y cuarto», aseguró el deán, Benito Gallego, a este diario; y «más participativa con los asistentes». «Será algo muy bonito», destacó.

Lo avanzó, a última hora de la mañana de ayer, mientras repasaba las anotaciones sobre las especificidades de la liturgia. «Queremos acercarnos lo mas posible a aquella celebración del 821 y pretendemos hacerlo con el rito que pensamos que entonces se utilizó y que está admitido por la Iglesia», continuó Gallego, que será el encargado de oficiar la «nada convencional» ceremonia acompañado de varios sacerdotes más. «Lo vamos a hacer bien y recordando de una manera mas directa la consagración del primer altar y de la dedicación a El Salvador y los doce apóstoles». Y no es para menos, sostuvo al final, «son 1.200 años de la Catedral».

En ese sentido, el delegado episcopal de Liturgia, José Luis González Vázquez, es uno de los canónigos que más conoce al respecto. En sus palabras, el rito hispano «es la celebración de la eucaristía tal y como se hacia en España hasta el año 1080». Con un origen «difícil de determinar», el hispano es un rito «muy vivo y dialogal» que floreció allá por el siglo sexto y que acabó suprimido «cuando empezó a coger auge el camino francés de Santiago» y la introducción del monacato benedictino, que lo fue arrinconando hasta su casi desaparición a manos del rito romano. Eso sí, «pervivió en la ciudad de Toledo en una serie de parroquias como Santa Justa y Santa Rufina», señaló el cura.

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