Esta extraordinaria mujer que impresiona leer su biografía y que el número de libros que sobre ella se han escrito sobre diversos puntos de vista se cuentan ya por cientos. Nace en una familia judía, en octubre de 1891 en Bresláu (Prusia oriental). Hasta la edad de catorce años en la que sufre una crisis de estudios -y como ella diría más tarde- de fe. Es la etapa de su primera formación académica, que paulatinamente la va a llevar hacia el ateísmo en el que vivirá existencialmente durante sus años de bachiller y en la primera etapa de formación universitaria. Bien es verdad que en el espíritu de Edith Stain, la búsqueda de sentido es incesante y esto hace que la veamos militar en sus primeros años universitarios como miembro del partido demócrata, como defensora del voto de la mujer… Como bien se describía en el periódico estudiantil ‘’el periódico de la cerveza’’, donde los profesores a modo de adivinanza ponían rasgos de la personalidad de sus alumnos.
Comienza sus estudios en 1911 en la
Universidad de Bresláu donde se matricula en historia y Psicología. Quizás la
imposibilidad de estudiar derecho por no tener la facultad en aquel momento
matriculada a ninguna mujer aumentará su lucha en esta etapa por la defensa de
los derechos de la mujer, pero va a ser una etapa muy fructífera pues en la
búsqueda constante del sentido de la vida la llevará a ser miembro de la
sociedad filosófica de Fenomenología donde va a conocer a Max Scheller y a
Adolf Reinach: lo que le posibilitará los primeros encuentros con la fe
cristiana.
Una vez licenciada en la Universidad de su ciudad, e influenciada por la escuela fenomenológica solicita la entrada en la Universidad de Gotinga donde no solamente obtiene la máxima calificación con su tesis doctoral sobre la empatía, sino que es tomada como ayudante por el profesor Husserl. Aparece así una nueva faceta en la búsqueda siempre de la verdad como instrumento que de sentido a la realidad.
En su obra filosófica ser finito ser eterno
encontramos un párrafo que nos habla de las causalidades que nos van a situar
en el verano de 1921 en la casa de descanso del matrimonio Corad-Martius, y
como ella misma nos dice: ‘’quiso Dios, que de los más de 29.000 volúmenes de
la biblioteca familiar, tomara para leer el libro autógrafo de Santa Teresa de
Jesús’’. Después de leerlo durante toda la noche exclama: ‘’¡esto es la verdad!¡La
he encontrado!’’.
A la mañana siguiente bajó a la librería más
próxima, y compró un catecismo de la Iglesia Católica, y entró a formar parte
de la misma el uno de enero de 1922 donde recibió el bautismo, la confirmación
y la comunión.
La conversión de la doctora Edith Stain al
catolicismo alemán va a suponer un gran aldabonazo para la Iglesia. Desde este
momento no duda que ha encontrado la verdad que tan ansiosamente buscó a lo
largo de su vida. Ella misma habla, que su infancia, su estudio en la Universidad,
sus amistades, y el mundo en el que había desarrollado toda su actividad eran
causalidades que le llevaban hacia la verdad plena. Desde este instante hasta
su entrada en el Carmelo de Colonia va a desarrollar una gran actividad como
docente católica, conferenciante en diversas ciudades, puesto que es una buena
oradora y muy convincente. Escribe mensualmente para la asociación de maestras
católicas de Alemania (de la que es miembro) y la asociación de mujeres
trabajadoras.
Desde 1928 en que muere Husserl, hasta 1933
en que accede Hitler a formar gobierno intenta acceder a una Cátedra
universitaria recomendada por el propio Heidegger que ya ocupa la Cátedra
dejada por Husserl, y ya le advierte que no le dejan entrar en la cátedra por
ser de raza judía.
Es el
comienzo del vía crucis de Edith, que la llevará a tomar la decisión tantas
veces aplazada de seguir los pasos de Teresa de Jesús. El 14 de octubre de 1933
ingresa en el Carmelo de Colonia, y Edith Teresa Stain escogerá el nombre de
Teresa Benedicta de la Cruz. Como ella misma dirá: ‘’Teresa por Teresa de Jesús
-que es la que la llevó a la fe católica-, Benedicta por el gran apoyo que
encontró en la abadía benedictina de Beuron; y de la Cruz, porque intuye que su
vida está asociada a la Cruz, y como una muñeca de sal que al encontrarse con
el mar y ser disuelta por el mismo de esa manera Teresa Benedicta se dejará
introducir cada vez más en el misterio de la Cruz hasta llegar a convertirse en
una de las grandes místicas del siglo XX.
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