Decir Mayo es hablar del mes de la madre, de las flores, de María... los cristianos vivimos de forma muy intensa este mes en el que cada cual propone sus metas para amar más y mejor a nuestra Madre del Cielo. Unos intercalando textos o reflexiones entre cada misterio del rosario, peregrinando a un Santuario mariano, llevando flores a una imagen, rezando oraciones bonitas al principio y al final del día... Hay tantas formas de honrar a la Madre de Dios particularmente en este mes, que uno no deja de sorprenderse.
El pueblo fiel es precisamente el que ha cuidado, potenciado y desarrollado las devociones más hermosas en torno a la Santísima Virgen, y aún hoy, en una sociedad muy contaminada de laicismo beligerante, sigue estando fuera de todo cálculo el amor del pueblo de Dios a la Reina del Cielo. Cientos de detalles nos hablan de ese amor maternal: el rosario de anillo o pulsera, el escapulario, la medalla milagrosa, una estampa, una insignia, el anagrama del Dulce Nombre de María, la medida del Pilar, el llavero de casa, la cinta bendecida, la pegatina en el coche de ''yo conduzco, Ella me guía'', etc...
Antaño no había hogar en España que no tuviera una imagen de la Virgen María; por desgracia cada vez que fallece una persona mayor es de los primeros objetos que van al trastero o a la basura. Aquí se palpa la gran crisis en la transmisión de la fe a las nuevas generaciones entre los propios cristianos, quizá hemos ido a lo teórico y se nos ha olvido vivenciar y enseñar a pequeños y jóvenes estos símbolos tan sencillos de la religiosidad popular, que nuestros mayores sí han sabido transmitir a los maduros de hoy.
Rescatemos nuestro orgullo sabiéndonos moradores de la tierra mariana por excelencia que es España, donde no hay ciudad, parroquia, villa ni aldea sin un rincón dedicado a la Madre del Salvador. Quienes a veces pretenden utilizar política o ideológicamente la figura de María se equivocan; nuestra Señora está por encima de todo eso, y una madre no hace diferencias, ni sus hijos, sean como sean, permiten que la toquen.
El humus identitario de nuestra historia pasa por las manos de la Virgen Bendita, algo que sigue desconcertando a creyentes y no creyentes al comprobar que ''Ella todo lo puede''... En cierta ocasión asistí a una procesión de la Virgen en un pueblo minero de la Cuenca del Nalón, y marché de allí felizmente impactado al contemplar cómo todo el mundo -de distinta edad o forma de pensar- hacían piña en torno a su Patrona. También en muchos rincones de Asturias "rojos y dinamiteros", sigue dándose el caso de esos "ateos" de boca grande y gruesa en palabra, que no permiten que nadie se meta con su Santina de Covadonga, y es que ser marianos y covadonguinos lo llevamos en la sangre.
En este mes de mayo acudimos a Ella para regalarle las flores del corazón, conscientes de que nada son ante la Flor de las flores. Como bien la definió San Antonio de Padua: “María es como el arco-iris, señal de reconciliación entre Dios y los hombres. Es como un capullo de rosa que abre sus pétalos en pleno invierno; como un lirio que crece junto a la corriente de las aguas; como un incienso que esparce suaves aromas. Ella es un cáliz de oro cubierto de piedras preciosas, un olivo que jamás pierde su follaje, un ciprés que se eleva sobre todos los árboles del bosque.”
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