(COPE) Vivir la Fe nunca ha sido fácil. Y los que tiene un servicio pastoral y ministerial pueden llegar a probar de una forma más real la Cruz por aquello que dijo Cristo de que el discípulo no puede ser menos que el Maestro. Hoy hacemos memoria del Papa San Calixto I que vivió la Cruz en su vida con el derramamiento de la propia sangre como el Señor.
Su nombre significa “muy hermoso”, y muy popular se hizo por la edificación de las catacumbas que llevan su nombre, durante la persecución a los cristianos. Muchos sepulcros de mártires como es el caso de Santa Cecilia, se encuentran enterrados en estas cuevas subterráneas. Los inicios de su historia nos hablan de su trabajo como esclavo en las minas.
Tras ser liberado, profundiza en la Fe de Cristo, hasta el punto de que el Papa San Ceferino le elige como colaborador y le encomienda la ampliación de las catacumbas. Mejor que él nadie para habilitar esos sótanos sagrados de forma que quedasen acogedores dentro de lo que se puede pedir para que los cristianos pudiesen vivir su Fe en comunión. Tal fue el prestigio que se ganó entre los cristianos que, cuando murió San Ceferino, Dios le designa como sucesor de Pedro.
Su apostolado se centra en el mundo de Roma, imbuido del paganismo. Pero su fuerza y tesón, convierte a muchos romanos al Señor. Descubierto por los perseguidores, es detenido y llevado a una fosa. Los romanos piensan que así cambiará en su pensamiento. Pero esto no sirve, sino para que Calixto se reafirme con más ahínco en su condición de cristiano. Entonces es condenado a morir por causa del Reino.
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