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domingo, 31 de enero de 2021

''Sé quien eres''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila



Dejamos atrás búsquedas y llamadas para centrarnos en este IV domingo del Tiempo Ordinario siguiendo los pasos de Cristo en los primeros acontecimientos de su predicación. Lo que más sorprendía de Jesús no eran los hechos sobrenaturales, sino su palabra, pues como bien define el texto ''hablaba con autoridad''. Y este hablar con autoridad no se refiere al ejercicio de poder que como experimentamos en muchos investidos de autoridad acaban ejerciendo autoritarismo. Él anunciaba lo que vivía consciente que estaba transmitiendo la verdad como Buena Noticia que procedía de la autoridad del Padre de la que también Él también estaba investido. Con la autoridad de su Palabra viene hoy igualmente a nosotros como aquel sábado en la sinagoga.

El fragmento de la epístola de San Pablo a los Corintios que hemos escuchado nos sirve para seguir interiorizando las ideas del domingo pasado. Si la anterior semana nos deteníamos más en la vocación sacerdotal, hoy el Apóstol se fija en la vocación laical a que cada fiel es llamado; donde los solteros se han de dedicar al Señor, como “el casado se debe a su esposa y la mujer a su marido en fidelidad”. Como ya explicamos, el autor se dirige a una Comunidad que vive en una ciudad donde reina la amoralidad, por eso Pablo insiste tanto en los aspectos morales que va explicando desde el sentido de la fe. Aclara también en este pasaje el sentido del celibato para hombres o mujeres, que no ha de ser una carga o una prohibición, sino una riqueza al centrar alma y cuerpo en la vocación a la que nos llama el Señor

Cada cual tiene una vocación ligada a un estilo de vida y todos siendo distintos, formamos el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Todos estamos llamados a colaborar en el anuncio del Reino de Cristo; sin embargo, el apóstol distingue aquí los dos tipos de vida: los célibes dado que no tienen ataduras familiares, que se centren en el anuncio del Evangelio, y los casados que lo hagan siempre después de atender las obligaciones del hogar. Igual de mal hace el célibe que pretende llevar de vida de casado, que el casado que desatiende su casa para centrarse en sólo en las cosas de Dios. Todos estamos llamados a cooperar en dar a conocer al Señor, pero cada cual en el ejercicio de su propia vocación.

La primera lectura proclamada es un profundo texto programático donde se nos presentan ideas claves del Antiguo Testamento que se proyectarán después en el Nuevo. Dios nos habla, se comunica, quiere ponerse en contacto con nosotros a través de su Palabra. Y entre Dios y el hombre también hay mediadores como ocurre en este caso con Moisés, el cual hace de nexo de unión entre el Señor y su pueblo. Se anuncia una promesa del Señor que se habrá de cumplir; que Dios regalará a su pueblo el intermediario definitivo, el último y verdadero profeta, el que llevará a su plenitud la comunicación entre el Creador y sus criaturas.

Las palabras de Moisés que hemos escuchado en esta lectura del libro del Deuteronomio nos acercan igualmente al pasaje evangélico de este día: ''Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis''. Es curioso cómo se manifiesta Jesús a los suyos precisamente en la sinagoga. En otra ocasión similar Jesús proclamará la Palabra en el templo y dirá: ''hoy se cumple esta palabra que acabáis de oír''. En este caso el Señor con sus palabras hará que su presencia y autoridad sean absolutamente reconocidas.

Lo primero que hay que destacar del evangelio de este día es que el Señor no empieza su jornada sin más, sino que acude a la Sinagoga, cumple con el sábado, se siente necesitado de iniciar el día escuchando la Sagrada Escritura y llenándose de la presencia de Dios para que le acompañe a lo largo de todo el día. Hoy los cristianos nos hemos "descafeinado" de nuestra experiencia de fe que muchas veces disimulamos y enmascaramos tras nuestras múltiples ocupaciones cotidianas y un estilo de vida más "moderno". Hemos de ser fieles al Señor no sólo el domingo sino todos los días de la semana. Y esto comienza por lo más sencillo: la oración de la mañana y de la noche; acordarnos de rezar "el ángelus", sacar un ratito para el rosario y la misa diaria. Viendo la oración no como una carga, sino como lo que en realidad es: la paz entre las prisas y el descanso del alma que necesita enriquecerse en estas prácticas que fueron sustento y motor espiritual de nuestras generaciones pretéritas.

Jesús era cumplidor de las leyes, costumbres y mandamientos; siempre que trataron de buscar en Él a un traidor de las leyes y costumbres judías o de las normas romanas se quedaron con las manos vacías. Aquí lo vemos cumpliendo con el "Sabat" entre la gente sencilla de Cafarnaún. Y entre ellos un oprimido por el mal -como todos lo somos en mayor o menor medida hoy-. El demonio en el poseído lo reconoce y teme su acción inapelable y su autoridad: ''Sé quién eres: el Santo de Dios''. Ahí lo tenemos; el demonio no es ateo, cree en Dios, lo conoce y lo teme. Y Jesús hace su primer exorcismo diciendo: «Cállate y sal de él». Su Palabra le ordena, le somete y le puede...

Quedan todos estupefactos, y es que Jesús hizo algo más que un hecho prodigioso o una acción taumatúrgica; Jesucristo "predica" con autoridad una forma nueva de ver y acercarse a un Dios que no es justiciero, sino misericordioso. Desmonta en un momento una vieja idea muy extendida entre los judíos: los enfermos, paralíticos, leprosos... estaban pagando las culpas de sus padres. Si el Nazareno puede quitar esas cargas sin más significa que el Mesías esperado, el Hijo de Dios ya estaba entre ellos y la Palabra del Padre se cumple en Él liberándonos de nuestros pecados y demonios.

Evangelio Domingo IV del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,21-28):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.

Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:

 «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»

Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»

El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:

 «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»

Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra del Señor

Santa Maravillas, Asturias y Covadonga. Por Rodrigo Huerta Migoya


Una gran Santa española del siglo XX fue sin duda Santa Maravillas de Jesús, muy querida en toda España. Pocos saben que sin haber nacido en Asturias la Santa se sentía muy unida a nuestra tierra por estar aquí las raíces de su familia. Podríamos hablar de muchos familiares asturianos de la Santa Madre Maravillas, sin embargo, hoy quiero ceñirme única y exclusivamente a tres antepasados suyos de los que la Santa se sentía particularmente orgullosa al vincularla directamente con la Madre de Dios en su advocación de Nuestra Señora de Covadonga.

Fue muy conocida la polémica surgida hace unos años cuando un grupo destacado de personalidades de este país presentó la propuesta para colocar una placa en algún lugar del Palacio del Congreso en Madrid -en concreto en el vestíbulo- dado que María Maravillas Pidal y Chico de Guzmán -que así se llamaba para el mundo- nació en ese lugar un 4 de noviembre de 1891. Pero, ¿por qué nace aquí? Pues precisamente por pertenecer a una familia de distinguidos políticos, cuyas casas se ubicaban en la castiza ''Carrera de San Jerónimo''.

Tanto su padre como su tío y abuelo fueron diputados por Oviedo. Su infancia estuvo marcada por la vida del Parlamento pero, sobre todo, por el amor a Asturias que se respiraba en su hogar. Nieta del Marqués de Pidal; su padre, D. Luis Pidal y Mon, llegó a ser ministro de Fomento y embajador de España ante la Santa Sede. La madre de la Santa tampoco era una desconocida: doña Cristina Chico de Guzmán y Muñoz era nieta y sobrina de los condes del Retamoso y sobrina-nieta del duque de Riánsares, de la Reina Gobernadora -que fue su madrina- y de los marqueses de Remisa.

Su padre, aunque nació en Madrid, por la implicación política de su abuelo se consideraba asturiano, y su madre era murciana de Ceheguín. Su abuelo materno, Alfonso Chico de Guzmán Belmonte, era de Mota del Cuervo (Castilla La Mancha) y su abuela materna, doña Patricia Muñoz y Domínguez, manchega también, de Tarancón. Era hermana del III Conde Retamoso y sobrina política de la reina María Cristina de Borbón. El abuelo paterno, Pedro José Pidal y Carniado nació en Villaviciosa (Asturias) el 25 de noviembre de 1799 (hijo de José Pidal y Antonia Carniado) y la abuela paterna, Manuela Mon y Menéndez, nació en Oviedo en 1802 (hija de Miguel y Francisca, ambos oriundos de San Martín de Oscos) y aunque la enfermedad y el final de sus días tuvieron lugar en Madrid, pidió ser enterrada cerca de la Santa Cueva de Covadonga.

La familia era hondamente católica; su padre y su tío fueron los promotores del partido político "Unión Católica", el cual existió en España entre 1881 a 1884. Su padre, además, es considerado el autor de la gran reforma de la Segunda Enseñanza que tantas críticas desató, ganándose el rechazo de los liberales así como el reconocimiento de la mayoría de los Obispos del momento. En este marco de finales del siglo XIX, entre políticos, nobles, señores y aristócratas, va creciendo la pequeña Maravillas. Sólo se comprende que realmente una experiencia radical, auténtica y profunda con el Señor, despertase en ella la vocación, pues esta acomodada muchacha que lo tenía todo decide hacerse pobre por amor a Dios.

Las vacaciones de la familia transcurrían normalmente fuera de Madrid, unas veces en Murcia donde descansaban en el palacete familiar de la finca de Carrascalejo, el cual se levanta en el llamado paraje del Cristo del Carrascalejo, entre las localidades de Bullas y Cehegín. También conoció muy bien el "Paraiso Natural" como veremos más adelante. Ahora conozcamos a cuatro miembros de la familia:

El tío bisabuelo de Maravillas: Pascual Pidal y Fernández de Crespo (1777-1860).

El linaje de los Pidal tenía su casa solariega en terrenos de la parroquia de San Félix de Oles. Antiquisimo apellido muy vinculado a este Concejo. Para hacerse una idea, estamos hablando del tío bisabuelo de Santa Maravillas que fue sacerdote diocesano de Oviedo, venido al mundo a finales del siglo XVIII.

Nació el Reverendo en Santa María de la Torre de la Pedrera, en Villaviciosa (Asturias) en 1777, hijo de D. Agustín Pidal y Cepeda, el cual figura en el padrón municipal como "Hidalgo" a partir de 1773. Era su abuelo D. Pedro Pidal y Fernández Zapico, su bisabuelo D. Toribio Pidal Lugalla y su tatarabuelo D. Domingo Pidal, todos ellos hidalgos, e incluso consta una generación anterior de hidalgos en el archivo municipal que nos remonta al padre de su tatarabuelo que se llamaba al igual que su hijo, D. Domingo Pidal, el cual aparece citado en 1601 como "Hidalgo". Regresando al sacerdote Pascual, hay que decir que era el hermano pequeño del heredero y continuador del linaje, D. Pascual Pidal y Fernández de Crespo (bisabuelo de Madre Maravillas).

Su vida sacerdotal transcurrió siempre en el entorno de su Villaviciosa natal, primero como párroco de San Salvador de Fuentes, y después como párroco de Santa Eulalia de Selorio, antes de obtener la oposición a canónigo colegial de Covadonga.

Le corresponde ser abad del Real Sitio en un momento clave del siglo XIX, cuando se estaba empezando a enfocar el nuevo rostro del Santuario. Es un momento también de crecimiento de la devoción hacia Nuestra Señora de Covadonga, con la encomienda a la Santina de muchos asturianos que partían a ultramar. Varios historiadores sitúan este siglo como "esencial" en lo que supuso la elevación de Covadonga como enclave devocional de primer orden en la Región, hasta entonces aún por definir.

Elegido abad en 1845 ejerció como tal durante quince años hasta su muerte, acaecida en el año 1860. Aunque por edad y salud no llegó a ver muchos cambios en el Santuario, podríamos decir que su obra fue continuada en su familia pues, como veremos, a partir de este momento serán éstos unos destacados bienhechores y colaboradores de "la Cuna de España".

No es la etapa del abad Don Pascual Pidal una era dorada del Santuario, pero sí supondrá la toma de conciencia de que Covadonga ha de despertar de su letargo y volver a ser el referente de fe e historia irrenunciable de la surgida nación española. Dos visitas marcaron decisivamente el cambio, ya en los últimos años de abaciato de Don Pascual. La primera visita Real al Santuario (14 y 15 de Junio de 1857) por parte de la hija pequeña del Fernando VII, la infanta Doña María Luisa Fernanda, hermana de la reina Isabel II. Junto a la infanta, su marido Don Antonio de Orleans, duque de Montpensier. Durante la estancia en el Santuario tuvo lugar la bendición del obelisco del Repelao, en recuerdo al lugar donde fue coronado Don Pelayo. Desde entonces la Casa Real no ha dejado de visitar en fechas especiales el Real Sitio, al que se sienten tan ligados en el tiempo.

Un año después, en 1858 Don Pascual tiene el honor de recibir en Covadonga a su majestad la reina Isabel II acompañada de su esposo D. Francisco de Asís y sus dos hijos, el príncipe Alfonso y la infanta María Isabel. Con ellos el confesor de la reina, San Antonio María Claret. Les esperaba el entonces Obispo de Oviedo, Monseñor Juan de la Cruz Ignacio Moreno y Maissonav; parece ser que junto al entonces Arzobispo de Santiago de Compostela, Monseñor Miguel García Cuesta, de cuya metrópoli era sufragáneo el obispado ovetense. El arzobispo compostelano tenía una gran amistad con la monarca, la cual le nombró en Senador Vitalicio del Reino en 1851 y le otorgó la Cruz de la Orden de Carlos III.

Sin duda, estas visitas serán el comienzo de la restauración e inicio de la construcción del nuevo rostro del Santuario de Covadonga, así como la recuperación de las relaciones entre el Cabildo Colegial y la Casa Real, volviendo a poner en valor el carácter Real del Sitio Mariano.

El abuelo de Santa Maravillas de Jesús: Pedro José Pidal y Carniado (1977 - 1865)

Nacido en Villaviciosa un 25 de noviembre de 1799. Se doctoró en la Universidad de Oviedo en Jurisprudencia, ciudad en la que se encontraba cuando tuvo lugar en 1820 el Alzamiento de Rafael del Riego. Se incorporó junto a otras figuras académicas de la Universidad a la Compañía Literaria y fue uno de los fundadores del periódico "El Ciudadano", nacido en Oviedo en 1820 en el cual colaboró como redactor. En 1821 fue elegido director del periódico ovetense "El Aristarco". En 1822 marcha para Madrid donde trabajó en el afamado bufete del abogado "Cambronero", a la vez que ejercía de redactor en el periódico "El Espectador" y colaboraba con el Ateneo. Tuvo su etapa liberal llegando a seguir en 1823 al gobierno a Cádiz, lo que le costó algún disgusto posterior.

En 1834 fue designado alcalde de Cangas de Tineo -actualmente Cangas de Narcea- pasando poco después como juez a Villafranca del Bierzo, y finalmente a Lugo. En 1837 llega a Pamplona como "Oidor" de la Audiencia, y al año siguiente es nombrado Fiscal Togado del Tribunal Mayor de Cuentas. En 1838 llega a Madrid como diputado a Cortes por Asturias. Se casó con Manuela Mon y Menéndez teniendo tres hijos: Luis (el padre de Santa Maravillas), Alejandro y Ramona. Fue una figura clave en la reforma educativa con su plan de 1845 que puso las bases para la Ley Moyano de 1857. Fue Ministro de la Gobernación de 1844 a 1847 volviendo a ser Ministro del Estado en 1858. Llegó a presidir el Congreso de los Diputados y la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación. En 1857 fue nombrado embajador de España en Roma. En 1859 enfermó quedando paralítico, fijando su residencia en Madrid. Fue nombrado Senador Vitalicio, recibiendo el Toisón de oro en 1864.

Otros títulos que ostentó fueron los de Gentilhombre de Su Majestad, Gran cruz de Carlos III, de la de San Fernando y del Mérito de Nápoles; de la Pontificia de Pío IX, de la del León Neerlandés, de las de Cristo y Villaviciosa de Portugal; de la de Leopoldo de Bélgica, de la de San Mauricio y San Lázaro de Cerdeña, de la de San Alejandro de Rusia, de la de la Legión de Honor de Francia, de la de Leopoldo de Austria, de la de Nischam Iftijar de Turquía, de la del Sol y el León de Persia, entre otras.​

Muchos de sus libros y escritos no vieron la luz hasta después de su muerte. Destacó su trabajo como Académico de la Real Academia Española. Gran conocedor de la literatura; tenía una de las mejores bibliotecas privadas de España con un códice original del Cantar de Mio Cid. Fue el decimocuarto director de la Real Academia de la Historia, fundador de la Revista de Madrid así como colaborador de la Revista Hispanoamericana.

Toda su vida se resumió en trabajar por el progreso material y espiritual de Asturias; gran devoto de la Santina y singular bienhechor del Santuario. El Cabildo Colegial del Real Sitio le concedió la gracia de ser enterrado en la Colegiata de San Fernando a su fallecimiento en Madrid el 28 de diciembre de 1865.

El tío de Santa Maravillas de Jesús: Alejandro Pidal y Mon (1846 - 1913)

En 1874 funda el periódico "La España Católica" y en 1881 el partido político "La Unión Católica". En 1883 ingresa en la Real Academia Española de la Lengua, ocupando el sillón "uve", que antaño ocupara Jovellanos. En diciembre de 1883 es recibido en audiencia por el Papa León XIII, con el que comparte su proyecto de la misión de "Los cristianos en la vida pública".

Una de las grandes intervenciones de Don Alejandro fue la restauración de la Colegiata de San Fernando, destruida por los desprendimientos de enormes peñascos en el año 1868 (apenas ocho años después de haber muerto el tío Don Pascual). Las gestiones del tío de la Santa lograron salvar ésta de la ruina total.

En enero de 1884 es nombrado Ministro de Fomento, cargo que aprovechará para declarar monumento la Colegiata de Nuestra Señora de Covadonga. En el campo del transporte gestionó la apertura de la comunicación ferroviaria entre Asturias y la meseta.
Fue por tres veces Presidente del Congreso de los Diputados entre 1891 a 1900, año este último en que es elegido embajador de España ante la Santa Sede. En 1902 renuncia al cargo de embajador al no compartir la Reforma del Concordato con la Santa Sede que proyecta el gobierno de Sagasta. Regresa a Madrid donde será elegido Presidente del Círculo Conservador de la Ciudad. Fue nombrado Consejero de Estado para el bienio 1906-1908. Aunque era un gran intelectual, sólo publicó dos libros en vida, unos sobre Santo Tomás de Aquino, y otro sobre la importancia de la Compañía de Jesús en Francia.

Fue académico de Ciencias Morales y Políticas, de Jurisprudencia y Legislación, y de la Española. También fue académico electo de Historia, aunque no llegó a tomar posesión. Poseía numerosas condecoraciones nacionales y extranjeras. Era Caballero de la Orden del Toisón de Oro y Caballero de la Orden de San Gregorio Magno, esta última concedida por un "Breve" del Papa León XIII.

Murió un 19 de octubre de 1913 en Madrid, más su familia se negó a instalar la capilla ardiente en el Palacio de los Congresos como era habitual con los que habían sido presidentes. Fue velado en su domicilio de la Calle Fernando el Santo, de donde salió en desfile tributándole honores de Capitán General hasta la iglesia de San José de la Calle Alcalá, donde se celebró el primer funeral. Terminada la ceremonia religiosa fue conducido a la estación Príncipe Pío, de donde partió el cadáver con su familia rumbo Asturias, recibiendo cristiana sepultura en Covadonga.

Aunque nacido en Madrid el 26 de agosto de 1846 siempre se consideró y definió como asturiano. Realizó sus estudios en el Instituto San Isidro de Madrid, así como en la Universidad Central. Junto a otros jóvenes estudiantes de buena familia y convicciones religiosas, formó un grupo universitario conocido como el de "Los Neocatólicos", de donde nacería en 1867 la revista semanal "La Cruzada"
Contrae matrimonio en 1868 con la hija del marqués de Camposagrado, Doña Ignacia Bernaldo de Quirós y González-Cienfuegos, con la que llegará a tener quince hijos. En 1872 inicia su carrera política como diputado en las Cortes Amadeistas por el distrito de Villaviciosa -la tierra natal de su padre- (circunscripción de Oviedo). Gran defensor de la Iglesia y de la abolición de la esclavitud, de forma concreta en Puerto Rico. No salió elegido en las elecciones constituyentes de la I República, más sí fue votado en las de la Restauración en enero de 1876. Sus posiciones conservadoras y defensoras del catolicismo le ganaron la enemistad de Leopoldo Alas Clarín.

Primo de la Santa: Pedro José Pidal y Bernaldo de Quirós (1870 - 1941)

Nacido en Somió (Gijón) el 2 de noviembre de 1870, hijo de D. Alejandro Pidal y Mon. Estudió el bachillerato en Madrid licenciandose en Derecho en 1891 por la Universidad Central. Se sentía político por vocación y tradición familiar; comenzó como diputado a Cortes por Belmonte de Miranda en 1896 y por Luarca en 1907. En 1914 ya era Senador Vitalicio. Destacó como un gran defensor de los asuntos medioambientales en el Parlamento, siendo uno de los promotores de la nueva Ley de Parques Naturales. Gran aficionado a la montaña, fue el primer escalador en coronar el Naranjo de Bulnes el 5 de agosto de 1904. Sobresalió en el campo de la política, como jurista, y como periodista, escritor y cazador. 

Su amor a Covadonga le llevó a gestionar la creación del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, una vez aprobada la nueva Ley de Parques Naturales. Gracias a él la Montaña de Covadonga fue el primer Parque Nacional de España seguido por el de Ordesa. En premio a sus trabajos fue nombrado como Comisario General de Parques Nacionales.  

Pudiendo haberse enterrado en el mismo Santuario de Covadonga, prefirió ser sepultado en plena naturaleza, en concreto en el Mirador de Ordiales de los Picos de Europa, donde fue llevado por un grupo numerosos de montañeros el 18 de septiembre de 1949. El epitafio de su sepultura fue sacado del prólogo del libro escrito por él mismo: ''El Parque Nacional de la Montaña de Covadonga'' de Julián Delgado Úbeda: Enamorado del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, en él desearíamos vivir, morir y reposar eternamente, pero, esto último, en Ordiales, en el reino encantado de los rebecos y las águilas, allí donde conocí la felicidad de los Cielos y de la Tierra, allí donde pasé horas de admiración, emoción, ensueño y transporte inolvidables, allí donde adoré a Dios en sus obras como Supremo Artífice, allí donde la Naturaleza se me apareció verdaderamente como un templo''. El texto del prólogo continúa con la siguiente frase que no ha sido grabada en la roca: "Debajo de esos húmedos helechos, que reciben el agua de los Picos, y arrimada a esa roca enmohecida por los vientos fríos, dejaré que mis huesos se deshagan a través de los siglos".

Santa Maravillas de Jesús y la Santina

Normalmente estamos acostumbrados a las vidas de Santos que nacieron en familias humildes; aquí tenemos una gran Santa nacida en el seno de la nobleza y qué, sin embargo, renunció a cualquier acomodo de cuna. No hay palabras para describir la austeridad, el rigor, la pobreza y la dureza de la reforma de la Regla Carmelita que ella emprende cual una segunda restauradora de la Orden que busca -como lo hiciera siglos atrás Santa Teresa- realzar la belleza del primitivo Carmelo.

En la infancia y juventud de la Santa no faltaron los descansos en esta Tierra de su familia paterna con las anuales peregrinaciones al Real Sitio. A Maravillas le encantaba ir a Covadonga. Quizá sea poco conocido, pero Nuestra Señora de Covadonga fue una advocación de las más queridas por la Santa Madre, no sólo por sus raíces asturianas y los numerosos lazos familiares que se entrelazan con ese amado Santuario, sino, principalmente, porque Santa Maravillas afirmaba que si era religiosa era debido a una gracia especialísima que le concedió la Santina de Covadonga.

Corría el año 1917 y la joven Maravillas no dejaba de insistirle a su director espiritual sobre si ya la veía preparada para consagrarse al Señor; tal era el deseo de su alma de entregarse plenamente a Dios que vivía en un sin vivir al ver que el tiempo pasaba y no lograba avanzar. Su director espiritual le impuso una dura penitencia, le prohibió durante un año entero volver a preguntar o hablar de ese tema, lo cual la joven cumplió escrupulosamente. Al año siguiente se encontraba en Torrelavega, en la finca ''El Cierro'' que era de su cuñada Adelaida, cuando junto a su hermano Alfonso se acercaron en peregrinación a Covadonga. Allí en la Santa Cueva Maravillas rompió su silencio gritando su alma al Señor ante la imagen de Nuestra Señora.

La joven no le pedía una mera gracia, sino en su opinión casi un milagro: que su Madre la autorizara a entrar en el Convento. En la misma Cueva redacta una carta a su director espiritual al haberse cumplido el año mostrándole su opinión: «Padre, quiero que sepa que yo sigo pensando lo mismo»... La Santina escucha sus ruegos y el director espiritual respalda su decisión, y su madre, doña Cristina Chico de Guzmán, le dio su aprobación el mismo día que Maravillas se lo pidió paseando ambas por el Retiro de Madrid. Ingresó finalmente en clausura el 12 de octubre de 1919.

Años después, en una carta escrita por Madre Maravillas con la que respondía a su cuñada Adelaida, le decía lo siguiente: «Mucho te agradecí tu recuerdo del día 8 y tus oraciones en Covadonga: ¿te acuerdas? Yo nunca olvido la visita que hice allí con vosotros, y no dudo que la Santísima Virgen fue quien me concedió entonces el poder entrar al fin en su Carmelo». 

Carta semanal del Sr. Arzobispo

Parábola de fraternidad

Una de las imágenes que se han visto en estos meses de penurias pandémicas, ha sido la de hombres y mujeres que, arriesgando sus vidas y posponiendo su comodidad, han querido estar cerca de la gente que más podía estar necesitando una ayuda de cualquier tipo: desde los cuidados sanitarios que pusiera remedio clínico al virus, hasta los cuidados espirituales que iban desde la compañía tierna hacia las personas solas y asustadas, hasta la ayuda religiosa hecha de plegaria y sacramentos. Hemos visto religiosas y sacerdotes, que junto a tantos voluntarios siguen acogiendo a tantos pobres con una multitud de rostros de pobrezas, sosteniendo la esperanza. Ahí están nuestras dependencias parroquiales de Cáritas, los comedores sociales, los centros de acogida para los sin-techo, y un precioso y largo etcétera. 

El día dos de febrero se celebra desde hace ya veinticinco años una jornada mundial de la Vida Consagrada. La instituyó San Juan Pablo II con el objetivo de ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo más de cerca. Decía entonces el papa santo: «A las personas consagradas, pues, quisiera repetir la invitación a mirar el futuro con esperanza, contando con la fidelidad de Dios y el poder de su gracia, capaz de obrar siempre nuevas maravillas: “¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas”». 

Nos unimos también nosotros a esta efeméride para dar gracias por el regalo que supone en nuestra comunidad diocesana, poder contar con tantos hombres y mujeres que, cada uno desde su carisma, siguen de cerca al Señor siendo una bendición para los hermanos: en el mundo de la docencia y educación, en el mundo de la salud y la geriatría, en el mundo de la evangelización y la pastoral, en el silencio de sus claustros y en las encrucijadas de tantos caminos, con los jóvenes y con las familias. 

La Vida Consagrada es una preciosa parábola de fraternidad, tanto más acuciante y necesaria cuanto nuestro mundo adolece a veces de la tentación de levantar muros, reabrir trincheras, despreciar la vida y caer en el egoísmo más insolidario. Necesitamos esa parábola viviente de una fraternidad que se hace canto de belleza que refleja la bondad de Dios y que se ofrece como gesto cercano, samaritano, ante los heridos en los cruces de los mil caminos de la vida. 

El papa Francisco señala en su última encíclica: «Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: “He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente... Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos!... Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos”» (Fratelli tutti, 8). 

Nos acaban de llegar unas nuevas hermanas que se incorporan a esa parábola de fraternidad en nuestra Diócesis: las Siervas del Hogar de la Madre. Una joven comunidad, bendecida con abundantes vocaciones, que llegan a Avilés para trabajar junto a una parroquia y un colegio, siendo fieles al propio carisma centrado en la Eucaristía, María y su apostolado con la juventud. Es una buena noticia por la que damos gracias al Señor que sigue sosteniendo así nuestra esperanza desde la parábola de una auténtica fraternidad cristiana.

 + Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

jueves, 28 de enero de 2021

Fallece el Arzobispo Castrense el mismo día que es preconizado el nuevo Obispo Auxiliar de Santiago de Compostela

FALLECE D. JUAN DEL RÍO MARTÍN, ARZOBISPO CASTRENSE DE ESPAÑA, POR COVID

D. Juan del Río Martín ingresó en el Hospital el pasado jueves y desde entonces su estado se ha agravado hasta el fatal desenlace producido en el día de hoy. Los desvelos y profesionalidad del personal sanitario no han conseguido evitar el fallecimiento del prelado.

Los capellanes castrenses, los equipos de gobierno del Arzobispado y del Seminario “San juan Pablo II”, los seminaristas y el personal de la Curia se unen a la familia en estos momentos de dolor y elevan sus oraciones por el eterno descanso de quien fue su pastor.

D. Juan del Río Martín nació en Ayamonte (Huelva), el 14 de octubre de 1947. Estudió Bachillerato en el Instituto Laboral de su ciudad natal, y Filosofía y Teología en el Seminario Metropolitano y Centro de Estudios Teológicos de Sevilla (1973). Graduado Social por la Universidad de Granada (1975(, es Bachiller, Licenciado y Doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma 1979-1984).

Ordenado sacerdote el 2 de febrero de 1974 en Pilas (Sevilla), ha desempeñado, entre otros, los siguientes cargos.

Formador y profesor del Seminario Menor de Pilas (1974-79). Párroco de Sta. María la Mayor de Pilas (1976-79). Vicerrector del Seminario Mayor Metropolitano de Sevilla (1984-87). Profesor de Teología del Centro de Estudios Teológicos de Sevilla y Director Espiritual de la Hermandad de los Estudiantes (1984-2000). Profesor de Religión en el Instituto de Bachillerato "Ramón Carande" de Sevilla (1984-87). Párroco de Nuestra Señora de Valme y Beato Marcelo Spínola de Dos Hermanas (1987). Delegado Diocesano de Pastoral Universitaria (1987-2000). Director del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla, y Director de la Oficina de Información de los Obispos del Sur de España (1988-2000). Profesor del Instituto de Liturgia "San Isidoro" de Sevilla (1993-2000). Profesor de Teología de la Universidad de Sevilla (1994-2000). Secretario del Consejo Presbiteral de la Diócesis de Sevilla (1995-2000).

Nombrado Obispo de Asidonia-Jerez el 29 de junio de 2000, fue ordenado en la Catedral de Jerez de la Frontera el 23 de septiembre. El 30 de junio de 2008, recibe el nombramiento de Arzobispo Castrense de España y Administrador Apostólico de Asidonia-Jerez. Toma posesión como Arzobispo Castrense el 27 de septiembre de 2008. El 22 de abril de 2009 es nombrado miembro del Comité Ejecutivo de la CEE y el 1 de junio de 2009 del Consejo Central de los Ordinarios Militares.

ACTIVIDADES DESTACADAS:

Presidente de la Comisión de Comunicación Social de la CEE.

Delegado Permanente de los Obispos andaluces ante RTVA 1990-2000

Miembro de la Comisión Mixta Iglesia-Junta Andalucía RTVA 1990-2000

Coordinador del Foro de Profesores Universitarios "Humanismo y Ciencia" 1990-2000

Director Adjunto Pabellón Santa Sede Exposición Universal Sevilla 1990-93

Postulador Diocesano Causa Beatificación de la Madre Celia Méndez 1992-95

Miembro del Consejo Presbiteral de la Diócesis de Sevilla 1995-2000

Miembro del Colegio de Consultores de la Diócesis de Sevilla 1995-2000

Miembro del Consejo de Redacción de la revista Isidorianum 1995-2000

Director Oficina Prensa I Congreso Andaluz para la Educación Católica 1996

Coordinador Simposio Cons. Pontificio Cultura en la Univ. de Sevilla 1998

Director Oficina Prensa Congr. Diocesano Caridad y Pobreza 1998

Director Oficina Prensa Asamblea Diocesana Hdades. y Cofradías 1997-98

Director Oficina Prensa I Congr. Internacional Hdades y Religios. Popular 1999

Miembro Comité Organ. Simposio Form. Perm. Clero, Seminario Sevilla 1999

Consultor de la Comisión de Medios Comunicación de Conf. Episc. 1999-2000

Comisión Asesora Pro-Doctorado San Juan Ávila 1999-

Miembro Comisión Episcopal Medios Comunicación de Conf. Episc. 2000-2005

Obispo Delegado Pastoral Social y Past. Salud de Obispos Sur 2001-2005

Obispo Delegado Medios Comunicación y Nuevas Tecnologías Obs. Sur 2005-2008

Presidente Com. Episc. Medios Comunicación Social Conf. Episc. 2005-2009

Miembro del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal (2009-2017).

Director del Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia (2017-2020).

Presidente de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales (2020).

OTROS DATOS DE INTERÉS:

Antiguo Alumno del Pontificio Colegio Español de San José (Roma) y del Instituto de Estudios Históricos Españoles de la Iglesia Nacional Española Santiago y Montserrat (Roma).

Defendió su tesis sobre la eclesiología en el pensamiento reformador de San Juan de Ávila por la Universidad Gregoriana.

Visitas a universidades españolas y extranjeras en relación al diálogo fe-cultura.

Colaborador de las revistas Pastoral Litúrgica, Anaquel, Isidorianum, Boletín del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla y de los programas confesionales en RTVA, RNE y COPE. 

Numerosas conferencias sobre temas teológicos, filosóficos, relaciones fe-cultura, religiosidad popular, Iglesia-Medios Comunicación Social.

Miembro de la Real Academia San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras de Jerez.

Además, es autor de infinidad de obras y artículos.

El sacerdote Francisco José Prieto, nombrado obispo auxiliar de Santiago de Compostela

El papa Francisco ha nombrado al sacerdote diocesano Francisco José Prieto Fernández obispo auxiliar de Santiago de Compostela. Francisco José Prieto Fernández es, en la actualidad, vicario episcopal para la Nueva Evangelización de la diócesis de Ourense. El nombramiento se ha hecho público hoy, jueves 28 de enero de 2021, a las 12.00 h. y así lo ha comunicado la Nunciatura Apostólica en España a la Conferencia Episcopal Española.

Francisco José Prieto Fernández nació en Ourense el 18 de agosto de 1968. Cursó estudios eclesiásticos en el Instituto Teológico ''Divino Maestro'' de Ourense, centro afiliado a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (1986-1992) y fue ordenado sacerdote el 26 de junio de 1993.

Es licenciado en Teología Patrística por la Facultad de Teología de la Universidad Gregoriana de Roma (1992-1994) y doctor en Teología Bíblica por la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (2008).

Vicario episcopal para la Nueva Evangelización desde 2012

Su ministerio pastoral lo ha desarrollado en la diócesis de Ourense. Allí es, en la actualidad, capellán del monasterio de San José (Clarisas) (desde 2004) y vicario episcopal para la Nueva Evangelización de Ourense (desde 2012).

Esta actividad pastoral la ha compaginado con la docencia en el el Instituto Teológico “Divino Maestro” de Ourense como profesor de Patrología y Orígenes del Cristianismo (desde el curso 1995-1996); de Metodología Científica (desde el curso 2007-2008); de Cristología (desde el curso 2009-2010) y de Mariología (desde el curso 2018-2019). Es profesor invitado en el Instituto Teológico Compostelano (desde el curso 2017-2018) y director del Centro de Ciencias Religiosas San Martín en Ourense, sección del Instituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas. Formación Permanente del Clero de la diócesis de Ourense (desde el año 1995).

Miembro de la Asociación Bíblica Española (desde 2002) y de la Comisión Teológica Asesora de la Conferencia Episcopal Española (desde 2013), es secretario del consejo de redacción de la revista Auriensia, publicación del Instituto Teológico “Divino Maestro” (desde 1998).

Anteriormente ha desempeñado los siguientes cargos pastorales: vicario parroquial de la parroquia de Santa Teresita (1994-1995); formador del seminario menor (1995-1996); administrador parroquial de Chaguazoso, Manzalvos, Cádavos y Castromil (1996-1997), de Vilar das Tres (1997-2001) y de Carballeda (O Reino), Torrezuela, Corna y Coiras (2008-2009), además de vicario parroquial de San Pío X (2009).

Santoral del día: Santo Tomás de Aquino

(Mercaba) Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225. Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino. Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de sentimientos.

Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de estudios. Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso, meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.

Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de religioso, pero su familia se opone. El religioso huye hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca..

Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de memoria muchísimas frases de la S. Biblia y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará muy bien en la Universidad.

Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran quitarle la idea de seguir de religioso, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y así al vencer él las pasiones de la carne, logró la Iglesia Católica conseguir un gran santo. Si este joven no hubiera sabido vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor de la Iglesia.

Esa noche contempló en sueños una visión Celestial que venía a felicitarlo y le traía una estola o banda blanca, en señal de la virtud de la pureza que le concedía Nuestro Señor.

Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: “El buey mudo”. Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les dijo a los demás estudiantes: “Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero”. Y así sucedió en verdad después.

Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: “La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y en la Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando mientras celebra la Eucaristía.
Santo Tomás de AquinoA los 27 años, en 1252, ya es profesor de la famosísima Universidad de París. Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.

En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.

En 4 años escribe su obra más famosa: “La Suma Teológica”, obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.

En Italia la gente se agolpaba para escucharle con gran respeto como a un enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar acerca de la Pasión de Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la Resurrección de Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.

El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el Pange lingua y el Tantum ergo y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el Santo Padre encargó a Santo Tomás y a San Buenaventura que cada uno escribiera unos himnos, pero que mientras oía leer los himnos tan bellos que había compuesto Santo Tomás, San Buenaventrua fue rompiendo los que él mismo había redactado, porque los otros le parecían más hermosos). Después de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la Eucaristía, sintió Tomás que Jesús le decía en una visión: “Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?”. Y el santo le respondió: “Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más”.

De tal manera se concentraba en los temas que tenía que tratar, que un día, almorzando con el rey, de pronto dio un puñetazo a la mesa y exclamó: “Ya encontré la respuesta para tal y tal pregunta”. Después tuvo que presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas distintos a los que estaban tratando los demás en la conversación.

Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: “Es que, comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa”.

Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia.

Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento (o sea la reunión de los obispos del mundo), los tres libros de consulta que había sobre la mesa principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.

Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo.

Su humildad: Cumplía exactamente aquel consejo de San Pablo: “Consideren superiores a los demás”. Siempre consideraba que los otros eran mejores que él. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente y nunca se le oyó decir alguna cosa que pudiera ofender a alguno. Su lema en el trato era aquel mandato de Jesús: “Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros”.

Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: “Dios te salve María”. Y compuso un tratado acerca del Ave María.

Su muerte: El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero por el camino se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: “Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente”.

Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años. Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se celebra en este día su fiesta.

miércoles, 27 de enero de 2021

Fallece a los 86 años el P. Félix Pérez Ormazábal, Carmelita

(El Comercio) El P. Félix Pérez Ormazábal, religioso Carmelita, falleció a los 86 años tras sufrir un infarto de miocardio el pasado lunes en Oviedo. Nacido el 4 de octubre de 1934 en Almanza (León), se ordenó como sacerdote con 24 años. Deja por tanto una huella de más de sesenta años de vocación y trabajo.

Sirvió en casas de formación y colegios de Burgos, El Burgo de Osma, Valderas, Armunia, León y en su última etapa en la comunidad y parroquia de Oviedo. Los hermanos trataron de asistirle siguiendo las indicaciones de los sanitarios hasta su llegada. Allí solo pudieron certificar su muerte.

Hoy, a las nueve de la mañana, se abrirá la capilla ardiente en la capilla Niño Jesús de Praga de la parroquia de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen. Posteriormente, a las once, se celebrará el funeral para después proceder a la incineración.

Aparece una hostia consagrada intacta en el lugar de la explosión de Madrid

(Infovaticana) La pasada semana, una trágica explosión en las dependencias parroquiales de la Virgen de la Paloma de Madrid, se llevó por delante la vida de cuatro personas, entre ellas un sacerdote neocatecumenal que atendía la citada iglesia.
En las últimas horas apareció en las redes sociales el siguiente mensaje: “Este es el sagrario que había en la casa de la explosión de la calle Toledo. La sagrada forma, protegida por el viril, está intacta. La policía lo ha llevado al Obispado. Es impresionante. Por si alguien aún duda de la veracidad de Jesús vivo en la eucaristía. El sagrario estaba en la sexta planta, esto es un milagro eucarístico. La planta ha sido arrasada, y esto estaba con la hostia intacta”.

Aleluya, de la Cadena COPE, ha contactado con el portavoz de la parroquia de la Virgen de la Paloma, que les ha explicado que el sagrario estaba en la capilla de los sacerdotes: “El sagrario es de la capilla de la sexta planta, es decir, adyacente a la vivienda del párroco, donde también subían los sacerdotes de la quinta planta”. Además, ha remarcado que “esa Forma está consagrada”. Por otra parte, desde la Archidiócesis de Madrid, han confirmado a COPE que “efectivamente, el sagrario roto está en el Arzobispado y la Sagrada Forma está en el sagrario de la catedral de Santa María la Real de la Almudena”.

Este suceso, independientemente de que se trate o no de un milagro, nos recuerda el valor de la presencia real de Jesucristo en la eucaristía. “En la Santa Eucaristía es donde mejor y con mayor plenitud conocemos el amor que Dios nos tiene. La Santa Eucaristía desvela la verdad sobre el amor de Dios por nosotros, y alimenta, dentro de nosotros, la libertad de amar como Dios ama. Si hemos perdido el sentido de reverencia y profunda gratitud ante el Sacrificio Eucarístico y la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo en la Hostia consagrada, entonces no reconocemos la verdad que se halla ante nuestros ojos”, escribe el cardenal Sarah, prefecto de la Congregación del Culto Divino, en el prólogo de ‘Divino amor hecho carne’, el libro del cardenal Burke sobre la eucaristía. 

Ha muerto Sor Canción. Por Rodrigo Huerta Migoya

Así son las cosas; aún hacía unos días había preguntado en el Arzobispado si sabían algo de ella, por eso me sorprendió tanto -y no- la noticia de su muerte a los 89 años este 25 de enero. Quizá decir que ha fallecido Doña María Pilar Esther Fernández Fernández no diga mucho a nadie, pero si hablamos de ''Sor Canción'', la cosa cambia. Con el óbito de esta "virgen consagrada" se va una figura importantísima en la defensa del asturiano en tiempos donde a nadie le preocupaba ni se hablaba de este tema. 

Era una mujer de unas cualidades musicales extraordinarias, tanto por su voz como su por destreza con los instrumentos y composiciones, la cual llegó a "revolucionar" el Real Monasterio de San Pelayo en el que ingresó bien joven, donde profesó como "benedictina". El entonces Arzobispo de Oviedo, Monseñor Vicente Enrique y Tarancón, quedó boquiabierto con la forma de cantar y componer de aquella religiosa inquieta y vivaracha a la que le venía como anillo al dedo el apodo de "Sor Canción". 

Tarancón la animó a divulgar sus composiciones, saliendo sus temas a la luz en varios discos, algo totalmente novedoso en aquellos años sesenta. Esta activa religiosa con su guitarra a la espalda, fue en la España de entonces lo que en nuestro vecino país Galo sería también la dominica belga Jeannine Deckers (Sor Sonrisa), con su popular tema "Dominique".

Aquel espíritu rebelde de guitarra y aperturismo postconciliar no casaba con la observancia benedictina del silencio y gregoriano, por lo que Sor Canción colgó los hábitos para vivir su consagración al Señor de otra manera. Regresó a su Cuérigo natal donde había nacido en 1931 para cuidar a su madre, a la vez que se ofreció para ayudar al Párroco en la dura faena de atender las comunidades de la zona. 

Sor Canción -"Pilar"- siguió componiendo y alimentándose de la fe tratando de dar a conocer a Jesús a los que la rodeaban con lo que mejor se le daba: cantar, y fue una de las primeras asturianas en acceder al restaurado "Ordo Virginum" (Orden de las Vírgenes). La celebración de su consagración se celebró en la Capilla Mayor del Seminario de Oviedo por el gran amor que tenía a esta Institución y a los sacerdotes diocesanos, así como su profunda amistad con el entonces rector, D. José Antonio González Montoto. Presidió la ceremonia de consagración el también entonces Obispo Auxiliar, Monseñor Atilano Rodríguez Martínez. 

Los últimos años de su vida, ya muy desgastada y limitada, los pasó en una residencia de Belmonte de Miranda, donde día a día se fue apagando en la espera largamente fiada de que llegara el Esposo para llamarla por su nombre. Muy tristemente se la despide con una "celebración de la Palabra" y se incinera su cuerpo; a buen seguro que ella hubiera preferido un funeral "como Dios manda" en el que sonara alguna de las muchas canciones que ella compuso como "El Rey David", para alabar al Señor y pedirle formar parte de su séquito eterno.

La cultura asturiana, el mundo del Bable, y en concreto el campo de la música en el  Principado, tiene una gran deuda con esta mujer. Aún esta navidad la recordaba yo en las redes sociales la tarde del 5 de enero con el villancico "Vienen tres Reyes Magos junto al río", que en "YouTube" se atribuye a "Nuberu", pero un amigo sacerdote me comentó: "es más bonita la versión original, con letra y música de Sor Canción".

Mujer pionera en reivindicar la cultura asturiana e inculturizar ésta desde la historia de nuestra Tierra en su esencia católica por la que siempre la caracterizó. Sin duda, podemos decir que nos ha legado una de las canciones más hermosas que se han escrito a la Santina de Covadonga, y es que pienso realmente que su obra musical requiere ser actualizada, publicada y puesta en valor con sus textos, partituras y grabaciones.







lunes, 25 de enero de 2021

Sarah, sobre la persecución religiosa en España: «No luchamos sólo contra los poderes visibles»

El sacerdote Jorge López Teulón, bloguero de ReL., es uno de los mayores expertos en España en los mártires de la persecución que se produjo en España durante la Guerra Civil y la II República. Es postulador de las causas de los santos en la Archidiócesis de Toledo, lugar donde decenas de sacerdotes y laicos católicos fueron asesinados por su fe.

A lo largo de su trayectoria libros sobre este asunto como el de La persecución religiosa en la Archidiócesis de Toledo (1936-1939) y el segundo tomo que acaba de publicar en estos momentos, centrado en las vicarias de Toledo y Talavera de la Reina.

Para este nuevo libro el padre López Teulón ha podido contar para el prólogo con el cardenal Robert Sarah, prefecto para la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. El purpurado africano conoce de primera mano la persecución a los cristianos, pues la ha podido ver en África, su continente natal.

En el prólogo de este segundo tomo de La persecución religiosa en la Archidiócesis de Toledo (1936-1939), Sarah señala que “el ejemplo de aquellos que siguieron las huellas de Cristo, al tiempo que nos fortalece para confesar nuestra fe, es también un acicate para que permanezcamos siempre fieles en nuestra vocación a la santidad y trabajemos en la Iglesia por la salvación de las almas”.

Sobre los mártires, el purpurado asegura que “todas las adversidades eran entendidas en clave sacrificial, ya que, al ser elegidos de Dios por su gracia y misericordia, se sabían probados como oro en crisol y no tenían miedo a los que pueden matar el cuerpo pero no el alma”.

“Por mi historia personal sé lo que quiere decir la persecución religiosa; pero no hemos de olvidar que, aún hoy, a esta persecución se añade otra más refinada cuando, por medio de la indiferencia o la tergiversación, se echa por tierra la enseñanza de Jesucristo y su Iglesia”, añade.

"No luchamos sólo contra los poderes visibles"

Por ello, el cardenal Sarah considera que “una Iglesia perseguida y martirial es signo, en primer lugar, de una Iglesia fiel y, en segundo lugar, de una Iglesia viva. Fiel porque la persecución es signo de imitación de Cristo y viva porque el martirio es semilla de nuevos cristianos”.

Añadiendo una consideración importante también considera que “en esa persecución o solapado martirio, no luchamos sólo contra los poderes visibles de este mundo sino contra potestades invisibles. Ambos buscan extraviarnos para que, negando la Verdad, nos dejemos sobornar por el diablo y sus ángeles, y seamos marcados con el número de la bestia y no de Cristo, dándole culto y adoración a su imagen y no al Hijo Unigénito de Dios”.

Así, el prefecto vaticano indica que gracias “a la diligencia del Rvdo. D. Jorge López Teulón, el presente volumen nos ayudará a ver cuánto fue probada la Iglesia de Dios en la Archidiócesis Primada durante la persecución religiosa contra la Iglesia en España y, además, servirá para que imitemos el testimonio de los mejores hijos de la Iglesia”.

Por su parte, en una entrevista con Javier Navascués en Infocatólica, el padre López Teulón habla de la importancia de recordar a los mártires y sus historias. “Es el martirio de 292 sacerdotes, de un subdiácono, de cuatro seminaristas… Ellos también tenían padres y hermanos. No son un número. Es preciso que conozcamos al detalle, lo más que se pueda, sus vidas, donde ejercían el ministerio, cómo atendían pastoralmente a su gente: que les impartieron los primeros sacramentos, que los casaron o que cada domingo celebraban para ellos la Santa Misa…”, afirma.

La conversión de san Pablo

(Mercaba) Pablo, llamado Saulo en el uso y rigor judío, afirmaba con vehemencia que el Evangelio que predicaba no lo había aprendido o recibido de los hombres.

Perteneció a la casta de los fariseos. Había nacido en Tarso, ciudad que pertenecía al mundo grecorromano; quien nacía allí tenía la categoría de ciudadano romano y lo era tanto como el centurión, el procurador, el tribuno o magistrado. Necesariamente, por ser judío no le cupo más suerte en la niñez que andar disimulando su condición entre los demás del pueblo, ocultando su creencia, tenida como superstición por los paganos romanos. Es posible que esto le fuera encendiendo por dentro y le afirmara aún más en su fe, cuando iba creciendo en edad y tenía que defenderse marchando contra corriente.

Era más bien bajo, de espaldas anchas y cojeaba algo. Fuerte y macizo como un tronco. Un rictus tenía que le hacía fanático. Conocía los manuscritos viejos escritos con signos que a los griegos y a los romanos les parecían garabatos ininteligibles, pero que encerraban toda la sabiduría y la razón de ser de un pueblo. Listo como un sabio en las escuelas griegas de Tarso, familiarizado con los poetas y filósofos que habían pasado el tiempo escribiendo en tablillas o pensando. Para los griegos solo era un hebreo, miembro de aquellas familias que vivían en un islote social, aislado entre misterios inaccesibles a los de otra raza, uno de los que tenían prohibido el acceso a las clases cultas y dirigentes; era de esos que se hacían despreciables por su puritanismo, por sus rarezas ante los alimentos, su modo de divertirse, de casarse, de entender la vida, de no asistir a los templos ¡un ambiente nada claro!

A los dieciocho años se fue a Jerusalén para aprender cosas del judío verdadero, las de la Ley patria, la razón de las costumbres; ansiaba profundizar en la historia del pueblo y en su culto. Gamaliel lo informó bien por unos cuartos. Aprendió las cosas yendo a la raíz, no como las decía la gente poco culta del pueblo sencillo y llano. Supo más y mejor del poder del Dios único; aprendió a darle honra y alabanza en el mayor de los respetos y malamente soportaba con su pueblo el presente dominio del imponente invasor. Esto le ponía furioso. Los profetas daban pistas para un resurgimiento y los salmos cantaban la victoria de Dios sobre otros pueblos y culturas muy importantes que en otro tiempo subyugaron a los judíos y ya desaparecieron a pesar de su altivez; igual pasaría con los dominadores actuales. El Libertador no podría tardar. Mientras tanto, era preciso mantener la idiosincrasia del pueblo a cualquier costa y no ser como los herodianos, para que la esperanza hiciera posible su supervivencia como nación. No se podía dejar que un ápice lo apartara de la fidelidad a las costumbres patrias. Eso le hizo celoso.

Y mira por donde, aquella herejía estaba estropeando todo lo que necesitaba el pueblo. Locos estaban adorando a un hombre y crucificado. No se podía permitir que entre los suyos se ampliara el círculo de los disidentes. Había que hacer algo. No pasaban, sino que las noticias decían que estaban por todas partes como si se diera una metástasis generalizada de un cáncer nacional. Hacía años que ya estuvo, colaborando como pudo, en la lapidación de uno de aquellos visionarios listos, serviciales, piadosos y caritativos pero que hacían mucho daño al alto estamento oficial judío; fue cuando lo apedrearon por blasfemo a las afueras de Jerusalén, y lastimosamente él sólo pudo guardar los mantos de los que lo lapidaron. Hasta le parecía recordar aún su nombre: Esteban.

Su conversión fue en un día insospechado. Nada propiciaba aquel cambio. Precisamente llevaba cartas de recomendación de los judíos de Jerusalén para los de Damasco; quería poner entre rejas a los cristianos que encontrara. Hasta allí se extendía la autoridad de los sumos sacerdotes y principales fariseos; como eran costumbres de religión, los romanos las reconocían sin hacerles ascos. Saulo guiaba una comitiva no guerrera pero sí muy activa, casi furiosa, impaciente por cumplir bien una misión que suponían agradable a Dios y purga necesaria para la estabilidad de los judíos y para proteger la pureza de las tradiciones que recibieron los padres. Aquello parecía la avanzada de un ejército en orden de batalla, con el repiqueteo de las herraduras en las pezuñas de las monturas sobre el duro suelo de roca ante Damasco donde caracoleaban los caballos. Llevaban ya varios días de caminata; se daban por bien empleados si la gestión terminaba con éxito. Iba Saulo “respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor”. En su interior había buena dosis de saña.

“Y sucedió que, al llegar cerca de Damasco, de súbito le cercó una luz fulgurante venida del cielo, y cayendo por tierra oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y entra en la ciudad y se te dirá lo que has de hacer. Y los hombres que le acompañaban se habían detenido, mudos de espanto, oyendo la voz, pero sin ver a nadie. Se levantó Saulo del suelo y , abiertos los ojos, nada veía. Y llevándole de la mano lo introdujeron en Damasco, y estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió” (Act. 9, 3-9).

Tres días para rumiar su derrota y hacerse cargo en su interior de lo que había pasado. Y luego, el bautismo. Un cambio de vida, cambio de obras, cambio de pensamiento, de ideales y proyectos. Su carácter apasionado tomará el rumbo ahora marcado sin trabas humanas posibles _su rendición fue sin condiciones_ y con el afán de llevar a su pueblo primero y al mundo entero luego la alegría del amor de Dios manifestado en Cristo.

El relato es del historiador Lucas, buen conocedor de su oficio. Se lo había oído veces y veces al mismo protagonista. No hay duda. Vió él mismo al resucitado; y lo dirá más veces, y muy en serio a los de Corinto. Por ello fue capaz de sufrir naufragios en el mar y persecuciones en la tierra, y azotes, y hambre y cárcel y humillaciones y críticas, y juicios y muerte de espada; por ello hizo viajes por todo el imperio, recorriéndolo de extremo a extremo. Y no creas que se lamentaba; le ilusionaba hacerlo porque sabía que en él era mandato más que ruego; el dolor y sufrimiento más bien los tuvo como credenciales y las heridas de su cuerpo las pensaba como garantía de la victoria final en fidelidad ansiada.

Entre tantas conversiones del santoral, la de Pablo es ejemplar, paradigmática. Más se palpa en ella la acción divina que el esfuerzo humano; además, enseña las insospechadas consecuencias que trae consigo una mudanza radical.

domingo, 24 de enero de 2021

''Venid conmigo''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


En este Domingo III del Tiempo Ordinario, cuando nos disponemos a contemplar los comienzos de la vida pública de Jesús que iniciamos en la fiesta de su Bautismo, la Palabra de Dios vuelve a llamar nuestra atención en claves fundamentales de nuestra vida de fe. Si el pasado domingo comentábamos la búsqueda vital del hombre y su vocación, hoy continuamos con este tema, el cual se centra en la respuesta a esa llamada y su seguimiento.

La primera lectura de hoy es un relato vocacional; el domingo pasado veíamos la llamada de Samuel, ahora vemos la vocación de Jonás que es llamado para una ardua misión. No nos quedemos únicamente con el texto de todos conocido, sino llevémoslo a nuestra vida. Dios no sólo llama para lo bueno y lo fácil, a veces nos pide llevar a cabo misiones que nos parecen más complejas que la de Jonás. Evidentemente, por nuestras fuerzas todo encargo nos parecerá grande, pero no se nos olvide que Dios no nos envía sin más, sino que Él siempre va con nosotros. 

Desde hace ya años, la Iglesia en España y en Europa vive un periodo de fragilidad, cada vez menos sacerdotes, menos religiosas, menos fieles, lo cual no deja de ser el reflejo de nuestra sociedad; cada vez menos niños y más ancianos, cada vez más pueblos vacíos y ciudades más saturadas. Para un presbítero, religiosa o laico, entiendo que vivir su fe en ambiente de ''vacas flacas'' es doloroso y con la constante tentación de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero, tratando de buscar luz y salida, debemos empezar por escuchar el corazón y el susurro renovador de Dios que como con los de Emaús camina con nosotros, aún sin darnos cuenta muchas veces: Cómo predicar hoy a nuestros coetáneos; cómo hacerles ver que Dios anhela su salvación y que está abierto a todos, que tiende su mano incluso a los más lejanos como eran los ninivitas y que sigue saliendo a nuestro encuentro... Para ello necesitamos estar atentos a su Palabra y renovar en ella cada día nuestra vida nuestra alma. La vocación a la que cada cual es llamado es una "proposición" del mismo Dios a través de su Palabra para seguir sus sendas, por eso hemos rezado con el salmista: ''Señor enséñanos tus caminos''. 

El brevísimo fragmento proclamado de la epístola de San Pablo a los Corintios contiene implícita esa "pro-vocación" para ser fieles a la vocación a la que somos llamados sin "envidiar" la del otro. Si mi vocación es el matrimonio, no tratar de vivir como consagrado, ni el consagrado como llamado al matrimonio. También hay mucho más detrás de este texto. Por un lado, los exégetas hablan de que el Apóstol quiere dar respuesta a ciertas ideas gnósticas, otros acentúan más el deseo del autor de dilucidar la vieja tensión sobre la escatología que el primitivo cristianismo no acababa de entender, e incluso se habla de que Pablo busca salir al paso de la realidad de Corinto donde había muchos más preocupados de las cuestiones terrenales que de las espirituales con un desprecio absoluto por uso y abuso del cuerpo, como ya comentamos el domingo pasado. En el fondo, este texto es un recordatorio de que estamos en el mundo pero no somos del mundo, y por ello hemos de tratar huir de las múltiples garras mundanas que nos hacen prisioneros, nos asfixian y nos impiden escuchar y ser de Dios.

El evangelio de San Marcos nos relata la llamada de Jesús a los apóstoles; éste empieza dándonos un dato importante: ''Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios''. El tiempo del Precursor ha concluido, ahora es la hora del Mesías que empieza su misión entre los hombres para anunciar la Buena Nueva. Y he aquí el paralelismo con la predicación de Jonás, pues Jesús comienza diciendo: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio». Jesús, al igual que Jonás, no va por su cuenta, sino que cumple la misión que el Padre le ha encomendado. Hablamos de un tiempo nuevo porque Cristo se ha manifestado; empieza su Reino, llega a nosotros en "ya" pero todavía no del todo.

Para que el Reino de Dios se haga verdad en nosotros hay una premisa fundamental: ''convertíos y creed''; necesitamos convertirnos, cambiar, eliminar y transformar todo aquello que hay en nosotros que impide a Cristo vivir y reinar en nuestra vida y corazón. No es éste un invento de "los curas"; son palabras del mismo Jesús: ''convertíos'', volved a Dios, venid a mí... Para eso viene Jesús a buscarnos a nuestro trabajo, a nuestro barrio, a nuestro charco donde echamos las redes sin esperanza; para sacarnos de nuestro raquítico mundo y nuestra pobre vida e invitarnos a ser partícipes de la plenitud de su Reino. Ya no seremos los hombres los que mandaremos y reinaremos, ahora es el Señor quien recupera el lugar que le corresponde en el cumplimiento de su misión. Dios viene en busca del hombre que le dio la espalda al hacerse dios y rey de si mismo, y viene a traernos la verdadera libertad, salvación, vida...¡eterna!

Y Jesús no elige a "superhombres", sino a pobres pecadores como nosotros a los que llama por su nombre y mira a los ojos. Somos llamados a ser testigos de esta Buena Nueva, aunque el Evangelio sólo cobra sentido cuando hay cambio, cuando hace tambalear nuestra vida y "resetear nuestro PC", cuando estamos dispuestos a dejar nuestras seguridades y lanzarnos a la aventura de seguir al Maestro aceptando su "pro-vocacación"... Claro que cuesta dejar las redes, la rutina, lo que hemos hecho siempre y volver a empezar, pero sólo muriendo a una vida caduca podemos vivir una vida nueva y eterna. Jesús nos llama a morir a nosotros mismos para nacer al Evangelio, y por eso nos dice y propone: ''Venid conmigo''...