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sábado, 4 de julio de 2020

Don José Manuel Feito, el raso del garo de los xagós. Por Rodrigo Huerta Migoya

Esta frase en bron, lengua gremial utilizada por los caldereros del barrio avilesino de Miaranda, que traducida al castellano significa lo que ha sido este hombre: ‘’el cura del pueblo de Miranda’’. La existencia de este amigo -como me dejó demostrado desde que nos conocimos- sacerdote, etnólogo, investigador, poeta y sabio somedano, la resume muy bien un pasaje de San Juan que él se sabía: ‘’para que no se pierda nada’’ (Jn 6,12).


Nació en el 34 en Pola de Somiedo, donde vivió una infancia marcada por la guerra civil. En aquella niñez en su tierra natal comenzó a manifestar su amor lo autóctono, por la tierra, las tradiciones…. Pero donde abrió sus ojos a la cultura y empezó a zambullirse en los libros fue en el Seminario.

Con diez años ingresó en Dolebún (Tapia de Casariego), ese día viajó desde Pola de Somiedo a la Plaza de la Catedral de Oviedo y de allí hasta tapia de Casariego. En su examen de ingreso el prefecto le preguntó: “Digame un cardenal del tiempo de los Reyes Catolicos”, a lo que respondio al instante: “Cisneros”. A las dos de la tarde partió para Tapia donde llegó en plena noche. D. Jose Manuel contaba siempre la anécdota de su llegada cuando a la mañana siguiente le preguntó a un compañero: ¿Aquí se aparece la virgen?, y es que a su llegada vio la luz del faro iluminando la pared donde estaba la imagen de Nuestra Señora, y el niño Feito que era de interior no sabia lo que era un faro.

Conoció el hambre, aunque logró que algún compañero que tenía chorizo de casa guardado le diera un poco a cambio de dejarle los cuentos de Pinin. Pronto pasó a Valdediós donde se ganaría la fama de buen declinador y poeta en las fiestas de la Inmaculada, Navidad o Santo Tomás de Aquino. En las navidades de 1948 ganó su primer concurso poético, pues los seminaristas no tenían permitido ir a casa.

Ya en el Seminario de Oviedo, continuó escribiendo versos llegando a convertirse en una de las figuras claves de las veladas literarias que se organizaban con motivo de la onomástica del prelado. Para fomentar este campo organizó una tertulia junto a Juan Luis Ruiz de la Peña, Víctor García de la Concha y Celso Carrocera.

Él me contó que el día de su ordenación no fue muy feliz, pues las dudas le devoraban; no le caminaban los pies cuando ya anocheciendo salieron en fila del Seminario en dirección a la Iglesia de San Juan el Real donde tuvo lugar la ordenación. Después logró encauzar aquellas zozobras escribiendo sus angustias en versos; así nació su poemario ‘’Diario de un ordenado’’.
Ahora es costumbre en muchos lugares regalar a un sacerdote recién ordenado un viaje a tierra santa, en aquel 1958 eso era impensable; sin embargo, pudo viajar a Bruselas para disfrutar de la Exposición Internacional. No sólo disfrutó empapándose de cultura, sino que aprovechó el viaje para celebrar sus ‘’primeras misas’’ en lugares especiales como el pabellón de la Santa Sede de la Exposición, Ars, Lourdes… Pero especial para él fue la celebrada en Pola de Somiedo ante ese ‘’Cristo roto’’ que diría el Padre Cué SJ.

Visitando San Severino de Paris le picó el gusanillo por los catecismos con una publicación que allí descubrió llamada ‘’Credo’’, llegando a tener una colección de más de 400 catecismos, algunos unas verdaderas joyas.

De vuelta a la diócesis recibe su primer destino: Los Cabos (Pravia). El primer amor y las primeras cruces. La Parroquia de Santianes fue su válvula de escape, pues el Colegio y la Comunidad de religiosas a veces le superaban. Ellas querían un sacerdote con dedicación exclusiva, pero Feito necesitaba sentirse pastor.

También empezó a interesarse por los orígenes del monasterio benedictino que era la sede del colegio de huérfanas de la Guardia Civil, ‘’Camilo Alonso Vega’’. La iglesia parroquial que él conoció nada tiene que ver con la que hoy conocemos, y muchos detalles interesantes me relató en alguna ocasión sobre lo único que realmente hay del siglo IX allí, a su modo de ver. Trabajó por implantar la JOC y la HOAC en la Parroquia.

Hubo muchos problemas con las monjas, hasta el punto que le costó su cese. Por una niña pobre que lloraba por no poder hacer la primera comunión vestida de blanco, decidió Don José Manuel ya en aquellos comienzos de los sesenta prohibir que las niñas comulgaran vestidas de pequeñas novias.

Llegó a Miranda de Avilés en 1965, al principio como él comentaba ‘’castigado’’, aunque luego acabó siendo el amor de su vida. Intentó compatibilizar la vida pastoral y la docencia con el estudio y hasta se matriculó un curso en Filosofía/Psicología. Fue también profesor de Sociología y Religión en los colegios San Fernando (Avilés), Estilo (Salinas) y Luisa de Marillac (Miranda), y en los institutos Carreño Miranda, La Magdalena y Menéndez Pidal (Avilés) hasta su jubilación en 1999. Siempre tuvo la espina clavada de no haber sido nunca párroco, pues de Santianes fue encargado, de Miranda de Avilés fue Ecónomo, de San Julián de Illas administrador parroquial y de la Carriona tan sólo encargado.

Admirador de los mártires y de la obra de D. Ángel Garralda, escribió preciosos versos a los seminaristas, así como indagó sobre el sacerdote natural de Miranda que fue coadjutor de la Parroquia y capellán del cementerio municipal, Don Celedonio Ávila Rodríguez. Feito presenció la exhumación de los restos del sacerdote martirizado y guardó como un tesoro la bala que estaba incrustada en la calavera, el tiro de gracia que terminó con su existencia terrenal. Muchas veces hablamos de la causa de las llamadas ‘’Enfermeras Mártires de Astorga’’, incluso le facilité estampas, boletines de la causa y documentos sobre ellas. Quizás de haber tenido más salud y tiempo nos hubiera enriquecido con una publicación suya sobre este tema que lo sentía tan cercano.

Cuidó y mejoró el templo parroquial incorporándole novedades que pretendían ser un canto a la historia de la localidad, como las lámparas, que pretenden ser un guiño a los caldereros, el oratorio inspirado en el camino de Santiago, ''la Chipenutana”, y tantas buenas ocurrencias del sabio pastor. Siempre trabajó codo con codo con las Hijas de la Caridad, las cuales han sido y son un puntal esencial en la Parroquia. Fiel colaboradora de tantos años de Feito en Miranda, ha sido sin duda Sor María Jesús Felipe, popular y cariñosamente apodada en Miranda como “Sor Guay” o “Sor Chispa”, religiosa inquieta y trabajadora que siente la parroquia mirandesa como si fuera la suya de nacimiento.

En el campo de la pastoral hizo grandes apuestas, pues Feito fue un adelantado en lo que Benedicto XVI denominó ‘’atrio de los gentiles’’; es decir, hacer de la cultura, del arte y del saber una escuela de evangelización. Esto lo logró de forma precisa en los sus poemas, que además de bellos y fáciles para los lectores siempre apuntan a la trascendencia. Sus poemarios son un verdadero patrimonio literario: Pasión de noche (1954), Diario de cinco años, Ser cura (1958), Profeta verso adentro (1960), Silencio íntimo -recopilación- (1976), Cuanta noche en mis manos (1986), Jesús del atardecer (2006).

Amante del Folk fundó en la Parroquia el grupo Madreselva, llegando a grabar un disco y actuar en TVE. Y es que los grupos parroquiales de Don José Manuel Feito eran los más originales que alguien se podía imaginar: Cine fórum en la Patagonia -Ciclos de Mastroianni, Ingmar Bergman…-, Teleclub, Seminario de Bron –la lengua de los caldereros-, Club parroquial, Escuela y Museo de Cerámica, jornadas anuales de lenguas gremiales…

Siempre le gustó escribir, por ello se aventuró en numerosas publicaciones en las que se daba salida a sus últimos descubrimientos. Colaboró en numerosas revistas y periódicos. Destacaron sus colaboraciones en La Voz de Avilés, Miranda, El Bollo, el Boletín del Instituto de Estudios Asturianos… Escritos suyos fueron incluidos en la Enciclopedia Temática de Asturias, la Gran Enciclopedia Asturiana, la Enciclopedia Artesanía en España y otros trabajos en grupo. Llegó a escribir varios guiones para documentales televisivos sobre artesanía, donde aportó su voz y conocimientos.

Sólo Dios sabe las horas que dedicó a indagar cual profesional del trabajo de campo las tradiciones de los más ancianos del lugar. Leyendas, topónimos, cuentos, folclore, costumbres, cuestiones etnológicas, cerámica o alfarería, artesanía tradicional, arqueología… Orgulloso de llevar un apellido vaqueiro, pues aunque se hizo Mirandino jamás renunció a su Somiedo del alma. Los amigos de los programas “Sones” o “Cantadera” bien conocen y reconocen su faena en la recopilación del romancero y del cancionero de Somiedo.

Cuando veía la acción del tiempo y de la edad sobre él quiso poner a buen recaudo sus tesoros, y para ello la única salida que encontró fue legar sus importantes colecciones al Monasterio de Benedictinas de Oviedo, donde hoy se conservan. Es muy valorada en Asturias nuestra cerámica, pero cuando Feito empezó a estudiarla y escribir sobre ella apenas se conocía dentro de la Provincia  lo que era la cerámica negra, ni se sabía dónde estaba Llamas del Mouro, o la importancia de la alfarería de Faro en Oviedo. Gracias a él, pueblos como Ceceda  recuperaron  su memoria de pueblo alfarero, o como Miranda, que restauró su olvidado pasado calderero. Alguna vez me preguntó por la cerámica Guisasola de Lugones y por otras cuestiones en los que nuestros gustos coincidían.

Entre su obra escrita destacan los siguientes títulos: ‘'La artesanía popular asturiana' (1977), 'Artesanía tradicional asturiana' (1983), 'Cerámica tradicional asturiana' (1985), 'Biografía y escritos de Faustina Álvarez García (madre de Alejandro Casona) durante su estancia en Miranda 1910-1916' (2001), 'Alejandro Casona, de maestro en Narciandi a inspector en el Valle de Arán' (2003), 'Los Pruneda: la primera imprenta de Avilés' (2004), 'Don Mariano Cubí i Soler, pedagogo, frenólogo, lingüista, primer recopilador del Bron de los caldereros' (2005) y 'El cancionero de Torner y el romancero y cancionero de Somiedo en el grupo folk Madreselva' (2006).

De los muchos reconocimientos que recibió destacan ser miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), Premio Nacional de Etnografía Marqués de Lozoya (1983) por su obra Cerámica tradicional asturiana, y Premio Nacional de Periodismo Mundo Negro (1988) por sus artículos sobre la cerámica negra de Burundi. Este trabajo sobre Africa lo realizó tras una visita a la misión que la diócesis tenía en aquel país. En 1976 recibió la mención especial del premio de poesía Alfonso Camín de Gijón con su poema ‘’Al hórreo’’ y en 1981 recibió el premio Ana del Valle con su composición poética ‘’Verso en ruinas’’.

Siempre se presentó como un sacerdote progresista y a menudo contestatario, para lo que aplicaba la leyenda de la iglesia de San Martín de Luiña: ‘’ No pasen de aquí a oír misa los vaqueiros’’, y como él mismo decía después de hablar pensaba: ‘’ya crucé la raya’’, uniendo sus raíces vaqueiras a su tendencia a salirse de la ortodoxia católica en temas como el del celibato o la confesión.

A través de su pluma fina siempre fue critico con los temas que acontecían en la vida cotidiana de la diócesis. Así, en referencia a los carteles y materiales inúiles que según él mandaban desde el Arzobispado, escribió un poema que logró el aplauso unánime de todo el clero del arciprestazgo de Avilés. Decía así:

Me da pena tirar a la basura
tanto y tanto papel como recibo
yo que gasto tan poco cuando escribo
y el que compro administro con mesura

Ellos no. Me parece una locura
mandar  tanto papel al colectivo:
Carteles, circulares sin motivo
que nada dicen ya al cansado cura

No sé bien el por qué ni quien lo manda,
si es el jefe, el gestor o el subalterno…
No quiero más papel. Me cierro en banda

Sólo pido y suplico al Dios Eterno
que quien siga mandando propaganda
arda siempre con ella en el infierno

Sus investigaciones etnológicas siguieron los pasos de Natacha Seseña e incluso propició una gran metodología de investigación en el campo de la bucarofagia. Feminista convencido repetía con frecuencia aquella frase de Juan Pablo I ‘’Dios es más madre que padre’’. Le encantaban las historias de Xanas, de lugares donde mandaban las mujeres como la isla de San Baladran, “las cacharreiras“  de la cerámica astur o la impronta femenina de Ana Del Valle, su amiga de las tertulias literarias de Avilés.

Hasta sus anécdotas y vivencias tenían tratamiento literario cuando eran contadas por él. Dos que nunca olvidó son esas visitas a sendos enfermos terminales en la Parroquia. Una era una mujer en una horrible agonía que no terminaba; Don José Manuel le dijo que le pidiera al Señor la paz, y ella sin perder ese genio asturiano le contestó: ‘’Ya lo hago Señor cura, pero ni puto caso’’. De ahí surgió un soneto que llevaba por título esas cuatro ultimas palabras. Más bella fue la historia del enfermo de cáncer que tras confesar, comulgar y recibir la Unción en casa, le pidió a la mujer ir a por pasteles y vino dulce, pues según este ‘’había que celebrar la última comunión’’.

Feito estaba predestinado a terminar en Avilés, alguien que nace el día de San Agustín no podía gastar su vida en mejor lugar. Curiosamente la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, que fue hijuela de San Nicolás de Bari hasta 1885 debe su breve historia al sacerdote que más tiempo la ha atendido: D. José Manuel Feito Álvarez. Su antecesor tampoco lo hizo mal, pues D. Ángel González García fue párroco de Miranda treinta y siete años, desde 1927 hasta su muerte en 1964.

Avilés le cautivó; su pasado ilustre y legendario, el valor de sus imprentas y librerías, sus devociones, su arte, todo que le decía algo a Feito. Por eso será en el suelo de Avilés donde esperará ahora la venida gloriosa de Nuestro Señor.

De los poemas en los que Feito habla de la muerte hay tres especialmente brillantes, pues fueron muertes de compañeros que conmocionaron a la diócesis:

In Memoriam Llovió –en la muerte de D. Carlos el Párroco de Pola de Siero (13/08/91)-, Al amanecer –en la muerte de D. Alberto el Vicario General (14/12/00), In Paradisum –en la muerte de D. Norberto el Párroco de Illas (12/12/06)



Quiero ganar la orilla poco a poco,
y perder, poco a poco, la conciencia.
Pido morir mi muerte a plena ausencia:
es la muerte que cada día invoco.

Y si un día esta cláusula revoco
olvídala, Señor, es mi demencia
que no sabe decir en su indigencia
que es mejor vivir cuerdo y morir loco.

Pedía un escritor “morir su muerte”;
no pensaba, quizá, que en la agonía
con dolor siempre hay riesgo de perderte.

Mas si el alma está viva en cuerpo inerte
es más fácil hacer la travesía
y llegar sin temor al cielo a verte.

Descanse en Paz Don José Manuel, el raso del garo de los xagós.


1 comentario:

  1. Rodrigo, gracias por cuanto has escrito sobre Feito, ¿Sus poemas, hermosísimos, están publicados? Me encantaría comprarlos y gustarlos.
    Gracias. Julio Prado

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