Páginas

domingo, 17 de enero de 2021

''Venid y veréis''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

El pasado domingo concluimos el Tiempo de Navidad con la festividad del Bautismo del Señor y, tras esta semana primera del Tiempo Ordinario celebramos hoy el segundo domingo. La Palabra de Dios de este día nos ayuda a orientar este tiempo qué, aunque llamamos "Ordinario" es siempre el más extraordinario de todos dado que es en el día a día, en la rutina, fuera de las alteraciones y jolgorios festivos es cuando más disfrutamos de la familiaridad de un Dios que no es ajeno a nosotros, sino que se ha hecho uno de los nuestros para caminar a nuestro lado. Así los textos de la Sagrada Escritura que la Iglesia nos presenta en este día nos hablan de la llamada y la respuesta, de una búsqueda y un encuentro.

La primera lectura del Libro de Samuel nos habla de la vocación del profeta; la llamada que Dios le hace cuando este vivía con el sacerdote Elí. El relato nos presenta la complejidad de la vocación, su discernimiento y respuesta. Qué complejo es saber cuando nos llama Dios, a qué nos llama y cómo ser fieles a lo que se nos pide. Necesitamos ejercitar no sólo el oído físico, sino el espiritual; ver cómo el Señor nos habla al corazón y quiere contar con nosotros. Nunca podremos responder a aquello que el Señor nos susurra hasta que no hagamos silencio en nuestra vida, así como no hay más respuesta al Altísimo que la docilidad de dejarle a Él ser el alfarero, conscientes de que nosotros somos barro. Elí le da esta clave a Samuel,  que igualmente nos sirve a nosotros: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha". El salmista vuelve a incidir en lo mismo al entonar sus sabias palabras, y es que la cuestión no es ser cristianos a mi manera ni servir a Dios a mi estilo, sino saber decir con humildad: ''Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad''.

Esta semana los medios de comunicación se hacían eco de que el Obispo de Córdoba era el primero del episcopado español en ser vacunado contra el COVID-19, y a las pocas horas se utilizaba esta noticia para criticar al prelado recién vacunado, el cual afirmaba en su carta semanal ''que el cuerpo no es para la fornicación''. Claro, los enterados periodistas no sabían ni que esa frase no es de Don Demetrio Fernández, sino de San Pablo, y que el obispo lo decía por la epístola de San Pablo a los Corintios que se proclama este domingo en todas las celebraciones del orbe católico. Hasta qué punto llega la dictadura de nuestro tiempo que ni siquiera los pastores de la Iglesia pueden citar aquellas partes de la Palabra de Dios que incomoda a los sátrapas de nuestro tiempo. Antes de nada habría que tener la formación necesaria para contextualizar esta carta: ¿por qué escribe San Pablo todo esto a los Corintios?  Pues porque en aquella comarca del Peloponeso griego, en concreto en la ciudad de Acaya (un puerto con un tráfico marítimo y movimiento de personas y mercancías de los más importantes de aquella era) era donde se asentaba la comunidad cristiana primitiva de Corinto, donde existía un Santuario a la diosa Afrodita, el cual había convertido esa ciudad portuaria en una especie de destino de turismo sexual al considerarse la prostitución un acto sagrado con el que honrar a esta diosa griega. 

Esta carta de San Pablo no se limita a redactar un reproche, amenaza o sermón cursi o retrógrado, al contrario, hace una catequesis preciosa en la cual pretende explicarles a los seguidores de Jesús en aquella Localidad la belleza del cuerpo humano. Ante todo intenta subrayar la importancia del cuerpo, pues por medio de éste recibimos la salvación, y en él recibimos los sacramentos. Aquí está el sentido por el que los cristianos desde los primeros siglos honramos a los difuntos dándoles sepultura con dignidad, y tratamos también los cadáveres y sus restos con mucho respeto. Nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo; Dios quiere vivir en nuestro cuerpo, pero hay actos que nos alejan de la presencia de Dios en el mismo. El cuerpo no es para el placer egoísta, sino para la expresión del amor sano y sincero.

Finalmente el evangelio de este domingo tomado de San Juan, nos trae de nuevo al Bautista, que ya tuvimos presente el pasado domingo. Hoy no es el que anuncia ni el que bautiza, sino el que señala. Juan nos despeja este domingo la incógnita del Mesías que ya en el adviento el proclamaba cerca; hoy el Bautista hace de letrero luminoso para indicarnos ''Éste es''; he aquí ''el cordero de Dios''. El texto nos describe un detalle muy importante, los dos hombres que hablaban con Juan eran sus discípulos, sin embargo, lo dejan para seguir a Jesús. He aquí la grandeza del Precursor; sabe que su misión ha terminado y que empieza la de Jesús, y sabe que debe menguar para que Cristo crezca.

Luego está la pregunta de Jesús ¿qué buscáis? Interrogante para todos nosotros hoy: ¿qué buscamos?.. La vida de toda persona es una búsqueda incesante, pero ¿acertamos a buscar lo que nos conviene? Sabemos que uno de aquellos seguidores -que era Andrés- llama a Jesús "Maestro" (Rabí) para a continuación preguntarle ¿dónde vives?. Cuántas veces buscamos a Dios donde no está y olvidamos dónde le tenemos vivo como lo es en su palabra y en su cuerpo. Jesús es tajante en su respuesta; no da direcciones, sino que invita a vivir la experiencia de estar cerca de Él: ''venid y lo veréis''. Es lo mismo que sal de tí, de tus seguridades y acomodos, ten fe y ven; ven, mira con los ojos de Dios y verás todo lo que esperas ver y necesitas. Del otro discípulo no sabemos con certeza de quién se trataba, lo que nos da mucho juego para convertirnos es guionistas y asumir el personaje: ¿Podría ser yo ese discípulo anónimo?. Los discípulos no sabían en aquel momento que acabarían siendo apóstoles, que se encontrarían en su vida con el mismo Hijo de Dios; buscaban, pero Él los encontró primero. Así nos ocurre también a nosotros, creemos que llevamos la delantera desde nuestra arrogancia y autosuficiencia. Pero no es que amemos nosotros a Dios, sino que Él nos amó primero; nos eligió, nos llamó por nuestro nombre. Nosotros, si estamos atentos, sólo le correspondemos: ''Venid y veréis''...

No hay comentarios:

Publicar un comentario