(Victor in víncolis) Muchas veces son excelentes las fuentes de información para narrar los hechos históricos que nos disponemos a narrar. Hoy se trata de la Basílica del Sagrado Corazón de Gijón.
La primera piedra del templo se colocó el 7 de noviembre de 1913, oficiando José Álvarez Miranda, penitenciario de la Diócesis de Oviedo y ya preconizado Obispo de León, aunque para entonces se habían cimentado y elevado a cierta altura fachada y paredes laterales. El grueso de la construcción se llevó a cabo entre 1918 y 1922. A principios de 1919 se cerraron las bóvedas, a finales de año se concluyó el campanario, el 4 de enero de 1920 quedó colocada la estatua del Sagrado Corazón que corona el templo y en los meses siguientes se echó el tejado.
Diez años después, el 15 de diciembre de 1930, los problemas de los jesuitas en Gijón alcanzaron un buen nivel de gravedad: a media mañana, con ocasión de una huelga general por el fusilamiento de los sublevados en Jaca se provocó un incendio. Unos asaltantes hicieron una hoguera en la calle, avivada con gasolina, con bancos, confesonarios y la imagen de la Virgen de Covadonga. Otros asaltantes se dedicaron a incendiar y destrozar dentro de la iglesia...
En el interior rociaron con gasolina pavimento, bancos y confesonarios, lo que dio lugar a un fuego concentrado, principalmente, bajo la primera bóveda del templo, bajo el coro, que quedó destruido junto con el órgano, cancel y tribunas, de las que cuatro quedaron completamente destruidas. Los ventanales del coro se rompieron y por allí se formó tiro evitando que el fuego se extendiese todavía más por el templo. De los ocho grandes vidrieras circulares solamente se salvaron dos, que hubo que desmontar. También fueron quemados: la imagen del Sagrado Corazón que se sacaba en las procesiones... […]. El sagrario fue arrancado, arrastrado por la iglesia y algunas de sus estatuitas robadas. Se derritieron los colores de los muros laterales y los medallones, quedó muy dañada la pintura de la primera bóveda y todas las demás ahumadas y rebajadas de color. Nadie intentó evitar ni apagar el incendio.
Nada sucedió en 1931, ni en 1932. Tampoco en 1934... pero...
BAJADA DE LA IMAGEN DEL SAGRADO CORAZÓN
Los del Frente Popular desmontaron la imagen del Sagrado Corazón y las otras seis de la fachada, las de San Pedro y San Pablo que remataban los laterales del arco de entrada y las de San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Luis Gonzaga y San Estanislao de Kostka que estaban a los lados del arranque del pedestal del Sagrado Corazón, así como la Cruz de la Victoria sobre el arco de entrada. Las seis estatuas de los santos y la cruz las destruyeron haciendo grava con ellas, y solamente causaron algunos daños a la del Sagrado Corazón pues tuvieron la idea de transformarla en una estatua de Lenin. También arrancaron el bronce de los púlpitos y, para calentarse, hicieron en el vestíbulo astillas de las imágenes que quedaban.
Al final de este periodo apenas quedaba del templo más que paredes y techo. El viento y la lluvia entraba por las vidrieras destruidas; muros y bóvedas estaban sucios y ahumados; no había estatuas en la fachada, ni imágenes en los retablos ni altares.
El día de Cristo Rey de 1937, que ese año fue el domingo 31 de octubre, previa purificación de las profanaciones sacrílegas con las preces rituales, el templo reabrió al culto con un altar improvisado. Solamente hacía diez días que las tropas franquistas habían ocupado Gijón y se había dejado de utilizar el destrozado templo como cárcel, así que poco se pudo arreglar y adecentar en ese tiempo. Todos los templos parroquiales de Gijón habían sido destruidos y la urgencia de tener algún lugar de culto, por destartalado que estuviese, era grande.
La gran estatua del Sagrado Corazón que coronaba el edificio, desmontada en diciembre de 1936, no llegó a ser transformada en estatua de Lenin. Un escultor reparó los daños sufridos en corazón, dedos y manto y se pudo reinstalar, bendecida por el Obispo Manuel Arce Ochotorena, en el aniversario de la ocupación de la ciudad por las tropas franquistas, orlada en la base con las antiguas letras de bronce: CHRISTUS VINCIT REGNAT IMPERAT.
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