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viernes, 16 de abril de 2021

Carta semanal del Sr. Arzobispo

En el momento justo, sucede

Es una agenda distinta. El horario y el calendario no se ajusta a nuestros altibajos, a nuestras querencias, a nuestras censuras y desprecios, pues tiene otro recorrido. Y, sin embargo, hay quien sigue trabajando con discreción tenaz para que pueda entenderse qué hacemos en la vida, quién nos ha creado y cuál es el trozo de responsabilidad que han puesto en nuestras manos para hacer un mundo mejorable sin las rémoras que tantas veces lamentamos. No hay neutralidad en los momentos, y toda ocasión es un pretexto para deslizarnos un mensaje en el que vale la pena aprender algunas cosas. 

Esta es la labor que continuamente sigue haciendo Dios con cada uno de sus hijos. De muchas maneras nos propone caminos, se hace presente en nuestras circunstancias, y nos susurra de modos diversos su palabra que no cansa, que trae la luz que no se apaga, que inspira esa paz que calma el alma y permite que nuestro corazón se abra más y más a la esperanza. Muchas maneras y modos diversos. Pero Dios no ceja en el empeño de permitirnos estrenar aquello para lo que cada uno de nosotros nacemos. 

Incluso lo que aparentemente es negativo y parece contradecir la bondad de la vida, puede tornarse en ocasión para un saludable comienzo. El gran escritor británico Clive Staples Lewis, autor de las célebres “Crónicas de Narnia” y “Cartas del diablo a su sobrino”, entre otras publicaciones exitosas, decía que “el dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestro dolor; el dolor es su megáfono para despertar a un mundo sordo”. Este Dios así de discreto sabe cómo susurrar, cómo hablar y cómo gritar, para que nos enteremos de lo que Él nos brinda como camino de felicidad y humana realización en cada instante. Es justamente lo contrario a lo que observamos en quienes han decidido ir por un derrotero de violencia con todos terrores, de droga con sus alucinaciones variopintas, de sexo sin rostro que te enajena y animaliza, de poder basado en la insaciable acumulación de tantas cosas construidas y mantenidas desde la mentira.

 Cada vez más sordos ante la palabra que nos permitiría ser quienes debemos ser, cada vez más alejados del ideal que nos concierta con nuestra conciencia y nuestra libertad, reconciliándonos también con los que tenemos cerca como ayuda para nuestro destino. Pero llega un momento sin cita previa, un instante sorpresivo que de pronto se hace regalo y gracia que te cambia la vida y parece que comienzas entonces a vivirla. Es un don grande porque te es dado, no es fruto de tu cálculo ni de tus conquistas. 

Llevamos varios años en los que cada vez más adultos piden el bautismo, de esos jóvenes y maduros que en su día no fueron bautizados por mil motivos. Y, al mismo tiempo, cada vez acuden más bautizados que fueron hechos cristianos en serie y no en serio, hasta que el don inesperado hace que deseen vivir todos los factores de la vida desde un estilo cristiano. Lo hemos llamado “catecumenado de adultos”, en donde damos la oportunidad de acompañar esos procesos que no son ya catequesis para niños, y tras un tiempo de adecuada preparación, hombres y mujeres jóvenes o maduros, deciden dar inicio a una vida cristiana asumida con una conciencia responsable poniendo el gozoso contrapunto a algunas apostasías que a veces nos llegan. 

Así este año se nos acercarán unas ochenta personas para dar este paso. Será una celebración hermosa en la Catedral de Oviedo con estos bautismos y confirmaciones de adultos. Un motivo para dar gracias al Buen Dios, porque en su agenda estaba anotada esa fecha en la que estos hermanos nuestros darían el paso de una fe madura como un verdadero regalo, auténtico don para ellos y para toda la Iglesia. Bendito sea Dios. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

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