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lunes, 17 de mayo de 2021

Santo de la Madre San Pascual

El día 17 de mayo, la Congregación de las Hermanas del Santo Ángel celebran el santo de nuestra fundadora, Juliana María Lavrilloux (Madre San Pascual).

Juliana Josefa María Lavrilioux nació en Josselín -cabeza de partido del cantón de Morbihan- el 4 de enero de 1809. El deseo de no vivir la gracia de Dios en vano impulsó a Juliana Mª, Madre San Pascual, a salir camino de Quillán. Junto con el Padre Ormières, en este pueblecito del sur de Francia, comienza una pequeña escuela para niños pobres.

La bondad era la clave de todo el modelo educativo. En torno a ella giraba toda relación con las alumnas. Siempre repetía: Dulzura y firmeza. Nunca se da la verdad sin el amor, ni el amor sin la verdad. Había que educar para la sociedad.

Respetando las cualidades de las alumnas, las escuela debía preparar para que desempeñaran el papel que la Providencia les hubiera deparado en el mundo. En tiempos de intolerancia, se proponía a las hermanas asumir su misión educadora, definida como -escuela de respeto- a Dios y a sus semejantes. Su presencia entre las Hermanas fue un don. El P. Ormières la consideraba “Ángel visible” de los ángeles visibles que eran sus hermanas.

"Es necesario que seamos Ángeles,

En nuestra prontitud en hacer la voluntad de Dios

En el fuego divino qe debe llenar nuestras obras.

Dios quiere que seamos Ángeles visibles de esas pequeñas hijas suyas que Él nos confía"

Un estilo: La sencillez es la característica de una hermana del Ángel de la Guarda

Madre San Pascual: Primera Hermana del Ángel de la Guarda

“Como el agua del torrente brava y limpia
tu bajaste hasta Quillán desde Bretaña
y un semblante recio, fuerte y transparente s
e asombraba tembloroso en tu mirada.
Y debiste soñar aquella noche con un ángel que te dijo:
“Eres mi hermana. Tu misión será la mía ¿por qué temes?
De los niños serás ángel de la guarda”
Aquel sueño rompió el cerco de la noche.
Se vistió de luz hermosa la alborada.
Empuñaste nuevo arado entre tus manos
y la siembra se empezó aquella mañana.
Roturabas los difíciles caminos,
tras de ti marcaban surcos las hermanas.
Surcos anchos, espaciosos – las decías –
Donde quepa mucho amor, mucha esperanza.
Sencillez era el estilo que imprimías al trabajo,
a la oración, a la semblanza,
Sencillez y austeridad
daría estilo a la vida y al quehacer de las hermanas.
Luz y sombra daba tono a tu existencia,
a tu joven existencia consagrada
que hizo recia, fuerte y firme tu andadura
y sereno el resplandor de tu mirada.
No rompiste la armonía de tu canto
porque Dios marcaba siempre la tonada,
y aquel ritmo iba creando nuevas notas
de ilusiones y esperanzas renovadas.
Y otra noche debió el ángel recordarte
que ya habías terminado la jornada,
Que el relevo de tu antorcha estaba a punto
y tu lámpara de aceite rebosaba.
Y en la fiesta de los ángeles te fuiste,
ellos mismos te llevaron en sus alas.

Poema de la Hermana Candelas Garcías

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