Este martes día 9 de marzo, se cumple el segundo aniversario de la beatificación de 9 seminaristas de nuestra diócesis que, en los años treinta del pasado siglo entregaron su vida como testigos de la fe.
Ángel Cuartas Cristóbal y sus 8 compañeros eran jóvenes, todos ellos asturianos, que se preparaban en el Seminario orando y estudiando para ser sacerdotes, para llevar a cabo en sus vidas lo que creían que Dios les pedía para que fueran plenamente felices.
Comprendidos entre los 18 y los 25 años, posiblemente nunca hubieran pensado que aquellos convulsos tiempos que les tocaba vivir impedirían su soñada ordenación sacerdotal. Es lo que tantas veces nos ocurre en nuestro caminar en este mundo, ya que no siempre los acontecimientos suceden tal como nosotros los habíamos imaginado. Y es que, tantas veces, los caminos de Dios no coinciden con los nuestros.
Ellos no buscaron el martirio, porque el cristiano ama la vida y respeta la vida de los demás. Hemos de recordar que se escondieron y esto no puede asustarnos porque cuidar de la vida es un deber cristiano. Pero, cuando ya no había más opción, afrontaron con fortaleza la persecución y la entrega de su vida.
La muerte de estos 9 seminaristas les impidió recibir el regalo de la soñada ordenación que les permitiría anunciar el Evangelio en nuestra diócesis, llevar lo mejor que ellos tenían, a Cristo, a sus hermanos, posiblemente alguno de nuestros antepasados. Pero su martirio o les impidió continuar siguiendo al Señor, dar testimonio de Él.
Ángel, Luis, José María, Sixto, Jesús, Mariano, Gonzalo, Manuel y Juan José, en aquel momento en que les arrancaban la vida, dieron el mayor testimonio de seguimiento y amor a Jesucristo. Impulsados por la caridad, por ese amor a Dios (que ellos bien sabían que les había amado primero), se convirtieron en apóstoles y misioneros privilegiados de Cristo y su Evangelio. Y ello, porque prefirieron morir a traicionar su fe.
Dice el papa Francisco en Evangelii Gaudium que la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción. En Ángel Cuartas y sus compañeros mártires tenemos los cristianos de Asturias un ejemplo elocuente de cómo debemos vivir nuestra fe sin anteponer nada al amor a Dios, que nos trae la verdadera libertad. Sin duda, los seminaristas mártires nos impulsan con su ejemplo a lanzarnos a comunicar el tesoro del Evangelio, a llevar a Dios a este mundo nuestro tan necesitado de él.
Por eso, desde el Seminario metropolitano, en este aniversario de la beatificación, queremos invitaros a todos a uniros más estrechamente a los seminaristas mártires. Recordemos a estos hermanos nuestros que están unidos a Cristo por su muerte y pidamos su intercesión con la confianza de que ellos nos ayudan en la tarea de la evangelización en nuestra diócesis.
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