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domingo, 26 de julio de 2020

Homilía en la Solemnidad de San Félix 26/07/2020





Queridos hermanos:

Congregados en torno a la Palabra de Dios y al Altar de la Eucaristía en el que recibimos al mismo Señor, celebramos a nuestro Santo Patrono San Félix de forma anticipada en este día 26 de julio, día elegido por la Conferencia Episcopal Española para recordar a todas las víctimas del COVID-19 por ser hoy -San Joaquín y Santa Ana- el día de los abuelos, pues como sabemos, esta franja de edad ha sido la más golpeada del total de defunciones de la pandemia. Con todo esto en el corazón nos disponemos a vivir ahora lo más importante que nos convoca, la Eucaristía dominical, donde recordamos que Cristo es el vencedor de la muerte que alentó la esperanza de San Félix en su patíbulo y que nos alienta también a nosotros y a los que han perdido en estos meses a sus seres queridos. 

Como Parroquia que vive su ser Iglesia-Católica e Iglesia en comunión nos adherimos a este llamado de la Iglesia Española para orar por los difuntos de la pandemia, y de forma concreta nos unimos a nuestro Pastor diocesano que a esta misma hora celebra el solemne funeral por todas las víctimas del coronavirus en Asturias en la Santa Iglesia Catedral de Oviedo. El Sr. Arzobispo nos ha pedido a los sacerdotes que aunque el acto oficial se realice en la Catedral, se extienda a todas las parroquias, por ello y aunque nuestra eucaristía tenga sabor de fiesta,  también tendrá matiz de sufragio por tantos que han partido de forma precipitada este año. 

Como cristianos y creyentes hemos de sentirnos orgullosos del trabajo realizado; la Iglesia Católica en España, en Asturias y en Lugones no ha estado de brazos cruzados ni indiferentes ante esta catástrofe; desde el minuto cero hemos salido al paso de las circunstancias más complejas e inimaginables, hemos tenido que agudizar el ingenio y aglutinar medios para seguir cerca de los fieles y de los que nos necesitaban. Hemos dado todo lo que teníamos: dinero, comida, ropa, edificios, personas… y sobre todo a Jesucristo haciendo nuestras las palabras del apóstol Pedro: ‘’no tengo oro ni plata, pero lo que tengo te lo doy’’ . Ha sido asombrosa la entrega de los capellanes de hospitales, de tanatorios y cementerios; las disposiciones de nuestros obispos para entregar parte de los sueldos a Cáritas, las monjas de clausura confeccionando mascarillas… sólo los necios cegados por la necedad podrían decir que la Iglesia no hizo nada o preguntarse dónde estábamos. Donde había un creyente, fuera seglar, religiosa o sacerdote, ahí estaba la Iglesia tendiendo su mano. En Asturias algunas personas movidas por su fobia enfermiza cuestionaron la labor de la Iglesia, hasta que como respuesta inapelable vecinos del centro de la ciudad empezaron a subir imágenes y vídeos de las colas que las Hijas de la Caridad o las Siervas de Jesús tenían a las puertas de sus comedores todos los días. Hasta políticos de distintos signos y partidos, e incluso la Casa Real, felicitaron y agradecieron de forma oficial la labor encomiable e impagable que la Iglesia había prestado a España en estos malos momentos, tan complejos. 

Las consecuencias del COVID 19 tampoco nos son ajenas; más de cien sacerdotes y religiosas han perdido su vida en hospitales y residencias, muchos de ellos sirviendo a los demás. Pedimos de forma especial hoy a San Félix que interceda por los difuntos de nuestra Parroquia y por todos los que han sido víctimas de esta enfermedad. Que el Señor les conceda la salud del alma en la Patria de los elegidos. 

Y también en este domingo XVII del Tiempo Ordinario que celebramos como Parroquia a nuestro querido -y durante tanto tiempo olvidado- San Félix, como titular de nuestra Comunidad y patrono de esta localidad sabemos que el patrono es siempre un guía y un referente, aquel en quién tener los ojos puestos. Y nosotros hemos de fijarnos en él no sólo una vez al año sino todos los días. Hemos de quererle, conocer su historia, hacerlo muy nuestro; que esté entre nuestras devociones más queridas y personales, pues nuestros antepasados al elegirlo como Santo Patrono nos estaban diciendo lo mucho que San Félix nos puede ayudar en nuestro camino de la vida y en nuestra vida de fe 

-San Félix supo discernir. En la primera lectura del Libro de los Reyes vemos la petición de Salomón: “Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien’’; y al Señor le agrada la súplica que le hace, dado que no le pide larga vida ni riquezas o acabar con sus enemigos, sino que le pide -y así le premia- con un corazón sabio e inteligente. 

-San Félix amó a Dios. San Pablo en su carta a los cristianos de Roma nos recuerda que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien. Por ello San Félix hizo el bien a todos, incluso a los que le denunciaron, persiguieron, torturaron y martirizaron. Fue testigo del Señor en nuestra tierra en un momento en que ser cristiano no sólo estaba mal visto sino que suponía sentencia de muerte. Los años de su apostolado y predicación coinciden con la última gran persecución del Imperio Romano contra los seguidores del Nazareno, y en concreto su evangelización en tierras levantinas y catalanas tuvo lugar bajo el poder del sangriento Pretor Daciano. 

Dios lo llamó, y él respondió con generosidad dejando su tierra natal en el norte de África para ponerse en camino -como Abrahán- movido por su fe, la cual estaba por encima de cualquier plan o proyecto. En su vida y en su muerte se cumplen las palabras del Apóstol: ‘’A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó’’. 

-San Félix encontró el tesoro escondido. El evangelio de este domingo nos presenta tres bellas parábolas: el tesoro escondido en el campo, el comerciante de perlas finas y la red de pesca. Y las tres nos dicen lo mismo, que hay que quedarse sólo y únicamente con lo bueno, con lo imperecedero y con lo único que no pasa. Ese es Cristo, el tesoro escondido, la perla fina, la pesca soñada… 

San Félix entendió a la perfección estas parábolas, por eso cuando le ofrecieron apostatar no lo hizo a sabiendas que le costaría la vida, cuando le ofrecieron vivir a cambio de renunciar a Cristo prefirió las duras torturas y la más terrible agonía y muerte antes que desprenderse de lo único que tenía valor en su vida y que hacía ésta eterna: Jesucristo. 

Nuestro Patrono es todo un ejemplo para nosotros, el modelo de creyente y de fiel testigo del Señor que con su propia vida evangeliza incansablemente. A su protección nos acogemos pidiéndole que nos enseñe a imitar su docilidad a la llamada de Dios, su increblantable fe y su inteligencia a la hora de renunciar a lo superfluo, incluso a la propia vida antes que separarnos de Cristo. 

San Félix glorioso, apóstol y mártir de Gerona, ruega por tu parroquia de Lugones ahora y siempre. Amén.

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