(El Comercio) La pandemia anuló una de las actividades esenciales para la comunidad de las monjas clarisas de Villaviciosa: la venta de la repostería que ellas mismas elaboran desde hace varios años. Por ello, ayer, se animaron a salir a la calle y, junto al portón del convento, frente al parque San Francisco, ofrecieron sus dulces. La cita estaba prevista entre las 11 y las 13.30 horas, pero la realidad es que antes de lo previsto se agotó todo.
«Fue una jornada verdaderamente extraordinaria. Se vendió todo. Nuestra idea era aprovechar al final de la misa para que la gente se animara a comprar pero se había terminado todo ya antes». Lo cuenta la María Luisa, la madre abadesa, quien añade que «esto es muy importante para nosotras, porque es nuestra fuente económica y desde que llegó la pandemia no hemos podido vender nada».
Esa es la parte negativa de las consecuencias de la covid porque, por lo demás, asegura, «como apenas salimos, no nos hemos casi ni enterado de lo que ocurría fuera».
Lenguas de gato, suspiros de Asturias, fátimas de coco, inesitas, lunas de clara, galletas de nata, magdalenas y bizcochos son solo una muestra de los dulces que elaboran las mojas de Villaviciosa y que ayer gozó del gusto popular. «Son productos de calidad, hechos con los mejores ingredientes y con mucho cariño. Está todo muy sabroso», resalta la abadesa.
«Haremos más cantidad»
El éxito ha sido tal que piensan repetir en verano. «Elaboraremos más cantidad, claro, y queremos hacer unas ventas con más periodicidad, por ejemplo, cada quince días». No ampliarán la variedad, ya abundante, como tampoco tienen un dulce estrella, a todos les quieren dar idéntico protagonismo y mimo». Aprovechan para pedir el apoyo de todos. La comunidad en la que viven siete monjas está «muy sensiblizada con el pueblo de Villaviciosa y haremos lo que sea por seguir permaneciendo aquí».
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