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sábado, 15 de febrero de 2020

Sínodo amazónico: un ratoncito mosqueante y cabreante. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) Me he leído, bien que en una primera lectura apresurada, la exhortación apostólica “Querida Amazonía”.

Un ratoncito. Como el de Susanita: “Un ratón chiquitín, que come chocolate y turrón y bolitas de anís … que baila tango y rock ‘n’ roll”. No es que el documento sea flojito, que no está mal, pero es que nos lo estaban presentando algo así como si fuera a surgir de entre los cañaverales el león de Judá y nos hemos encontrado con un ratoncito amable, simpático, dulce y que come bolitas de anís.

Han sido meses de mucho mosqueo, sales para los vahídos, ansiolíticos y muy extensa preocupación. Es que entre lo que se iba filtrando y la Pachamama en medio, a muchos no les llegaba la sotana al cuerpo. Si a esto añadimos el contento de lo más rabiosamente progresista de la catolicidad, la cosa pintaba malamente.





Lo que fuimos sabiendo de las conclusiones de la asamblea sinodal no es que ofreciera precisamente tranquilidad. Más bien todo lo contrario. Algunas cuestiones de fuerte calado, como el cuestionamiento del celibato sacerdotal, la ordenación de diaconisas o un nuevo rito amazónico que presagiaba cualquier cosa se veían como algo ampliamente aceptado por la asamblea sinodal. Por eso lo del ratón mosqueante y muy preocupante.

Pero bueno, aquí al final lo que cuenta es lo que cuenta, porque por muchas cosas que se digan, se voten, aprueben o recomienden, lo que va a misa, lo que es magisterio, es la exhortación. El resto bien, interesante, se lee, se estudia, pero no es magisterio y punto final.

Por eso digo que desde que se convocó el sínodo, desde su apertura con exhibición de Pachamamas y ritos pseudo paganos y quizá me quedo corto, pasando por el sínodo mismo y sus conclusiones, más que mosqueo había terror.

Ayer se hizo pública la exhortación apostólica “Querida Amazonía” que, curiosamente, no solo no recoge nada de las novedades propuestas, sino que en cosas tan rompedoras como el cuestionamiento del celibato sacerdotal y la ordenación de mujeres afirma con rotundidad la doctrina tradicional.

Los más progresistas aún no se lo creen. No pueden entender que Francisco les haya fallado. No salen de su asombro por más que lo pretendan disimular. Merece la pena darse hoy una vuelta por el funeral que se está celebrando en Religión Digital: “El papa cede a las presiones” (que digo yo que será porque quiera…), “tristeza y decepción con un leve atisbo de esperanza” (no sé el atisbo donde lo ven, pero los hay expertos en ver en la oscuridad), “ante el ‘timorato documento adoctrinador’… es cuestión de seguir esperando” (hacen bien, veinte siglos más o menos…).

Quizá lo mejor de todo es lo que afirma Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata, y experto cocinero en los sótanos vaticanos como bien demostró en el Sínodo de la familia: “Es un texto suficientemente bello, quizás el más bello de los que ha escrito Francisco” (peloteo al queridísimo jefe). Sigue: “La exhortación ‘complementa’ al documento sinodal sin anularlo“. Je. Me va a perdonar. Pero una cosa es el documento sinodal, una cosa son las conclusiones de los grupos, que estarán bien, pero son lo que son, y otra el magisterio. Digo yo.

No saben cómo arreglarlo. Pero están muy cabreados, luego el documento es bueno, o por lo menos no es malo.

¿Qué ha pasado? Vaya usted a saber. Lo mismo entre el cardenal Sarah y el papa Benedicto XVI anda la cosa. Pudiera.

¿Y qué va a pasar a partir de ahora? Pues entiendo que en el sínodo alemán van a tener que leerse varias veces “Querida Amazonía” y tentarse la ropa y las mitras porque la cosa está revuelta y no precisamente en su dirección. Lo mismo la exhortación es un aviso para navegantes. Y pretender tocar el celibato o la ordenación de las mujeres al muy poco tiempo de esta exhortación sería arriesgado si no un enfrentamiento directo con el santo padre, que por otra parte dicen que es de los suyos (me joroba eso de que “es de los nuestros, pero no soy yo quien lo dice.

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