Nos disponemos a celebrar la solemnidad del "Corpus Christi", día en que la liturgia nos invita poner los ojos en gran misterio que los católicos recibimos cada vez que recibimos de modo gratuito e inmerecido el cuerpo y la sangre del Señor. Este año lo vivimos de un modo austero y diferente; no habrá alfombras de flores, niños de primera comunión ni procesión. Pero lo celebraremos con el corazón igualmente esponjado, con el mismo gozo de saber que Cristo Eucaristía habita en medio de nosotros y desde su sacrificio se parte y reparte para todos.
Esta celebración tiene sus orígenes a comienzos del siglo XIII cuando una religiosa agustina -Santa Juliana de Lieja- promovió la idea de celebrar una fiesta que sirviera de exaltación de la Eucaristía; así nace la primera celebración del "Corpus" que tuvo lugar en la diócesis de Lieja (Bélgica) en 1246. Pocos años después, en el año 1263 y en otro lugar de Europa -en Bolsena (Italia)- ocurrió un milagro durante la celebración de una misa: al partir la sagrada forma el sacerdote empezó a brotar sangre sobre el altar ante los ojos de todos los fieles, quedando el "corporal" impregnado en sangre. Roma ordenó investigar el presunto milagro, el cuál reconoció oficialmente. Un año después en 1264 el Papa Urbano IV dispone introducir en el calendario litúrgico la celebración del "Corpus Christi", encargando a Santo Tomás de Aquino la composición de los textos propios para el nuevo oficio. Nace igualmente así el himno del "Pange lingua" que ha llegado hasta nuestros días.
En España "el Corpus" siempre ha sido una de las celebraciones principales en la vida de las parroquias, ciudades, diócesis, barrios y pueblos. Hasta el año 1989 el "Jueves de Corpus" era un día festivo en toda la nación hasta que por decisión política se suprimió, teniendo que trasladarse al domingo siguiente para la participación de los fieles. Aún así, en muchas localidades han mantenido la celebración en Jueves, día eucarístico por excelencia por ser el día en que el Señor instituyó el Sacramento.
La palabra de Dios en este día nos ayuda a interiorizar lo que supone para nosotros los creyentes vivir la Eucaristía. En primer lugar en la lectura del libro del Deuteronomio podemos ver en dos claves, por un lado cómo nuestras faenas de cada día son nuestro particular desierto donde sólo Jesús Sacramentado es nuestro principal alimento y nuestra bebida para poder seguir adelante saciando el hambre y la sed en nuestro camino. Y por otro lado también nos lleva a preguntarnos: Si Dios hizo sacar agua de una roca y llover el maná en el desierto, ¿cuánto más podrá experimentar nuestra alma si bien dispuesta se alimenta del Pan vivo que da la vida?. Es lo que el Señor nos dice hoy: ''no como vuestros padres que lo comieron y murieron, el que coma de este pan vivirá para siempre''.
La epístola de San Pablo por su parte, nos presenta otra clave fundamental para este día: la caridad. "El Corpus" es el día de la Caridad por excelencia, pues como nos recuerda el apóstol ''El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan''. Celebrar esta solemnidad del Cuerpo de Cristo es un recordatorio para cuidar en nuestra vida de fe con dos actitudes elementales, vivir la Eucaristía confesándonos para comulgar, participando con frecuencia de la misa teniendo ratos de adoración eucarística y momentos de Sagrario, y por otro lado vivir en clave de caridad preocupandome de las personas de mi Parroquia que lo están pasando mal ayudando con mi aportación económica y siendo sensible al sufrimiento del otro. No podemos limitar este día a lo litúrgico ni tampoco a lo meramente "social". "El Corpus" es el compendio de un todo: vivir la eucaristía me lleva a vivir la caridad.
Por último, el Evangelio nos hace una llamada a la fe. Hemos escuchado en el texto proclamado como ''Disputaban los judíos entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?''. Nunca ha sido tan cuestionada, maltratada y profanada la Eucaristía como lo es hoy. En primer lugar por nosotros mismos los creyentes cuando llegamos tarde a la celebración, no estamos atentos, no nos acercamos al misterio con el corazón en paz con y con Dios como verdaderos los hermanos, olvidándonos de que el mismo Dios está sentado a la mesa con nosotros. Los creyentes hemos de vivir este día de "Corpus" como un compromiso de mimar en nuestra vida personal el misterio de Cristo-Eucaristía, de vivir cada día mejor la misa y hacer ratos de oración ante el Sagrario, y por esa fe en el "Amor de los Amores" sentirme llamado a hacer el bien y dar amor a mis hermanos.
A los niños "del cate" siempre les digo que cuando reciben a Jesús se convierten en ''Sagrarios con patas'', por ello hemos de ser una vez que comulgamos personas que irradien a los demás la luz, el tesoro y la grandeza que ha recibido nuestro cuerpo y nuestra alma. Este año que no podrá haber procesión hagamos cada uno la procesión con Jesús que comulgado va en nuestro interior, y llevémosle a nuestro barrio, a nuestra casa, a nuestra familia. Él quiere morar en nuestra vida y corazón; dejémosle un sitio, pues no podremos tener caridad con los demás si no empezamos por tenerla con el mismo Cristo.
¡Viva Jesús Sacramentado!
¡Viva, y por siempre sea alabado!
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