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lunes, 28 de septiembre de 2020

''Os llevan la delantera''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


La primera lectura del profeta Ezequiel de este Domingo aborda la justicia divina, y es que a menudo nos encanta ser jueces de los demás pero no aceptamos fácilmente ninguna corrección sobre nosotros. No aceptamos la justicia humana ni la divina. Cuántas veces el hombre se enfada, rechaza y da la espalda a Dios considerando "No es justo el proceder del Señor". Por consiguiente me enfado y le borro de mi lista; no quiero saber nada de ese Dios que no me favorece, que no me aporta lo que yo considero bueno y que "plegándose" a mis intereses y apetencias no me evita lo que yo entiendo por malo... ¿No será que hemos confundido el concepto de la Divinidad? ¿tal vez creamos que Dios es un talismán del que me acuerdo para pedir y al que ignoro para agradecer? ¿Le dejo a Él ser Dios en mi vida y lo reconozco verdaderamente como tal?. Dios no es el malo, ni el equivocado, ni el pecador; ese soy yo.Y sólo recapacitando y convirtiéndome de verdad "viviré y no moriré". Nosotros hemos de poner todo de nuestra parte, y esperando y haciendo nuestro el deseo del salmista, pedirle: ''recuerda Señor tu ternura''...

El fragmento de la epístola de San Pablo tomada del segundo capítulo de la carta a los Filipenses, es igualmente una invitación a vivir en la unidad y a esforzarnos en corregir nuestra conducta siguiendo el modelo que nos dejó el Señor: ''Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús''. El apóstol nos llama a vivir en comunidad sin divisiones, ''unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir''. Nos reclama superar con humildad las ostentaciones y rivalidades y tener verdadera consideración de los demás. 

Por otra parte, en la parábola que Jesús nos presenta sobre la viña, hemos de tener en cuenta, para empezar, que a quien la dedica no es a la gente en general, sino particularmente a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo. Es una enseñanza que el Señor lanza directamente a los entendidos de la ley que ostentaban el poder. 

La enseñanza que se desprende de los dos hijos del amo de la viña es la lección del no, pero sí; y del sí, pero no. Del amor que no es de palabras sino de obras. En el fondo Jesús estaba desautorizando el estilo de vida de aquellos gobernantes a los cuales se les llenaba la boca en la exigencia de normas y preceptos, pero que luego eran los primeros en ignorarlas con absoluta hipocresía. Desgraciadamente, no ha cambiado mucho la cosa.

La última parte del evangelio de hoy se entrelaza con la del domingo pasado cuando Jesús nos recordó que ''los últimos serán los primeros''. Ahora nos lo dice de otra forma: ''Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios''. El texto puede parecernos duro de entrada, pero si ahondamos en su significado podremos descubrir la belleza de la lección que el Señor nos regala en este día. El pueblo judío esperaba al Mesías -como lo sigue esperando hoy, pues no reconocieron a Cristo como tal- y las enseñanzas de aquel Nazareno no les gustaban a los fariseos, pues rompía todos sus esquemas y desbarataba sus acomodadas posiciones de vida, ensalzando precisamente a los que aquellos despreciaban.

Jesús con sus palabras les cerró la boca y les dejó perplejos. Él sabía que le criticaban por hablar con mujeres "perdidas"; con mendigos y enfermos, con publicanos y pecadores, con los parias de la sociedad, y, ante la "acusación" de relacionarse con ellos, les responde -y nos responde-  ''os aseguro que os llevan delantera en el Reino de los Cielos''. Una forma similar de decir: ya os podíais parecer un poco a más en bondad, sinceridad y nobleza a aquellos que consideráis peores. 

Cuando juzguemos peor a alguien -aquí está el paralelismo con la lectura del Antiguo Testamento- no perdamos de vista qué, posiblemente, nos puede llevar delantera en el Reino de los Cielos...

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